CAPÍTULO II

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“Imploras un beso de mis helados labios., pero sí te beso tus días estarán contados”. —Anónimo.

***

Estacioné mi bicicleta, en unas barras de metal y la aseguré. Odiaba formar parte del comité del baile, tener que asistir a la secundaria en vacaciones y vísperas de graduación era algo muy tedioso. Fue una opción que me vi forzada a elegir, era esto o detención, y no me quedaría en un salón por horas con unos rufianes. Así que tendría que asistir solo los días; viernes y sábado.

Contando este viernes, ya que el domingo era el dichoso y tan esperado baile, agradecí que la líder del concejo estudiantil se haya encargado de las decoraciones y todo lo necesario para esta inolvidable noche, este sería mi último y primer baile, ya que este año me graduaría, y nunca había asistido a ninguno de ellos, porque mágicamente siempre era la huésped de alguna enfermedad, según yo, súper contagiosa, o un resfriado mortal, que me hacía parecer una zombi mocosa, y lo más interesante, es que al pasar la noche del baile estaba de lo mejor, sana y salva. Eran mentiras necesarias, casi siempre los estúpidos directores pautaban la fecha del baile los días de maratones de mis series favoritas, o finales de temporada y antes muerta que perderme mis series. No era fan de grabarlas y verlas después, para mí eso le quitaba la emoción, y era muy vulnerable a los spoilers.

Los pasillos de la escuela estaban completamente vacíos, y era extraño cruzarlos sin intentar esquivar a la multitud de estudiantes. Me dirigí al gimnasio lugar predestinado a la festividad, y a mi tortura ese día y por otro más que sería justo mañana, pero un fastidio a la vez. En las gradas estaban unos chicos entretenidos en sus celulares, y otros escuchando música con sus auriculares, okey, no entendí la situación, ¿acaso no se suponía que tendríamos que estar decorando el gimnasio para terminar lo antes posible con esta tontería?

Miré mi reloj de pulsera, y las manijas representaban que eran las nueve y media de la mañana. Y no veía por ningún lado a la líder que se suponía nos tenía que dar órdenes para que creáramos su visión de la noche perfecta. Y como si mis pensamientos la llamaran, ella apareció con su mejor amigo, ambos traían cajas y de éstas sobresalían telas de colores y brillantina, y entendí que había llegado justo a tiempo.

En fin, mi misión o función entre todos los que estábamos aquí, era solo hacer inventario de toda la utilería en general, junto con ayudar a mover cajas, y ajustar escenarios para las fotos que irían en el anuario.

Tomé una libreta, y un bolígrafo rosado brillante que me había prestado la líder, y anoté todo lo que necesitaba ser anotado según la súper mandona, no sé su nombre, y a estas alturas me da muchísima vergüenza preguntarle, ya que estuve en todas las clases de este año con ella. Soy despistada ¿okey? No me juzguen.

El día transcurrió lentamente, parecía que entre más hacíamos más faltaba por hacer, llegaron las doce del mediodía, me disculpe con la directora del comité, ya que tendría que trabajar, esos helados no se servirían solos, y mi compañero no me volvería a cubrir. Ella me miró unos segundos, y luego asintió, dejándome ir.

—Mañana, a las 6 en punto de la mañana, te quiero aquí, es el día antes del baile.

Me gritó ya estando en el pasillo, pero escuche la hora, lo demás no me importaba mucho.

No obtuve un batido en mi cabello esta vez, serví helado hasta el cansancio, y cuando fue la hora de irme, cerré la barra y me fui a casa.


***

Dejé las llaves de mi casa sobre la mesa en el centro de la sala, y corrí escaleras arriba a mi habitación, mamá no estaba aquí, era doctora a tiempo completo en el hospital del pueblo, trabajaba muy duro, y la respetaba muchísimo por el simple hecho de sacarnos adelante a mi hermano y a mí. Además sabía cómo cuidarme sola, si era torpe a veces, pero más no estúpida.

K KAST©Where stories live. Discover now