CAPÍTULO I

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“Me deslizo entre las sombras para robarte un beso, al igual que la muerte para robarme la vida”—Anónimo.

***

El sonido repetitivo de la campana alborotaba todas las esquinas de cada pasillo de la secundaria Byers, el reloj fijado justo en el centro del pasillo, marcaba las doce en punto del medio día.

El inicio de las vacaciones de verano, las enormes puertas de madera de la entrada, fueron abiertas de un solo golpe contra las paredes a su lado, por el equipo de futbol estatal, y allí estaba él, Kalet Kast, con una sonrisa que iluminaba su rostro mientras salía lanzando el balón oficial de la secundaria por los aires; el entrenador se lo había obsequiado por su excelente temporada.

Haciendo saltar el balón sobre su cabeza con mucha agilidad, despeinando su oscuro cabello, luego de ese momento lo lanzó al suelo, y se lo paso a ese chico que estaba a su lado de una patata, el chico era su mejor amigo, solo le sonrió, al parecer a él le importaba muy poco lo especial de esa cosa, para luego subirse en su motocicleta y desaparecer dejando las marcas de llantas quemadas en el estacionamiento y una nube de humo que casi me asfixió. Imbécil.

Me dirigí al área de bicicletas, y busque la mía con la mirada, luego de divisarla en el último lugar, me subí a ella y pedaleé con flojera hacia mi casa, necesitaba cambiarme de ropa, para comenzar mi primer día en mi trabajo de verano; servir helado en el centro comercial del pueblo. Trabajar por 3$ la hora era miserable, pero al ser solo mi mamá, mi hermano mayor y yo, tenía que aportar algo para mi fondo universitario. Mi hermano estaba en la universidad por que debido a sus notas perfectas prácticamente le llovieron solicitudes y becas a múltiples universidades, ¡ah, suertudo!, no por su inteligencia sino por tener una novia súper dotada que le hace la tarea desde el primer año de secundaria, porque su inteligencia podría competir con la de mi perro.

Subiendo la carretera principal, la cual era mucho más alta que las demás, escuche un ruido proveniente de los arbustos que rodeaba la estructura de asfalto. Sacudí mi cabeza dejando de pensar locuras. Nada pasa en Clayson, son historias de terror inventadas por nuestros abuelos para asustarnos. Seguí mi camino, evadiendo lo ocurrido. ¿Por qué tenía que ser una fanática del cine de terror? ¿Por qué no soy fanática de las películas de romance?

***


Llegué a la heladería, y como siempre estaba casi vacía, pase al área de servicio, me puse mi gorrito de cono de helado con chispas y un delantal con un unicornio, completamente ridículo, pero era la política del centro comercial. Mi compañero estaba sentado en una silla justo frente a mí, leyendo una revista de deportes, aunque sabía que no era así, dentro de la revista había un libro de Harry Potter. Era un cerebrito que quería intentar atraer chicas hablando de deportes, o aparentando saber del tema. Y saben me importaba poco su vida, pero es un holgazán, y yo también lo soy. Y dos flojos trabajando no era lo ideal.

Escuché la campana, y como mi compañero pareció ignorar el llamado, lo miré con rabia y me dirigí al frente, para notar que estaba el equipo de futbol esperando para que alguien los atendiera y les sirviera helado, y estaba él. ¡Yupi! Noten mi sarcasmo.

— Buenas tardes. Somos ¡Chispitas Mágicas! Tenemos un arcoíris de sabores que harán volar tu cabeza. Cuidado está muy frío.

Y termine guiñando el ojo. Era también política del centro comercial decir esas malditas palabras y hacer ese gesto. Omití el bailecito vergonzoso, ni loca lo haría frente a él, esto ya era más que denigrante.

K KAST©Where stories live. Discover now