Aaron Burr, Sir

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Era un día cualquiera en el año de 1776, en nada más y nada menos que en la ciudad de nueva York, en las calles se veían personas de distintos estatus y castas caminando o siendo llevando en carroza, el día estaba bastante normal, no tenía tantas nubles y la temperatura era agradable, buena razón para dar una caminata por el lugar del recién graduado, Aaron Burr, el prodigioso alfa de Princeton College, quien termino su carrera en relativo poco tiempo, como se esperaba del cabecilla de la familia Burr, a pesar de que era el único integrante, junto a su hermana, pero al ser una Beta femenina, y el hecho de estar casada, lo dejaba como único heredero, razón de peso de tener que proteger el legado de toda su familia, pero poco sabia aquel joven adulto de un aroma de té azul con toques de menta, que en ese día conocerá quien será el responsable de enormes cambios para su futuro, con una personalidad impetuosa y terca que al parecer sobrevive a cualquier desastre que se le eche en cima, una persona que estará obligado a ver una y otra, y otra vez a lo largo de su vida, estando inevitablemente enlazada con la suya

-disculpe, ¿es usted Aaron Burr, señor?- sintió la mano del desconocido sobre su hombro derecho, pronunciando su nombre entre un tono de incertidumbre y de emoción, provocando que se volteara para verlo a la cara con curiosidad, siendo golpeado en el proceso por un aroma a cafeína, que denotaba su estado de animo de emoción

-Bueno, eso depende, ¿Quién es el que pregunta?- el contrario retino su mano apenado, recobrando su seguridad casi de inmediato al no recibir una respuesta negativa

-oh, claro señor, soy Alexander Hamilton. Estoy a su servicio, señor, lo he estado buscando por un rato- hablo de la forma más formal que sabía, ya que era evidente la diferencia de clase social en que se encontraba ambos sin mencionar que no quería desperdiciar su oportunidad por ser considerado solo un estúpido inmigrante huérfano pobre

-bueno, ¿Qué es lo que desea?- expreso con una mueca extrañada al desconocer las intenciones de aquel hombre, muy altamente probable de ser igualmente un alfa, tanto por su olor y actitud

-Señor Burr- prosiguió esperanzado mientras le seguía los pasos –escuche su nombre en Princeton mientras buscaba un curso de estudio acelerado cuando tuve más o menos un malentendido con un amigo suyo... –aquel momento no lograba de recordar muy bien que paso, tal siendo la subida repentina de la adrenalina al comenzar con otro alfa dispuesto a pelear – pude haberlo golpeado, no recuerdo bien quien era, ¿él manejaba las fianzas?- la duda salto en su voz mientras hacia el esfuerzo de recordad

-Golpeaste al tesorero- no pregunto, afirmo, con la ceja levantadas, sabe que aquel tesorero también era un alfa, de mal carácter, y al parecer el contrario también estaba bien predispuesto a las disputas

Paso unos de segundo de silencio entre ellos hasta que volvió surgir la voz segura de Hamilton- ¡Sí! –respondió sin culpa aluna de haberlo hecho –Yo quería hacer lo mismo que usted, graduarme en dos años, y así poder demostrar a las personas de mi capacidad e inteligencia- se justificó con determinación –El me miro como si fuera un estúpido, y yo no soy estúpido- el de ropas purpura oscura sabía que aquel no era estúpido, o por lo menos el corto tiempo que llevaban hablando no se le paso la idea de llamarlo con aquel calificativo, sino más bien, imprudente, pero en sus ojos sin duda gritaban inteligencia –Entonces, ¿Cómo lo hizo?, ¿Cómo se graduó tan rápido?- la admiración y la fiereza se hallaba nuevamente en sus pupilas dilatadas de la emoción

-fue el deseo de mis padres antes de que fallecieran- la melancolía se podía escuchar en aquella respuesta, era muy pequeño cuando se fueron, pero sabía que sus padres tenían aquel sueño

-¡Usted es huérfano!, ¡por supuesto!, ¡Yo soy huérfano también!- tal vez había demasiada alegría en sus palabras para el tema que estaba hablando, pero eso no impidió que volviera a romper el espacio personal de Aaron y tocarle el hombro a la par que con la otra la movía para señalar a ambos para remarcar todavía más lo dicho –Dios, deseo que hubiera una guerra, entonces podríamos probar que valemos más de lo que todos esperaban-

La incomodidad crecía en Aaron, a la par que la fragancia de Alexander se fortalecía por su emoción, pero al mismo tiempo había algo que le llamaba la atención de sobremanera – ¿quieres beber algo? Yo invito- señalo a la taberna que estaba al otro lado de la calle

-por supuesto, es muy amable de su parte- ambos cruzaron la calle y entraron, se sentaron junto a la barra para continuar su conversación mientras esperaba las bebidas que pidieron apenas se sentaron

-mientras esperemos, te diré un consejo bastante útil- la atención de los largo cabellos se centró únicamente en Burr –hable menos- no se tenía que mencionar el rostro de confusión que se formó en el rostro de Alexander apenas escucho aquellas palabras – y Sonríe más- prosigue ignorando la emoción que se presentaba en la cara de su compañero, mientras señalaba con su dedo a sus propios labios rosados formando una sonrisa para denotar su mensaje – no debes dejar que las otras personas sepa a qué apoyas o a que cosas estas en contra tan explícitamente- se volteo a la barra al observar que su pedido ya estaba listo y proceder a beber con calmar

-No puedes estar hablando en serio- la quejas de Hamilton se oyeron realizando lo mismo que su acompañante probaba la bebida alcohólica – ¿me estas diciendo que no muestre mi opinión y mi postura?, pues lo siento, ese no es mi estilo- la rabia se podía escuchar en su voz

-¿quieres salir adelante?- pregunto con seriedad con todo su cuerpo en dirección del castaño quien dio una respuesta afirmativa – mira tu propio caso con el tesorero, tal vez no te quieran dar otra oportunidad, pero si hubieses esperado, hubiese tenido mayor chance- dio otro trago a la cerveza siendo fulminado por la mirada, pero no recibió alguna queja u objeción, tomando esto como una señal para proseguir –usted pidió mi secreto, señor Hamilton, y se lo conté como usted me lo pidió- su mirada se fijó a la nada recordando unas palabras que había aprendido durante su niñez, recitándolas en voz alta –Los tontos que hablan de más, muertos han de esperar- en la puerta de la taberna se pudo escuchar la estrepitosa entrada de un beta con pecas, a la par que le seguían otras dos personas quienes lo seguían, llamando por completo la atención de Hamilton –Como te estaba diciendo...- no termino su oración al percatarse de la falta de atención de su acompañante hacia los recién llegados, no pudiendo evitar fruncir el ceño al trio que literalmente estaban casi abalanzándose hacia una pobre mesa vacía. Simplemente se dio media vuelta hacia la barra para volver con su bebida e ignorar el bullicio, acto que fue interrumpido al sentir el brazo de alguien pasándole por los hombros con fuerza

-Bien, bien, bien, si no es nada más y menos que el prodigio de Princenton College en carne propia- no tenía ni idea en qué momento se encontró rodeado por los tres recién llegado, siendo el beta de John Laurens, con un leve olor a orégano casi imperceptible a su alrededor, quien le estaba sujetando

-Pues si lo es, es Aaron Burr- la estruendosa voz de Hércules, quien denotaba un poco más su olor a oliva que su otro compañero beta a pesar de pertenecer a la misma casta, también observándolo mientras bebía de un solo trajo el contenido dela jarra de madera que tenía en sus manos

-vamos, diga algo hombre, suelta algo de ese conocimiento de que todos alaban– le golpeo la espalda de forma juguetona

-bien, les doy a todos mi bendición de que logren defender su idea, pero prefiero quedarme donde estoy que entrar ahora en su combate por defenderla por ahora- respondió con cortesía con su sonrisa marca registrada que daba con gran compostura, ignorando el abucheo de los presentes

-Burr, la revolución va a ser ya una realidad, ¿Qué estas esperando?- lo que nadie se esperó en ese momento fue que la voz de Alexander interrumpiera en ese momento, ya que lo había dejado en segundo plano

-pero si no defiendes ninguna idea, ¿Cómo no sabrás que no desperdiciaste una oportunidad?- los tres voltearon sus cabeza como suricatos al percatarse de la presencia de Alexander y unirse de la conversación, de inmediato acorralándolo y comenzar a hostigarlo con pregunta sobre su persona, dejando libre de la atención al de piel morena, gracia a Dios

Uncertain (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora