Capítulo VIII

1.8M 145K 789K
                                    

VIII - PALABRAS

Admito que mi humor es un poco demasiado bueno al día siguiente cuando termino las clases y voy a trabajar. Liam me pregunta si he echado un polvo antes de que él, Keira se ocupa de sus mesas haciendo pausas para decirme que ha vuelto a pelearse con su novio y yo voy felizmente de un lado a otro.

Estoy tan ocupada que no me doy cuenta de que Sam y Riley han entrado. No puedo evitar torcer un poco el gesto cuando me acerco a su mesa.

—Hola —los saludo. No hace falta que les diga el discursito de siempre.

—Hola, Brooke —me saluda Riley alegremente—. ¿Puedes ponernos dos cervezas?

Qué sorpresa. Cervezas. Lo que no pide nadie jamás.

—Ahora mismo.

Me acerco a la barra para llenar dos jarras, pero no tardo en darme cuenta de que Sam me ha seguido. Lo miro de reojo cuando se sienta en la barra, claramente incómodo.

—Oye... —empieza.

—No hace falta que te disculpes —le digo.

Hay un momento de silencio entre nosotros antes de que deje una cerveza en la bandeja. Liam revolotea a nuestro alrededor con una sonrisa de oreja a oreja, como siempre. Finge que coge algo del armario para poder escuchar.

—Quiero disculparme igual —me dice Sam—. No estuvo bien hablar de... eso.

Liam deja de disimular y me mira directamente.

—¿De... eso? —repite, levantando las cejas—. Vale, ahora quiero saberlo todo.

—No hay nada que saber —le aseguro enseguida.

—Le hablé de algo que no le gustó y se enfadó —aclara Sam.

Liam finge sorpresa al apretujarme las mejillas con los dedos. Le pongo mala cara.

—¿A la pequeña Brookie-pookie no le gusta que le hablen de algo?

—A la pequeña Brookie-pookie no le gusta que la estrujes así —mascullo como puedo—. Ni que la llames Brookie-pookie.

—Whoa, sí que estás de mal humor —se separa, haciéndose el ofendido—. Asumiré que no has echado ese polvo.

Sam enarca una ceja y lo miro de reojo. Liam empieza a reírse.

—Oh, ya veo. Esperaremos a que papá vuelva a su mesa antes de hablar de sexo y cosas de niños grandes.

Sam pone los ojos en blanco cuando los dos nos reímos y se vuelve a su mesa. Les llevo sus cervezas y me detengo un momento a hablar con Riley antes de volver con Liam, que parece querer saber más detalles.

—¿Y bien? —pregunta mientras finge que está secando una jarra de cerveza.

—Y bien, ¿qué? —me hago la inocente.

—¿Tengo que ser gráfico? Sabes a lo que me refiero.

—No he hecho nada.

—¿Ya no hablas con ese chico?

—Bueno... sí.

—Y no ha pasado nada.

—No.

—¿Ni un beso?

—No...

Me mira, extrañado.

—¿Y a qué esperas? ¿A que baje Dios y te lo diga?

—No es... —se me encienden las mejillas—. Él tampoco se ha... lanzado.

La última notaWhere stories live. Discover now