Capítulo XXXI

1.5M 109K 416K
                                    

Perdón por haber tardado tanto en subir D:


XXXI - CINCO AÑOS

—Oye, Jared.

Él no deja de tocar la guitarra, pero me mira de reojo, sentado con la espalda en el cabecero de la cama. Yo estoy tumbada a su lado, con los pies apoyados en la pared, mirando el techo.

—Dime, cariño —sonríe de lado.

—Deja de burlarte de mí por eso. Fue un lapsus.

—Ya podrías tener más lapsus de esos.

Dejo mis apuntes a un lado. Total, ya hace un rato que no los miro. He estado pendiente de sus manos en la guitarra por más tiempo del que me gustaría admitir.

Pues como siempre.

Cuando ve que respiro hondo, pensándolo un momento, parece más interesado.

—Esa cara me preocupa.

—Solo estoy pensativa.

—Por eso.

Le pongo mala cara.

—¿Y esta te gusta?

—Brooke, dudo que puedas poner una cara que no me guste. He dicho que me preocupaba, no que no me gustara. 

Me vuelvo a dejar caer de espaldas en la cama y juego inconscientemente con el borde de su camiseta, la que me ha dejado a modo de pijama improvisado. 

—¿Dónde te ves a ti mismo dentro de cinco años? —pregunto finalmente.

Él deja de tocar la guitarra por un breve instante y sé que lo he pillado por sorpresa. Pero no me atrevo a mirarlo, así que mantengo los ojos clavados en el techo de su habitación. ¿Por qué me pone tan nerviosa una simple pregunta?

—Pues... no lo sé, Rocky. Nunca lo he pensado.

—¿Nunca has pensado en cómo quieres que sea tu futuro? —pregunto, incrédula, incorporándome hasta quedar sentada.

—No.

—Venga ya. Eso es imposible.

—No lo es —dice, divertido—. No es algo que me preocupe mucho.

—¿Cómo no va a preocuparte? ¡Es tu futuro!

—Me gusta mi presente. Prefiero centrarme en él.

Su sonrisa de lado vacila un poco cuando ve mi expresión.

—¿A qué ha venido la pregunta?

—A nada en concreto.

Enarca una ceja.

—Brooke...

¿Por qué tiene una forma tan sexy de decir mi nombre? 

Yo también quiero ese poder.

—Es que... —suspiro—, mi madre solía decir que puedes conocer muchas cosas de una persona solo con esa pregunta.

—Ah, ¿sí? —parece curioso—. ¿Y cómo te ves tú? ¿Inaugurando galerías de arte?

Su media sonrisa desaparece un poco cuando ve que yo tuerzo el gesto.

—¿No? —pregunta, sorprendido.

—No me malinterpretes, me encanta la fotografía. Pero... no sé si lo de la galería terminó de convencerme.

La última notaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora