11. Transmisión · · ·

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¿Qué podía ser más importante que mi propia vida? Esa era la nueva cuestión ahora.

-Valentine, ¿es por lo de mis heridas cerradas? -reí incrédula. Miré a mi tío-. Tú mismo dijiste que era una ventaja biológica de la propia evolución.

-Tenías diez años cuando te dije eso, Laika -siguió-. A esa edad ningún niño entiende lo que significa «ventaja biológica evolutiva», mucho menos sana en una semana. No tiene idea de lo que es una plaqueta...

-Mi padre trabajaba en la NASA -excusé-. Por favor... tío Gales... explícale. Cuando creces con alguien dedicado a alguna rama de la ciencia, es lógico que pase... ¡Papá lo decía siempre!

-No, Laika -discutía Bates-. Tengo las pruebas de que no es así. Están en esa computadora, tu padre te fotografiaba y filmaba, ¿verdad? -asentí con la cabeza levemente-. Él estaba tomando pruebas... hacía comparaciones con el avance de otros niños.

-No es cierto, él no haría eso -protesté a punto de perder los estribos-. ¡Él no me usó!

-Yo no dije eso. Dije que tomó pruebas para comparar... nunca dije que te usó con ningún propósito. Ponte en paz y mira lo que te mostraremos.

-¡No! ¡Estás diciendo que mi padre hacía ciencia loca conmigo, maldita sea! ¡Soy su hija! ¡No le faltes el respeto a su memoria! -rugí poniéndome de pie y enfrentándolo. Tío Gales me sujetó para que no lo golpeara-. Eras su amigo... ¡eras su amigo, Valentine! ¡¿Cómo te atreves?!

-Laika, por favor -habló mi tío-. Para ya...

-¡Éste idiota está insultando a tu hermano!

-¡No lo está haciendo! -estalló y me sobresalté. Callando de inmediato-. Él... Valentine no está insultando su memoria... lo que dice es cierto. No hacía ciencia loca, pero sí tomaba pruebas...

-¿Qué cosa? ¡No mientas!

-Las tomaba porque necesitaba entender qué había de diferente en ti. Necesitaba saber que te adaptarías bien a... a la atmósfera que nos rodea a... la vida en éste planeta.

«A la vida en éste planeta» decía él. Lo decía como si estuviera convencido de que nunca fui de aquí. Lo decía como si se trata de un E.T., ¿se habían vuelto locos todos en la casa? Esa afirmación estaba fuera de lugar, era extraña. ¿Por qué mi propio tío diría algo como eso?
Tenía veinte años, llevaba veinte años viviendo en Ohio. Viviendo en la «atmósfera», viviendo en el «planeta» al que debía «adaptarme» según sus palabras. Mi padre era Vincent Erittio, mi madre, Michelle de Erittio.
Era humana, terrestre, con corazón, pulmones, hígado, páncreas, ¿qué más querían? ¡estaban hablando con una humana!

-¿Adaptarme a la...? ¡¿Es una puta broma?! ¡Nací en este planeta! ¡No soy de Marte ni de Venus! ¡DE-LA-TIE-RRA! -silabeé furiosa-. ¿Saben qué? ¿Saben qué? ¡Largo! ¡Todos fuera de mi cuarto! -ordené sacada de mis casillas. Empujaba a cada uno, incluyendo al pobre y buen hombre Daniel-. ¡Fuera los tres! ¡FUERA! -grité como última oportunidad y cerré la puerta de un golpe. La trabé con llave y di un puñetazo a la madera.

-¡Abre la puerta, Laika! -gritaba tío Gales.

-¡Déjame sola! ¡Tú mejor que nadie sabe... sabe quien era mi papá! -lloraba-. ¡Eres...! ¡Eres su hermano! ¡¿Cómo puedes pensar eso?!

-Por favor, deja que te explique, amor...

-¡No! ¡Lárgate! ¡Hubiera estado mucho mejor con tía Patricia! ¡Por cosas como esas es que estás solo! ¡Por decir cosas así es que lo estás!

Caí sentada, de espaldas a la puerta. Abracé mis rodillas, apoyándolas en mi pecho. Escondí el rostro entre los brazos y comencé a llorar de impotencia, indignada por la sarta de estupideces que decían por segundo. Ya de por sí había tenido un día terrible.

LAVSKRA I: La cuna entre los astros © |✔|Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang