7. ¡Ellos quieren matarme! - Parte II · · ·

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-Lo mismo para uste...

Los ojos de Christian se fijaron rápidamente en los caballos del señor Richmond y en sus gallinas que corrían en mi dirección. Los perros del vecino de en frente ladraban enfurecidos, los patos y los cerdos de la casa vecina hacían lo mismo.
Grité sin entender y eché a correr cargando mi equipo Adaptador. La ola de animales enojadísimos se extendía a lo largo de la corrida, sentía que de un momento al otro escupiría mis órganos y moriría. Les rogaba a los animales que no siguieran haciéndolo.
Tropecé a poco de alcanzar mi casa, vi a Daniel y a Gales parados afuera con bolsas de basura. Los llamé con todas mis fuerzas en lo que intentaba ponerme de pie otra vez.

-¡Tío Gales! ¡¡Tío Gales!!

Mi tío y Daniel giraron de repente.

-¡Laika! -rugió mi tío corriendo a mí-. ¡Laika!

Un perro labrador se le lanzó encima y le mordió el brazo, otro lo cazó de la pierna. Daniel vino a mí y un caballo enbravecido lo golpeó en el rostro con la cabeza.
Escuchaba los gritos desesperados de sus dueños corriendo tras sus animales.

Pero uno resonó por sobre todos ellos, y cuando el caballo más enorme que vi en la vida estuvo a punto de pisotearme junto a otros bovinos, se detuvo parándose sobre sus patas traseras y recayendo en las delanteras a fin de quedar sobre sus cuatro.
Los perros soltaron a mi tío y Daniel recuperó la conciencia y se reincorporó con ayuda de dos vecinos.

-¡Laika! ¡Laika! -llamó mi tío.

-¡Por Dios! ¡Está bien! -exclamaban los presentes-. ¡Casi ocurre una tragedia! Pobre...

-¡Laika! -llamó Christian pasando entre la gente-. ¡Laika! Dios, ¿estás bien?

-¡Quieren matarme! ¡Ellos quieren matarme! ¡Ellos quieren matarme! -gritaba aterrada haciéndome un ovillo para esconderme en mis rodillas-. ¡Quieren matarme!

-Tranquila, tranquila... -calmó abrazándome.

-¡Demonios Gales! ¡Ven aquí! Tu brazo se ve terrible... -exclamó un hombre. En lo poco de consciente que conseguía estar supuse que era el doctor de Hannover.

-¡Laika! ¡¿Cómo está mi sobrina?! -su voz la escuché tan cercana y finalmente, su abrazo cálido-. Carajo... carajo... ¡Dios mío gracias! ¡Gracias que estás bien! -lloraba desesperado-. Mi pequeña...

-Ve a curarte, Gales. Yo la llevo a tu casa -dijo Daniel tomando mi mano-. Ven, linda.

-¡Vayan a atenderse los dos! -ordenó Christian tomando su lugar-. Tú por las mordidas y tú por el golpe... ¡tomen sus animales marcados y regrésenlos a sus lugares! ¡Hablaremos de esto más tarde! ¡Largo! ¡Ya no hay más que ver! Esto no es un circo... ven conmigo.

Sentí sus brazos pasando por mis piernas y la espalda, cargándome y llevando el Adaptador en una mano. Temblaba como hoja, el terror del episodio seguía atacando y probablemente tardaría en irse. Los nervios me traicionaban después de que me dejara en el sillón del living, todo sonido brusco me sobresaltaba.

-¡No! ¡Christian! -grité-. ¡Christian!

-¡Laika tranquila! -exclamó Christian volviendo a mí y sentándose conmigo-. Aquí estoy, aquí estoy... puse agua para un té...

-Me atacaron... me atacaron...

-Lo sé. Investigaré qué pasó con los animales, ¿sí? Lo importante es que no te pasó nada más que un raspón quizás. Déjame ver...

Traté de relajarme lo más que pude para dejarle revisar la rodilla. En el calor de la corrida no me había dolido, pero ahora dolía como si me hubiera dislocado la rótula. Tenía un raspón feo en las dos rodillas y el tobillo del pie izquierdo molestaba, probablemente me lo doblé al caer.

LAVSKRA I: La cuna entre los astros © |✔|Where stories live. Discover now