TREINTA Y UNO

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Sentía la adrenalina es sus venas, el sudor corriendo por su frente y la gran dificultad para respirar.

Pero, a pesar de todo eso, amaba bailar.

Estaban en la escuela, un día normal en la mañana. Hyunjin, con ojos encantadores y su sonrisa irresistible, había logrado obtener el salón de música—como siempre—para ellos solos. Tenían horas ensayando la coreografía que presentarían el día del show de talentos. Minho había ideado gran parte de esta, sin embargo, cada uno había aportado su pequeño grano de arena dándole el estilo propio a los movimientos. A pesar de tener ideas distintas, se acoplaba todo muy bien, teniendo como resultado una excelente coreografía que dejaría a todos boquiabiertos. O eso esperaban.
Ya estaba lista, ahora solo les quedaba ensayar.

—Cinco, seis, siete, ¡y!—habló Minho al frente viéndolos a los dos por el reflejo del espejo.—Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Un, dos…

Felix se movía con total comodidad, sintiendo eso como lo mejor que podía hacer en su vida, a parte de ser hermoso, claro. Cuando bailaba podía entenderse que era justo para lo que había nacido, ya que lo hacia con total compromiso, pero al mismo tiempo sin dejar de disfrutarlo, era bastante increíble. Cuando lo hacía, no dudaba que era a lo que rendiría toda su vida, sin embargo, al dejar la sala de ensayo, otras cosas los golpeaban de frente haciéndolo dudar si realmente dedicar su vida al baile valía la pena teniendo otras muchas cosas por poder aprender. Aveces quisiera tener un botón para intentar cada cosa en vidas distintas y poder quedarse con la más feliz y placentera, pero no podía hacer eso.

Debía encontrar su propia felicidad, con o sin errores en el camino.

La puerta del salón los interrumpió, Hyunjin y el siguieron la coreografía ya que estaba por terminar, pero Minho fue rápidamente a abrirla.

La música paró en el instante en que la puerta fue a abierta dejando a los bailarines jadeantes y confundidos ya que aún tenían algo de tiempo para seguir con la práctica.

—¡Tenemos visitas!—vociferó el pelinegro hacia ellos, entonces Felix pudo ver de qué se trataba.

Por la puerta del salón entró Woojin acompañado de Changbin. Felix sintió ciertas ganas de ocultarse al notar la presencia del otro, ¡estaba hecho un desastre de pies a cabeza! Tomo toda esa interrupción como señal de descanso así que recogió su toalla y se secó la cara al menos para no estar con las asquerosas cataratas de sudor.
Changbin traía su uniforme impecable como siempre y se mostraba bastante fresco al entrar. Felix podía apreciar todo lo que Changbin parecía haber cambiado, ¿él había hecho algo para influir en ese cambio? No es como si se sintiese mal por eso, en realidad, le daba una tranquilidad increíble ver mejoras; quizá las cosas en su hogar seguían igual, y el chico tenía sus miedos al pisarle la graduación los talones, pero, algo había cambiado. Changbin parecía tener todos esos pensamientos en pausa, ahí, sin enviarlos a ningún otra lado, pero esta vez, él no se mostraba como si estuviese pausado con ellos, está vez él estaba siguiendo solo.

Changbin estaba siguiendo adelante por si mismo.

—Hey—saludó el pelinegro ya frente a él.

Al estar más de cerca, Felix pudo notar la herida ya cicatrizada que curvaba el nacimiento de cabello del chico. Según le explicó, se cayó ayudando a su madre en una tarea que le encargó. Felix no entendía como había podido ser un golpe tan fuerte, incluso aún tenía curiosidad, pero el pelinegro se negaba a dar detalles insistiendo de que no era algo importante. No continuó insistiendo, pero eso no significaba de que no siguiese incrédulo.

—Te ves cansado—comentó al notar su aún muy agitada respiración y como tomaba de su agua de manera tan voraz.

—Algo—sonrió, secando el liquido que escapaba de sus labios.—Pero aún hay trabajo por hacer, ¡Minho hizo un trabajo increíble con la coreografía!

Stay With Me ↬【Changlix】Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang