DIOS SABE QUE LO INTENTÉ

Começar do início
                                    

—Angie, que sorpresa. ¿Cómo estás? —le pregunto una vez que atiendo la llamada. Justo en estos precisos momentos es genial volver a recordar mi antigua vida. Lo bueno de ella.

—Denise, necesito que me escuches con mucha atención —mi respiración comienza a acelerarse al percibir el tono de su voz —. Es necesario que vengas a Ajijic.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo con nuestros amigos? ¿Con mi familia? —me atrevo a preguntar.

—Se trata de Helena —mi corazón se va encogiendo con cada bocanada de aire que doy. Me imagino lo peor —. Denise, necesito que seas fuerte.

— ¿Qué pasa con Helena? —la pregunta sale de mis labios en un leve susurro.

—Ella murió en la madrugada del día de hoy —a mi memoria vienen esas tardes en las que me enseño a tocar la guitarra, aquellas en las que me enseñó todo su repertorio musical. Si a mí me gustaba un poco el rock, ella termino por inyectármelo en las venas.

— ¿Cómo dices? —comienzo a sentir las lágrimas que van resbalando por mis mejillas. No logro visualizarla en un cajón. Simplemente no puedo. Ella era la más fuerte del pueblo, no es posible que haya dejado de existir —. ¿Qué le pasó? ¿Fue de infarto?

—Denise, ella me había ido a buscar hasta la Ciudad de México hace poco. Ella me comentó que fue detectada con cáncer de mama. Lamentablemente ella se lo detectó demasiado tarde, cuando ya se encontraba invadida —me llevo una mano a la cabeza —. Ella me dejó a cargo de su velorio. Por lo que necesito que vengas acá para que te pueda explicar todo a detalle.

—Regresar al pueblo... —mi vista se nubla por unos instantes. Me pecho comienza a oprimirme, y no solo es por el hecho de que Helena haya muerto. Volver a ese lugar... aun no estoy lista para enfrentar todo lo que me espera ahí.

—Tranquila, ella sabía por lo que estabas pasando —mi amiga me calma antes de que entre en un ataque de pánico —. Por lo mismo me dejó a mí de encargada de todo. Necesito que vayas hasta Guadalajara y que nos esperes a Gerardo y a mí en el módulo siete de la nueva central.

— ¿Qué hay de los niños? —no es que no los quiera ver. Pero Sofía está en la edad de la indiscreción. Bueno, ella ya de por si es indiscreta, no vaya ser que al verme comente algo inoportuno.

—Lorena nos va a hacer el favor de cuidarlos en nuestra ausencia —comenta con tranquilidad —. Y ahora te quiero pedir otra cosa, no te vengas sola. Quiero que alguien te acompañe.

— ¿Por qué no quieres que vaya sola?

—No nos hagamos tontas. Debes saber que César no ha dejado de preguntar por ti. Ian dice que ya está a casi nada de darle un balazo, más que nada por lo hipócrita que suena al verse tan preocupado por ti —que si lo sabré yo. Basta con el mensaje que me mandó para darme una idea de sus escenitas —. César va a estar atento a cualquiera que entre por el pueblo, sabe que Helena era muy especial para ti. Por lo mismo vas a llegar con nosotros. Gerardo consiguió que le presten una camioneta con vidrios polarizaros.

—Está bien —sacudo la cabeza para sacar los malos pensamientos de mi cabeza —. Ahora mismo haré unas llamadas para ver quien me puede acompañar. Espero llegar por la noche, yo te llamo.

—Espero tu llamada. Por si las dudas, Gerardo y yo ya vamos rumbo a Guadalajara —estoy a punto de cortar cuando escucho que me llama por mi nombre —. Lamento tu perdida. Sé lo importante que era para ti.

—Gracias por tus palabras, Angie —es todo lo que le digo antes de colgar.

Y es en ese momento donde me permito derrumbarme por unos instantes.

La única excepciónOnde as histórias ganham vida. Descobre agora