―Nada, solo quería decirte que te amo.

Arrugó las cejas pero sonrió nuevamente. Mi mamá era una mujer muy tierna y emotiva, por eso no me sorprendió ver una pequeña lágrima cayendo por su mejilla. Antes de que ella pudiera ponerse de pie y me retuviera por más tiempo cerré la puerta, antes de bajar las escaleras la escuché gritar:

―También te amo, cielo.

Mientras bajaba las escaleras sonreí con tristeza. Mi mamá era lo más importante que tenía. Cuando baje las escaleras fui hacia la cocina y cogí entre mis manos la llave de mi auto.

Al salir, la fría brisa de la noche me dio la bienvenida. Miré hacia los lados. A mi derecha, sentado en el porche de su casa estaba Zane, me encontré con sus ojos. Vi la confusión en su mirada pero también supe que su orgullo no le permitiría preguntarme hacia donde iba. No después de mí engaño, aunque quizá, si él me hubiese detenido esa noche, todo habría sido diferente.

Ignorando mi conciencia me subí a mi auto y lo encendí. Conduje hasta el instituto que por suerte no estaba tan lejos del residencial en el que vivía. Pasaron unos diez minutos hasta que estacioné el auto frente al instituto del pueblo. Las grandes farolas alumbraban todo el camino, vi las cámaras moverse en mi dirección pero simplemente las ignoré y caminé hacia la cerca de la parte de atrás. Ese lugar no tenía cámaras y muchas veces me escapé por ahí.

Cinco minutos después estaba caminando hacia él área de la piscina. Mientras más avanzaba más ganas tenia de darle una fuerte bofetada al estúpido que me había estado acosando.

Al abrir la puerta que sorprendentemente no tenía seguro miré las luces encendidas y dos sillas en el centro.

― ¿Dónde estás? ―caminé de forma rápida hasta las dos sillas, miré hacia todos los lados buscándolo pero no había nadie. Entrecerré los ojos cuando visualicé una figura al final del pasillo. Estaba cruzada de brazos, mirando en mi dirección, unos lentes oscuros de sol cubrían sus ojos.

Con la rabia todavía corriendo por mi cuerpo caminé lo más rápido posible hacia la figura. No se movió, mientras avanzaba me daba cuenta de algo: la figura tenía pechos, eso solo quería decir que era una mujer.

Cuando me detuve frente a ella. La miré con más atención, su cabello era rubio y estaba atado en una coleta alta, tenía puesto un conjunto azul oscuro de hacer ejercicio. Yo la conocía, claro que lo hacía. Ella era la hermana de Dominic.

― ¿Qué haces aquí? ―pregunté confundida. Solo la había visto una vez en mi vida. No teníamos mucha comunicación pero ella no me caía mal en lo absoluto, de hecho, siempre pensé que era muy bonita. Mi confusión creció cuando ella sonrió maliciosamente, entonces lo entendí, ella era el acosador o en este caso acosadora.

―Viniste ―su voz era baja, cautelosa. Como si tuviese miedo que alguien más estuviese escuchando esta conversación.

― ¿Qué pretendes? ―me cruce de brazos y la miré directo a los ojos―Tu hermano no estará feliz con esto.

Elevó una ceja y dio un paso cerca de mí, retrocedí al instante ―Mi hermano me importa una mierda. Quiero que me digas en mi cara que no harás lo que te digo.

Tu esclava sexual ―repetí sus palabras con sarcasmo. Estaba muy mal si creía que eso sería posible ―Estás muy mal de la cabeza.

Me di la vuelta con intención de irme pero sus finas y delicadas manos me tomaron por el brazo. Sus uñas se clavaron en mi piel haciendo que un leve gemido de dolor saliera de mis labios.

―Zoe, no juegues conmigo ―me obligó a dar la vuelta. Se quitó los lentes de sol y ante mi aparecieron unos intensos y profundos ojos azules. Arrugué las cejas ante su amenaza ―He tenido que aguantar que salgas con mi hermano, he tenido que reprimir mi deseo por ti, pero hasta aquí llego. Te quiero junto a mí. Harás lo que yo quiera.

IRRESISTIBLE ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora