Capitulo No. 16 - Confesión

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De pronto la habitación se llenó de silencio, solamente roto por los pasos de Moira dirigiéndose a sus padres, en especial a su madre quien la recibió con un enorme abrazo.

-Mi hermosa niña!! Cuanto te he extrañado!!

-Yo también madre!!

-Yo también te he extrañado muchacha!! Acaso no hay un abrazo para este pobre viejo??

-Por favor padre!! Tu no estas viejo, y claro que hay un abrazo para ti, y se fundió entre los enormes brazos de aquel ser que hasta hace poco era un desconocido y quien realmente era su padre...

-Estas preciosa hija!! Te sienta la vida de casada!

Ante ese cumplido de su padre, Moira no hizo más que sonrojarse.

-Siiii!!! Ahí está mi pequeña!! Mi tímida Moira!!

-Y tú esposo? A ver muchacho!! Dónde estás??

Ante la pregunta de su suegro, Eachann se colocó al lado de su esposa y tomo del antebrazo a aquel ser, que distaba muchísimo de parecer un ser humano, esto debido al aura que emanaban.

Y volviéndose a la presencia que vestía de negro, pero que a pesar de la oscuridad de sus vestiduras, su belleza simplemente era arrebatadora, le dio la bienvenida.

Y volviéndose a la presencia que vestía de negro, pero que a pesar de la oscuridad de sus vestiduras, su belleza simplemente era arrebatadora, le dio la bienvenida

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-Mi señora!! Sea usted bienvenida en el castillo Mackenzie al igual que usted mi Señor.

Morrigan solo asintió a manera de saludo, pero Nuada, fiel a su estilo sonreía.

-Ohh!! Lo siento padre, madre quiero presentarles a Sheena mi cuñada y a Caelen el Tanaiste de Eachann.

Los mencionados aún no habían cerrado sus bocas, estaban completamente impresionados pero una tos incomoda de Eachann los hizo recobrar la compostura.

Sheena les hizo una reverencia al igual que Caelen.

Morrigan asintiendo de nuevo se dirigió a su hija:

-Supongo que vuestra llamada no es solamente por las ganas de vernos, o me equivoco Moira.

-No te equivocas madre, si he hallado gracia ante vuestros ojos tengo una petición que hacerte, pero también moría por las ganas de verles.

Morrigan tomo el rostro de su hija entre sus manos, y suavizando su expresión, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

-Por supuesto que tienes mi gracia hija, y no solo ello, tienes mi corazón y lo sabes.

-Pero antes de conocer lo que quieres o quieren porque presiento que lo que quieres no es para ti, sino que para la chica hermana de tu esposo, a que si?

-Así es madre, es que ella

Coloco los dedos sobre los labios de su hija silenciándola,

-Les escucharé y someteré a mi juicio si puedo o quiero ayudarles o no, pero no será hoy

Amor en las aguas MacKenzie
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