Capítulo 19

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Justo después de oír el chirrido y el estruendo de la piedra rozando la piedra, anunciando que se cerraban las puertas por aquel día, Alby apareció para liberarle, lo que fue una gran sorpresa.

Sonó la llave de metal en la cerradura y, luego, se abrió la celda.

-No estás muerto, ¿no, pingajo? -preguntó Alby.

Tenía muchísimo mejor aspecto que el día anterior y Eiden no pudo evitar mirarlo fijamente.

Su piel había recuperado el color y los ojos ya no estaban llenos de venas rojas. Parecía haber engordado siete kilos en veinticuatro horas.
Alby advirtió que tenía los ojos abiertos como platos.

-Foder, ¿qué estás mirando?

Eiden sacudió un poco la cabeza, como si hubiera vuelto de un trance. Su mente daba vueltas y se preguntaba si le habrían contado el motivo por el que estaba allí.

- ¿Qué...? Nada. Es impresionante que te hayas curado tan rápido. ¿Estás bien ya?

Alby sacó músculo con su bíceps derecho.

-Nunca he estado mejor. Sal.

Eiden salió y esperó que sus ojos no parpadearan e hicieran visible su preocupación. Alby cerró la puerta del Trullo y se volvió para mirarle.

-La verdad es que es mentira. Me siento como un trozo de clonc cagada dos veces por un lacerador.

Alby se guardó las llaves en el bolsillo y apoyó la espalda en la puerta del Trullo.

-Menuda charla que tuvimos ayer, ¿eh?

El corazón de Eiden latió con fuerza.

-Eeeh..., sí, me acuerdo.

-Yo vi lo que vi, verducho. Está algo borroso, pero nunca lo olvidaré. Fue horrible. Las imágenes vienen y se van, como si la misma cosa no quisiera
que recordara.

A pesar de temer la respuesta, sabía que tenía que hacer la siguiente pregunta:

- ¿Y qué viste sobre mí? No dejabas de decir que debía ayudarte ¿Por qué?

Alby se quedó mirando al vacío durante un rato antes de contestar:

-Estabas con los... creadores. Les ayudabas. Bueno, aunque sólo al principio. Pero cuando pasó eso...

Eiden se sintió como si alguien le acabara de dar un puñetazo. ¿Les ayudaba? ¿Qué fue lo que pasó?
Quería saber por qué, pero no era capaz de decir nada.

Alby continuó.

-Espero que el Cambio no nos dé recuerdos reales, que sólo nos implante imágenes falsas. Algunos lo sospechan, yo sólo lo espero. Si el mundo es tal y como lo he visto... -dejó de hablar y dio paso a un silencio que no auguraba nada bueno.

Eiden estaba confundido, pero no insistió. Si fuera algo importante Alby se lo diría.

-Pero si algo es seguro. Es que no podemos fiarnos de la chica. Ella...ella...nos hizo cosas.

- ¿Cómo de malo era lo que recordaste? -Pregunto preocupado.

-Recordé cosas de cuando era niño, dónde vivía y eso. Y si Dios bajara ahora mismo y me dijera que puedo irme a casa... -Alby miró al suelo y negó otra vez con la cabeza-. Si es real, verducho, te juro que me iré a vivir con los laceradores antes de volver allí.

-Bueno, tal vez no sea real, Alby. Esa gente es mala.

-Bueno, eso no se puede saber-Alby suspiró; estaba claro que la conversación había acabado-. Ve a buscar algo de cenar. Dos días en el Trullo no son nada fáciles.

Eiden estaba listo para salir del Trullo. Además, se estaba
muriendo de hambre. Sonrió a Alby y se dirigió a la cocina en busca de comida.

* * *

La cena fue formidable.
Fritanga sabía que Eiden iría tarde, así que le había guardado un plato lleno de carne a la brasa con patatas, y una nota donde decía que había galletas en el armario. El cocinero realmente lo apreciaba.

Minho se sentó con él mientras comía para ponerle al día de algunos hechos que habían ocurrido en esos dos días, como que Thomas también había sido encarcelado.

Cuando terminaron, Eiden regresó a la cabaña en la que había estado durmiendo desde que llegó.

Varios chicos daban vueltas por el Claro a aquellas horas, pero por lo demás reinaba el silencio, como si todos quisieran irse a dormir y acabar el día de una vez por todas. Eider no se quejaba; eso era exactamente lo que le hacía falta.

Recogió las mantas del suelo y se acurrucó contra la cómoda hamaca.

En la cena, Minho le había contado una vieja historia, una de las cosas extrañas y al azar de las que se acordaba, sobre una mujer atrapada en un laberinto. Había escapado por no apartar nunca la mano derecha de las paredes del laberinto y por deslizaría a lo largo de ellas durante todo el camino. Al hacerlo, se vio obligada a doblar a la derecha en cada giro, y las simples leyes de la física y la geometría le aseguraron al final encontrar la salida. Tenía sentido.

Mañana Minho y Thomas tal vez encuentren la salida y podamos salir.

«Mañana».Aquella palabra flotó en su mente hasta que, por fin, se quedó dormido.Deseando que Minho estuviera allí con él.

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Where stories live. Discover now