Capítulo 15

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Eiden reflexionó acerca de Alby. Había considerado una gran
hazaña por parte de Thomas el salvarle la vida y traerlo de vuelta de una noche en el Laberinto.

¿Pero había valido la pena? Ahora estaba sufriendo mucho, atravesando la
misma experiencia que Ben. ¿Y si se volvía loco como él?

El crepúsculo cayó sobre el Área y los aullidos de Alby seguían rondando el aire. Era imposible escapar de esos horribles sonidos. Eiden finalmente
convenció a los Docs. de que lo dejaran ir -exhausto, adolorido y vendado-,
harto de los gemidos angustiantes y desgarradores del líder.

No tenía idea de que fuera posible sentirse tan agotado aun después de haber dormido algunas horas. No podía trabajar en el estado en que se hallaba, por eso había pasado casi todo el día en una banca de la cocina, sumido en la desesperación.

Le dolían todos los músculos, estaba cubierto de moretones de la cabeza a los pies. Pero todo eso junto no era tan terrible como la pesada carga emocional de lo que había pasado la noche anterior. Parecía que la realidad de su nueva existencia finalmente se hubiera instalado en su mente, como quien escucha el último diagnóstico de una enfermedad terminal.

¿Cómo puede ser que alguien llegue a ser feliz viviendo de esta forma?, pensó.

¿Cómo puede ser que alguien sea tan diabólico como para hacernos esto? Ahora entendía más que nunca la pasión que sentían los Habitantes por encontrar la salida del Laberinto. No era sólo cuestión de huir.

Si Newt y los demás no habían sido capaces de encontrar la solución al enigma del Laberinto después de dos años de búsqueda, parecía imposible que realmente existiera esa solución.

El hecho de que los Habitantes no se hubieran rendido, hablaba más de ellos que ninguna otra cosa.
Y ahora él era uno de ellos.

Ésta es mi vida, pensó. Un Laberinto gigante, rodeado de espantosas bestias.
La tristeza lo inundó como un veneno poderoso. Los gritos de Alby, ahora distantes, pero todavía audibles, no hacían más que empeorar su ánimo. Tenía que taparse los oídos con las manos cada vez que los escuchaba.

Finalmente, el día acabó, y la puesta del sol trajo con ella el ahora familiar
chirrido de las cuatro Puertas cerrándose. Eiden no tenía memoria de su vida anterior a la Caja, pero podía asegurar que habían concluido las peores veinticuatro horas de su existencia.

Apenas anocheció, Minho apareció con algo para cenar y un gran vaso de una sustancia extraña.

-Gracias -dijo, sintiendo una ola de cariño hacia el chico.

Acabó con la carne y los espaguetis del plato tan rápido como se lo permitieron sus adoloridos brazos.

- ¡Esto era lo que mi alma necesitaba! -masculló Thomas en medio de un enorme bocado.

Tomó un gran trago de su bebida y atacó de nuevo la comida.

No se había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta que empezó a comer.

-No es un espectáculo muy agradable -comentó Chuck, sentado en la
banca, junto a él-. Es como mirar a un cerdo muerto de hambre deglutiendo su propio plopus.

-Eres muy gracioso -replicó Thomas con un dejo de sarcasmo en la voz-.
Deberías ir a divertir a los Laceradores, a ver si logras hacerlos reír.

Una expresión fugaz en la cara de su amigo reveló que el comentario lo había herido, pero desapareció tan pronto como había surgido.

-Ah, eso me recuerda algo: eres el tema del día.

Se enderezó. No estaba muy seguro de que la noticia le agradara.

༻нαѕтα єℓ fιиαℓ (мιинσ у тυ)༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora