✏Capítulo 4.

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El sonido del timbre resonó por toda la casa. Kyungsoo se encontraba en la cocina preparando pasta con albóndigas para su almuerzo, se encontraba solo, por que sus padres estaban en un viaje de negocios en Japón, así que tenía paz por dos semanas, no es que sus padres pelearan, pero si tenían la maña de tratarlo como un bebé.

Le bajó al fogón donde se encontraba la pasta y lavó sus manos que tenía antes en las albóndigas que estaba preparando, se aseguró de que todo estuviera en perfecto orden y caminó a su paso hasta la puerta. La abrió y antes de mirar quien era, se golpeó mentalmente, sus padres siempre le decían que debía preguntar antes de abrir la puerta, y ahora lo más probable es que fuera secuestrado y vendieran sus órganos o peor aún, que lo vendieran a él. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se apresuró a cerrar la puerta, sin embargo, la persona al otro lado tenía más fuerza y lo detuvo, estaba perdido.

—Hyung... —Escuchó.

—¡Nini! —Gritó dejando que abriera la puerta y lo abrazó sintiendo su cuerpo temblar.

—¿Hyung? ¿Qué sucede? —Preguntó el moreno preocupado, juraba que si alguien le había hecho daño lo golpearía.

—Pensé que era un extraño y olvidé que debía preguntar antes y entonces pensé que iban a vender mis órganos o peor que me iban a prosti-

—No digas eso, jamás. —Lo reprendió, había hablado tan rápido, pero lo había entendido. —Estoy aquí y te cuidaré. —Demandó sin dejar de acariciar la pequeña espalda de su hyung.

—Gracias. —Murmuró calmándose, a veces lo que pensaba se encargaba de hacerlo ver tan real que el pánico se apoderaba de su cuerpo. —Por cierto, ¿Qué haces aquí? —Preguntó, ese día no habían tenido clases, así que le resultaba extraño que el moreno estuviera en su casa.

—Vine a verte. —Susurró sobre su cabello.

Kyungsoo sintió sus mejillas enrojecer, cada que Jongin iba sin avisar siempre decía que era por que estaba aburrido en su casa, o por que quería jugar vídeo juegos, así que el que le dijera eso, le emocionaba, pero a su vez, lo ponía nervioso. Se separó del alto y sin mirarlo corrió a la cocina, no sin antes gritar un "Pronto estará el almuerzo".

Jongin sonrió y se sentó en la mesa esperando a que su hyung terminara, sacó la pequeña hoja color amarillo pastel de su chaqueta y la releyó pensando lo que diría. No es que no quisiera ayudar a Kyungsoo, pero por la salud de ambos y de la casa mejor no se acercaba.

Cuando todo estuvo listo, Kyungsoo sirvió la comida con esmero, siempre lo hacía cuando estaba con Jongin. Llevó ambos platos hasta la mesa y luego regresó por el jugo que había hecho.

—Espero que te guste. —Dijo mientras se sentaba en la silla que estaba frente a él.

Ambos empezaron a comer en silencio, un silencio cómodo en el que estaban a gustos, disfrutando de la presencia del contrario, presencia que ambos querían que durara para siempre. Jongin agarró nuevamente la hoja y la deslizó por la mesa hasta dejarla enfrente del mayor que la miró con curiosidad.

El pelirrojo agarró la hoja y la abrió con lentitud.

Razón 6: Te odio por tus manos.

Levantó su cabeza y miró fijamente a Jongin que también lo miraba, lo estaba interrogando y el menor no sabía como responderle a través de la mirada, así que sin más, recurrió a la opción más fácil, hablar.

—¿Sabías... —Empezó mientras apartaba el plato enfrente suyo, al igual que el del pelirrojo y agarraban con cautela sus manos. —...que es un regalo de lo cielos poder apreciar tus manos? —Preguntó sonriendo sin dejar de mirarlas. —Son tan pequeñas y suaves, que me dan la sensación de mantenerlas siempre ocultas en tus grandes busos, así, nadie las verá, ni quedará tan fascinado como yo. Pero no sólo eso, parecen haber sido hechas por los ángeles, son tan prodigiosas que todo lo que hagas con ellas quedará simplemente perfecto. Aunque... —Se pausó, mirando de reojo el sonrojo en las mejillas de su mayor, eso era condenarlo. —Me gustaría acariciarlas a todo momento, agarrarlas entre las mías cada vez que vayamos a algún lugar, e incluso si es en casa, me gustaría que las protegieras para que nada las dañase y yo, para que nadie pueda maravillarse o correré el riesgo de perderte, ¿Podrías protegerlas por mi?

Kyungsoo tenía su corazón a mil y sentía que en cualquier momento estallaría de todo lo que le podía hacer sentir el menor.

—¿Yo? —Preguntó confuso, él dijo que las protegería.

—Sí, es sólo hasta que yo pueda hacerlo. —Murmuró mirándolo.

—¿Y eso cuándo será? —Sí, no podía ser más evidente.

—Pronto hyung, pronto. —Susurró levantándose de su silla y dando la vuelta para dejar un beso en ambas manos del pelirrojo y luego en su frente.

Aún no podía hacerlo, por que aún no había hecho nada, pero estaba seguro que Kyungsoo lo haría y eso era lo que más lo motivaba.

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