IX. De regreso a mi oficina

Comenzar desde el principio
                                    

"No sabía que tenías tanto control sobre ti mismo", le digo. "¿Debo suponer que el verdadero Saul Mercer está muerto?"

"Por supuesto que lo está", responde Francisco con una voz que se parece más a lo que esperamos de un vampiro. "Pero no te lamentes. Sirvió un objetivo mayor. Me mantuvo alimentado por unas cuantas horas. Y ahora estoy comenzando a sentir hambre de nuevo. ¿Alguno de ustedes se ofrece de voluntario?"

Por supuesto, yo estoy preparado para algo así. A espaldas de William y los demás miembros del directorio, está de más decirlo. Mi oficina es a prueba de vampiros. Lo único que tengo que hacer es presionar con un pie un botón que tengo instalado debajo de mi escritorio.

Sin embargo, no lo hago de inmediato. Quiero información antes.

"No has venido hasta el medio de la calle Abastos, arriesgando tu existencia, para un bocadillo de media noche", le digo. "¿Qué es lo que realmente quieres?"

"Lo mismo que tú", me dice y luego ríe. "La total desaparición dela estirpe de los De la Cruz. De ellos y de las demás familias, por supuesto"

"Yo no quiero eliminar a los De la Cruz", salto a aclarar. Francisco me mira y se ríe.

"Continúa diciéndote eso a ti mismo, niño", me dice. "No creo que ni tú lo creas"

"¿Qué es lo que quieres?", pregunta Dante cambiando de tema, medio porque está interesado medio porque me quiere hacer el favor de cambiar de tema. "¿Por qué estás aquí?"

"Pasaba por el barrio", dice después de un silencio. "Pensé en saludar"

"No puedes estar aquí", interviene Murphy. "Tú has sido exiliado. Si William se entera que estás aquí te matará"

"Me intentará matar, es lo que quieres decir", Francisco camina hasta el medio de la oficina y se sienta en uno de mis sofás. "William no es lo que solía ser"

"Los vampiros son más poderosos conforme pasa el tiempo", insiste Dante."¿Cómo pretendes imponerte a William? Él es más viejo que tú"

"El tiempo no lo ha hecho más sabio", responde Francisco. "Se ha quedado aquí, encerrado en su pequeño paraíso personal. La calle Abastos, en donde ustedes le sirven y trabajan para él. Es muy cómodo. Pero eso lo ha hecho débil. En tres años la ley dice que él tendrá que irse a descansar por unos siglos y será reemplazado por Beatriz. Será todo un escándalo"

"Sabemos cómo es que funciona eso", le digo aun sentado. Con mi pie encima del interruptor. "Nos hemos estado preparando para la ceremonia. ¿Qué tiene esto que ver?"

"Que si queremos deshacernos de William, éste es el momento. Beatriz se despertará con energía acumulada de tres siglos. Hacerle daño en esas condiciones será imposible. Pero William. Él está agotado y cansado. Necesita descansar. Éste es el momento de liquidarlo"

"¿Quién ha dicho que queremos liquidarlo?", pregunto yo.

"Oh, mi querido Erwin", me dice sonriendo. "¿Vas a querer jugar esa carta por mucho más tiempo? ¿Es así como quieres proceder?"

"Necesito más información para tomar una decisión. ¿Cómo piensas deshacerte de William?"

"Tengo un plan", me responde y cruza los brazos.

Espero un momento, pero pareciera que no tiene intenciones de revelar nada más.

"¿Cómo encajamos nosotros en ese plan?", pregunto. Quizás otro ángulo nos revele información.

"El plan se va a ejecutar con ustedes o sin ustedes", responde Francisco.

"¿Para qué nos necesitas, entonces?", pregunto.

"Sería más fácil para la transición a una nueva situación poder contar con ustedes", dice Francisco. Luego me mira a mí más fijamente. "Vamos a necesitar líderes que sepa mantener todo bajo control. Tú, Erwin Martin, eres uno de esos líderes"

Hay un silencio. Francisco está ahí parado, imperturbable. Nosotros no sabemos qué hacer. Murphy, Morgan y Ana lo siguen apuntando con sus armas. Estoy a punto de activar el mecanismo de defensa que nos librará del intruso, cuando Morgan Fix baja su arma.

"¿A qué se refiere con que van a necesitar líderes? ¿En plural?", pregunta. "¿Quiénes los van a necesitar? ¿Usted y quiénes más?"

"Ésa no es la parte importante", responde Francisco inmutable. "Lo que deberían de estar pensando es si quieren ser parte del cambio. Si quieren ayudar a que el Grupo De la Cruz caiga. Y de esa manera, si quieren ser parte del nuevo régimen luego"

"Pero sí es importante", le replica Morgan. Yo permito que insista, porque me parece relevante. Estoy de acuerdo con él. "La decisión de si queremos participar depende de las probabilidades de que el plan tenga éxito. Y eso depende de quiénes están participando. Es información necesaria para poder tomar una decisión responsable"

"¡No!", grita Francisco y da un salto inhumanamente rápido. Cae encima de Morgan y lo tumba al suelo. Su cara está a pocos centímetros de su presa. De su boca salen los colmillos. Sus ojos están rojos. Su piel está adornada por finas venas. Sus manos se han transformado en fuertes garras. "¡No entiendes! ¡No se trata de eso!"

Todos miramos expectantes, pero no hacemos nada. Mi pie está tocando el botón. Murphy y Ana están apuntando al vampiro. No le disparan, supongo, porque al igual que yo encuentran el cuestionamiento de Morgan pertinente.

"No deben pensar en la posibilidad de éxito", nos dice Francisco a nosotros. Para eso ha levantado la mirada. Lo podemos ver mejor. No es una imagen agradable. "Deben pensar en qué es lo correcto. ¿Consideran correcto que estos monstruos estén aquí, haciendo lo que quieren? ¿O prefieren que se vayan?"

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora