Alba Reche y Natalia Lacunza llevan siendo amigas desde que tienen uso de razón. Quedan cuatro meses para que Alba se case con el que creé que es el hombre de su vida.Quedan cuatro meses para que Natalia vea casarse al amor de su vida. Pero un drást...
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Narra Natalia
Abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba en mi habitación. Estaba algo desorientada pero a los segundos recordé donde estaba. Cuando los médicos me explicaron la situación en la me había encontrado esa semana no pude evitar pensar en lo mal que lo habrían pasado mi familia y amigos. Según Capde, si todo iba bien el lunes por la mañana podría volver a casa o incluso antes.
Intenté incorporarme un poco en la cama pero noté algo en el pecho. Bajé la cabeza y la vi. Alba reposaba en mi pecho mientras dormía tranquilamente. No pude evitar sonreír al acordarme de lo pasó ayer noche. Me mordí el labio y pasé mi mano a lo largo de su espalda. Estaba guapísima durmiendo a mí lado. Mis caricias abandonaron su espalda hasta subir a su cuello. Repasé con mis dedos todos sus lunares. Empezó a murmurar cosas que no pude entender, por lo que supuse que se estaba despertando.
-Buenos días, mi amor.- Le susurré al oído. Sonreí al saber que podía llamarla así como algo más que una amiga.
-Naaaat.- Se quejó como una niña.- Déjame dormir 5 minutos más, porfa.- Se acurrucó más en mi pecho. Era una autentica ternura. Estaba acurruca en mí, parte de su pelo estaba en la almohada y mantenía sus ojitos cerrados.
-Venga gatito, despierta.- Ella negó cerrando los ojos con más fuerza.- Los chicos vienen esta mañana y por la tarde me tienen que hacer varias pruebas y revisiones.- Acaricié su pelo y besé su cabeza con ternura.- Y quiero pasar un poco de tiempo a solas contigo, tenemos que hablar de ciertas cosas.- Ella resopló pero asintió sin muchas ganas.
-Está bien.- Se levantó de mi pecho y en ese momento sentí un vacío en él. Se estiró y después se volvió a acercar a mí con una sonrisa.- Buenos días, cariño.- Iba a pegar sus labios con los míos pero se detuvo algo insegura. Agarré su nuca e hice que sus labios chocaran con los míos. Creo que me podía acostumbrar a despertarme así todos los días.
-Y tan buenos, Albi.- Le dije una vez nos separamos. Ambas soltamos una carcajada y yo le dejé un pequeño pico en sus labios.- Estás preciosa.- Le sonreí.
-No digas mentiras anda.- Dijo mientras se tapaba la cara con ambas manos para ocultar su más que evidente sonrojo.- Me acabo de levantar, seguro que estoy horrible.
-No he dicho ninguna mentira Albi.- Aparté las manos de su cara para poder mirarla a los ojos.- Tú siempre eres preciosa estés como estés.- Ella negó sonriendo y se acercó para darme un dulce beso. Estuvimos un rato más entre besos y arrumacos varios hasta que Alba habló.
-A ver, creo que tenemos que hablar sobre la pregunta que te hice a noche.- Volvíamos a estar ambas acostadas. Ella estaba en el hueco entre mi hombro y mi cuello. Acariciaba mi costado sin acercarse demasiado a mis costillas, al mismo tiempo que yo la abrazaba por la cintura.
-¿Es totalmente necesario cielo? Osea estamos muy a gusto así, sin hacer nada.- Hice un puchero mirándola.
-Ah no Lacunza.- Se incorporó un poco.- Has sido tú la que has dicho que teníamos que hablarlo.
