Capítulo 16 ( Prometí convertirme en tu prioridad )

363 43 2
                                    

Después de casi una hora y media dirigiéndome al lugar exacto (donde apostaría todo lo que tengo a que Ian estaba ahí dentro) me quedé congelada aún dentro del auto, tomando todo mi autocontrol por mantenerme serena.

¿Qué carajos le iba a decir a Ashton?

"Hm, pues sí, mira, tengo un hijo, bueno...no, no es mío, pero lo crie yo, ya que tengo un padre de mierda, ¿Sabes? Cosas que pasan."

Ni de broma.

Ashton no me había dicho nada en todo el trayecto, claro que no iba a ser tan estúpido para tratar con una persona que estaba con poco niverl de cordura. Ninguna palabra era alentadora.

—¿Qué haras? —me pregunta de pronto.

Me encojo de hombros con la mirada perdida a la gran mansión en frente.

—No te dejaré ir sola allí, no estás en posición para tratar lo que sea que quieras hacer sola, estás muy alterada.

—No soy insuficiente —solté de golpe, evadiendo su mirada.

—Para nada, pero no quiero que cometas una locura que te vaya a costar.

–Sé lo que debo hacer, espérame aquí —iba a abrir la puerta del auto antes de que me detuviera.

Su mano estaba fría contra mi piel.

—Por favor, déjame...déjame acompañarte.

Nos quedamos así, esperando a que alguno de los dos cediera, por suerte para él, yo no estaba en tener una guerra de poder con él. Gruñí en respuesta

Nos bajamos y caminamos hasta la entrada de la mansión.

Cámaras por todas partes.

Bufé.

Toqué para hacer saber que estaba ahí a través de un botón y por medio de unas bocinas en cada esquina del portón, una voz que reconocía habló:

—¿Quién anda ahí? —era el dueño, steve.

—Ábreme la puerta —mi voz era cortante, seca, demandante.

—¿Eve?

—No tengo tiempo ni paciencia, ábreme.

Un pequeño silencio se hizo notable.

Y justo cuando pensé que iba a tener que recurrir a otros métodos, la puerta se deslizó, permitiéndonos el paso.

Ashton seguía a mi lado con la cabeza en alto.

No se le ocurrió mencionar ni una palabra, no pedir respuestas, nada... y eso lo agradecía.

Entramos por la parte trasera donde estaba el área de piscina y en cuanto crucé la puerta lo ví ahí sentado, como si el mundo fuera suyo.

Bebía algo, más no sabía el qué. Su vista pasó de mí a Ashton y ladeó la cabeza en cuanto lo vio.

Respira, respira, no estalles ahora...

—Eve Giordano, vaya, vaya ¿Qué te trae por aquí? —aquel hombre entre los cincuenta años me recibía con los brazos extendidos, con una media sonrísa plasmada en el rostro y un cigarrillo en la mano. —estás tan grande desde la última vez que te vi.

Habían unas cuantas personas, tres mujeres y seis hombres, pero todos estaban en lo suyo. Solo un hombre estaba sentado al lado de Flavio.

Me tensé. La ira corría dentro de mí, a tal punto de estallar.

Caminé a paso firme hasta donde permanecía él, con total tranquilidad.

No me importó quién estaba, este hombre me iba a escuchar.

El inesperado clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora