Capítulo 3: "¿Quién o qué?

26 2 0
                                    

Hoy es el día, por fin tendré mi casa. No es por ofender, pero ¡por fin me liberé de mi madre! Al fin podré ser libre las 24 horas del día, sin que nadie me lo impida.

Entré en la casa, habían cajas marrones por todos lados, no habían muebles aún. 

Las personas de la mudanza iban bajando las cosas, me sentía poderosa, ya que yo les decía donde iban a poner cada cosa. Algo infantil pero... Todos sabemos que nos emociona cuando podemos tomar el control de vez en cuando.

Era hermosa, de 2 plantas. En la de arriba habían 2 habitaciones, 1 baño y 1 estudio. En la de abajo estaba la cocina, la sala de estar y otro baño.

—Amor, ¿dónde estás? —dije apenas Sebastián contestó su celular.

—En casa, se que prometí almorzar contigo pero creo que quedará para la cena.

—¿Tu madre? —dije refunfuñando, no la odiaba, entendía que quería cuidar a su hijo, pero... Esa mujer me sacaba de quicio.

—Tienes que entenderla, Jodie.

—Lo sé, amor. Iré vaciando las cajas mientras tanto, te amo, besos.

—Yo igual.

Fue un día largo, pero no quitaba la emoción. Miré la hora, ya eran casi las 9pm, Sebastián no tardaría en llegar, decidí ir por Coca-Cola al supermercado que quedaba bastante cerca.

Fue todo normal, la chica que cobraba se notaba que era nueva, era torpe al marcar los productos, yo ya había sido cajera una vez, así que me fijé dónde estaba el encargado, noté a un tipo con calva, regañando a una chica con el mismo uniforme que la que me atendía, supuse que era él. Como estaba distraído, comencé a ayudar a la chica de la caja, ésta se sorprendió pero me lo agradeció.

Estaba volviendo a casa, estaba muy oscuro, pero me relajé, el vecindario era lo bastante seguro como para andar a lo loco. Escuché pasos detrás de mí, supuse que era algún vecino, así que giré la cabeza... Para mi sorpresa, no había nadie, —que cansada que estoy— supuse, luego de unos instantes, esos pasos, volvieron pero más cerca de mí, ¿qué mierda?

Apure mi paso, noté que quien me perseguía también se apuraba, hasta que estuvo detrás de mí, mierda, que frío, una brisa pasó entre mis piernas, miré los arboles... Pero ninguno se movía, era totalmente extraño, estaba sufriendo de frío por el viento y los árboles estaban totalmente inmóviles, los pasos seguían, —Esto es una puta pesadilla, lo sé, lo sé —comencé a susurrar.

Temía darme la vuelta, miré de costado, ¿qué carajo? Notaba como los pasos iban detrás de mí, pero miré mi sombra y no había nada, solo yo y las bolsas del supermercado, me di la vuelta, pero una luz me encandiló, caí del susto y me quedé con los ojos apretados.

—No es de verdad, no es de verdad, no es de verdad. —susurré.

—¿Amor? —¿era él?— ¿Qué haces? —comenzó a reír.

—Es que creí que... —abrí los ojos y vi la hermosa sonrisa de Sebastián, sus ojos color café me miraban intrigados y con gracia.— Nada —suspiré.

—Bueno, creo que estás loca. —Extendió su mano, me jaló y quedé parada.

—Puede ser —Tomamos las bolsas y entramos al auto.

Sebastián comenzó a parlotear sobre su día, pero yo no podía escuchar lo que decía. Una pregunta quedó rondando mi mente, esperando una explicación lógica.

¿Quién o qué me seguía?

DestinoWhere stories live. Discover now