Escena 8. Amores de Verano (Sin Edición)

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Escena 8. Amores de Verano

Es una pena que este verano haya pasado tan rápido y que ya tengamos que volver a lo cotidiano, pero cada momento que viví a tu lado, los llevaré siempre y estarán presentes en mi corazón.

Lucien a Lizbeth, mientras se despedían en el aeropuerto.

Era un verano interminable, no podíamos esperar nada más, el calor era terrible. Estaba con mis amigos en Peccatum, tomándonos unas copas, algo suave, bailando un poco. De hecho, recuerdo que me quería ir, porque estaba muy cansada el agotamiento de la semana, la universidad, el trabajo, estaba muerta y quería dormir toda la noche.

Mis amigos me pidieron de mil formas que no me fuera, que la noche era joven, que era un fin de semana largo, que hace mucho no nos veíamos y me convencieron, me acerqué a la barra y pedí una limonada cerezada, era lo que me mantenía tranquila, durante varias horas vi como todos se divertían mientras yo llenaba la barra de bebidas, y recordaba la falta que me hacía aquel personaje, no lo podía olvidar, pero bueno es hora de intentar pensar en mí.

– Lizbeth, deja de ser tan aburrida y ven y baila un poco amiga. – Me decía Dakota algo tomada.

­– Dakota no molestes, estoy muy cansada, déjame en la barra tranquila, acá estoy cómoda, y veo como otros disfrutan de la fiesta, igual sabes que este ambiente no me gusta, por qué mejor no nos vamos a la playa, compramos más trago y nos divertimos – Realmente necesitaba irme de ese lugar, ya estaba aburrida de los manes que se me acercaban con su coqueteo barato, para poder sacarme a bailar, pero los entendía, llevaba un vestido negro, escotado, de encajes rojos, dejaba ver toda mi espalda, llevaba mi traje de baño, era una presa para ellos, pero realmente yo no quería cazar, ni ser cazada, solo quería quedarme en ese lugar y descansar.

Esa noche nos fuimos a la playa realmente no estábamos muy lejos, nos tiramos en la arena, otros se sentaron, pero lo más importante es que siempre teníamos la oportunidad de hablar y dejar salir nuestros pecados, mientras seguíamos tomando. En una de esas, vino un chico muy guapo a pedirnos candela. Yo le presté mi encendedor. Él estaba sentado con otro grupo cerca de donde nos encontrábamos. Se quedó un rato observándome y después regresó para regresármelo, me encanto su sonrisa y simplemente se fue. No te miento me hubiera encantado hablar más con él, en ese momento.

Era una noche preciosa, se podían ver las estrellas reflejándose en el agua, la luna era encantadora, y lo más rico era que soplaba una cálida brisa. En la playa sonaba de todo, la música era nuestra mejor compañía. Una canción detrás de otra, no importaba el género, simplemente queríamos disfrutar del momento. Había mucha gente, pero no podía quitarme esa hermosa sonrisa de la mente. Entre al mar, cerré los ojos y sólo podía oír mi corazón latiendo aceleradamente.

Deseaba otra cerveza, pero el mar me relajaba mucho, decidí ir por una, y me llevé una grata sorpresa, aquel sujeto que me había pedido el encendedor, estaba sentado con mis amigos, y no tenía intenciones de irse, por mi cabeza pasaron cientos de imágenes y en todas estaba él. Con más ganas quería esa cerveza, me acerqué a mis amigos, me senté al lado de Dakota y no podía evitar escuchar su conversación.

– Gracias muchachos por permitirme estar con ustedes, ya mis amigos se pusieron un poco pesados – lo decía mientras me sostenía la mirada.

– No te preocupes men, más bien toma con nosotros, no tenemos ningún problema con que te quedes – le dijo Ralph con voz muy agradable.

– Me presento de nuevo, mi nombre es Lucien, nací en Estados Unidos, pero mis padres son colombianos y vine a visitarlos, pero decidí encontrarme con mis amigos primero, y mira las horas, pero me estoy divirtiendo. – no me quitaba la mirada, mientras me perdía en sus palabras.

Narraciones Profanas: Lilith, la caminante nocturna.Where stories live. Discover now