Escena 1. El Fruto Sagrado

119 6 0
                                    


El Fruto sagrado

"Ahora ya sabemos que el alma es el cuerpo y el cuerpo el alma.

Nos dicen que son diferentes, porque quieren persuadirnos de que podemos quedarnos con nuestras almas, si los dejamos esclavizar nuestros cuerpos".

George Bernard Shaw

Al verse rodeado de grandes frutos, descubrió un sinfín de oportunidades, para deleitar su apetito, se encontraba solo, rodeado de animales, el único ser pensante, en un zoológico perfecto, paisajes sin igual, lluvias constantes que respiran el aire tranquilo, de un paraíso virgen, que las grandes murallas, separan la pureza de la imperfección.

Lilith pago las consecuencias de sus actos y fue desterrada, pero recreo paraísos, que mostraron el esfuerzo por salir adelante, y la motivación por repoblar terrenos baldíos, con la ayuda de un ángel, dio vida a muchos seres maravillosos, que transportaron la semilla y formaron un mundo que él, en su basto encierro desconoce, Adam, un ser infeliz, y con la perfección de un micro mundo, sin emociones, con vacíos en su memoria y recuerdos de un pecado, que fue borrado, para eliminar esa semilla, que corrompió lo perfecto que se había construido.

En ese paraíso terrenal existía un fruto sagrado, que condenaron a Lilith del perpetuo encierro, que se decía ser perfecto pero era un oasis en medio del desierto.

- Escucha bien, eres el único ser, en este hermoso jardín, recuerda, existe un fruto que te prohíbo; puedes tomarlo todo para ser feliz en lo magnifico de mi obra. Deseo que camines por estos terrenos y jamás te acerques a él... te podrá condenar y tu juicio será el destierro.

Después de escuchar aquella amenaza; él, mira a su horizonte y pierde su vista en un paraíso magistral que cualquiera envidiaría; pero quien, si solo existe él y no hay con quien compartir la inmensidad de la obra divina.

Mientras él caminaba, su creador ensimismado pensaba:

- Un fruto que despierta la inhibición, el placer, la discordia, la virilidad, la dulzura, la traición, la duda, el amor, la fertilidad y la vida. Todavía recuerdo aquella mujer que se rebeló, y sin misericordia me toco expulsarla, ya que corrompió a mis ángeles; mostrándoles el placer del cuerpo y la sexualidad que libera el poder de la mente, más libre y consciente, por eso el encierro detrás de mis magnificas murallas.

Pasaron los días y las noches, en un encierro, vacío, que se llevaba sus esperanzas... y así pasaron 365 años, viviendo a la expectativa de desear algo que siempre se le negó, y él, joven, sin duda y dueño de la inmensidad, que fue puesta a su cuidado.

- Hijo mío, porque es tas tan triste, si todo esto es tuyo, eres dueño y señor de estas tierras, nada cambiara mientras decidas, seguir mis enseñanzas.

Él, en su duda inmensa, y su corazón afligido, sabía que le hacía falta ese ser maravilloso, con el que experimento su sexualidad por primera vez, la madre de la primera descendencia del hombre, Lilith, cómo lo recordaba, si su memoria, fue plagada de recuerdos vagos, que lo alejaban de su realidad y le contesto; Padre, creador de todo lo que mis ojos ven, me siento sólo y la extraño, extraño a mi amor; su nombre era un tabú, impronunciable, al intentar decirlo, de su boca, no salió ni un suspiro, y su duda creció.

- Hijo mío, no te preocupes, entiendo tu soledad, deja que el día termine y tendrás la recompensa por ser paciente y seguir mis enseñanzas, duerme hijo.

Él cayó en un profundo sueño, mientras el creador de todo, sentía miedo, a la hora de dar un nuevo ser, un nuevo individuo, ya que fue traicionado, y no quería sentir de nuevo la aflicción de perder la perfección a la que tardó en llegar, un fiel seguidor, que no pondría en duda su palabra y fuese temeroso a él, el creador de la inmensidad del mundo.

Narraciones Profanas: Lilith, la caminante nocturna.Where stories live. Discover now