XXV

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Diversos tonos rojizos y humos pasionales, o quizá un aura tan fuerte y precisa que no debía ser vista por alguien fuera del entorno. Los dedos temerosos e inexpertos de Jungkook paseaban por la columna vertebral de Taehyung, acariciando cada hueso y cada separación como si fuesen únicos y exquisitos. A pesar de no saber bien que era lo que estaba haciendo los gestos del menor le comunicaban que era un camino correcto, ya que con la suficiente fuerza como para que se tratase de un cariñoso masaje lo electrificaba. Enloquecía.

Las piernas del bicolor se juntaron mucho más, quedando tan unidas a los costados de Jungkook que parecían ser sólo una persona. Unidos, como cadena a candado o pluma a ángel, tal como sus sueños rotos y reencontrados. El pelinegro sintió una emoción repentina dentro de su pecho, además de esos cosquilleos efímeros que corrían por la pelvis descontrolada. Los labios gruesos de Taehyung se acercaron con suma devoción a su nuez de Adán para llenarla de pequeños mordiscos que le sonrojaron aún más las mejillas rubí, y estaba seguro de que sus dedos suaves ciñeron con más ímpetu los huesos del menor. Parecían querer traspasar su bronceada piel, las penas más profundas y miradas cargadas de cosas que realmente no comprendía. Sólo pudo suspirar, un sonido extraño se coló por entre los labios entreabiertos entregados a lo que sea que el bicolor le hacía.

—Tae... Yo no quise hacer ese ruido, salió solito. —Susurró con sus orbes manchados en dorado mirando directo al techo, como pidiendo permiso a los cielos para ser feliz sin ningún tipo de dolor. El bicolor sólo esbozó una tierna sonrisa para luego dejar un pequeño beso, detallando el hueso de su mentón. Palpando, rozando con esos carnosos labios, llegó hasta el lóbulo de su oreja en dónde comenzó con susurros insanos.

—Es normal, pero no los hagas fuerte. No queremos que nos escuchen desde el cielo. —Y besó sobre su oído con ternura, teniendo bien presente que no podría aguantar mucho más tiempo sin rozar esos labios preciosos y llenos de coloridos encantos carmesí. Entonces movió ligeramente su entrepierna de adelante hacia atrás mientras sus dedos juguetones recorrían el cabello negro, realizando bailes extraños y cosquillas mucho más que encantadoras. Como danzas al son de la noche, los ritmos se aceleraron provocando sonidos muy bajos en ambos, esos gemidos cortos que se fundían por las gargantas. Jungkook no sabía por qué su miembro se encontraba tan erecto, y en cierta forma tenía un poco de miedo, pero se sentía tan bien.

¿Cómo algo que podría estar mal se sentía así?

Suspiró largando un aire viciado, acariciando las caderas por ambos lados hasta llegar al inicio de las nalgas del menor. Ciertamente Jungkook no tenía idea de si podía seguir avanzando, sus manos inexpertas temblaron y sudaron frío por momentos mientras que con sus ojos oscuros buscaba alguna forma de observar a Taehyung.

Pero antes de que pudiera hacerlo se encontraba con la batalla de miradas más acalorada del universo, más explosiva y destructiva que los hoyos negros colisionando con galaxias lejanas. Parecía que las nubes eran de un suave blanco algodón y que lograban acariciarlas con las yemas de sus dedos. Y ellos se observaban, con tanta pasión, tanto deseo...

Juntos unieron sus frentes nuevamente, el bicolor decidido a no rozar sus labios para evitar malos momentos y Jungkook pensando en lo precioso que era pasar sus dedos por la espalda lisa de Taehyung. Como si volar por los cielos con sus tres pares de alas no significara absolutamente nada. Prefería perderse entre la inmundicia y la oscuridad, ver como sus plumas doradas caían una a una hacia las llamas del infierno para ser utilizadas como deshechos banales. Todo valía la pena cuando observaba sus ojos bañados en horror, en las tragedias más enormes, cuando se conectaban con algo tan simple como lo era observarse.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHWhere stories live. Discover now