XXII

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—Taehyung, ¿Estás bien?

La voz preocupada de Jimin sonó distorsionada sobre sus oídos, logrando ecos infernales en todo su cuerpo. De repente un frío intenso se apoderó de sus sentidos, como si todo el calor previo se desvaneciera para luego caer en cuenta de que ya no lo rodeaban las llamas ardientes. No logró abrir los párpados hasta el tercer intento, cuando una fuerza descomunal dentro de él mismo le indicó que lo hiciera. Las pestañas vibraron por segundos, recuerdos demasiado borrosos de él y Jimin caminando hacia el patio del colegio, en dónde los árboles abundaban y el césped era poblado.

Las memorias leves de él mismo llorando en el baño con intensidad, sus manos temblantes que ceñían bruscamente sus propias piernas dobladas. Luego el rostro rosado de su compañero, la charla previa a...

—Tae dime algo por favor. —Se escuchó de nuevo un eco a lo lejos, pero pronto su visión se tornó más nítida y precisa. Los bicolor detallaron la escena con lucidez, como aquella forma que tenia Jimin de mecerlo en sus brazos de manera ligera, el semblante preocupado y huracanado. Las sienes le dolieron cuando pasó su lengua áspera por los gruesos labios secos, aquellos que habían sido testigos del horror en su máxima explosión.

—¿Qué... ¿Qué pasó... —Preguntó descolocado, pero aliviando a su amigo por verlo consciente. Los líos dentro de su organismo se vieron de repente más fuertes que nunca, dolor en donde antes parecía no haberlo sentido nunca, la espalda tan ultrajada como si un fierro la pudiese haber partido al medio. Además de que sus ojos se posaban sobre dos bolsas putrefactas que demostraban sólo horror. Sin embargo, todos esos síntomas delirantes eran sólo parte de sus alucinaciones.

Se encontraba recostado sobre el césped y Jimin sostenía su cabeza entre las piernas dobladas.

—Te desmayaste, ¡No sabía que carajo hacer! Pero de repente te desplomaste y tenía miedo de que te haya bajado la presión o algo así. —Taehyung notó que tomaba con insistencia su muñeca, de seguro para rectificar que aún había un pulso cuando ocurrió su ataque. Trató de suspirar lo más fuerte posible, pero ese sólo movimiento de huesos logró ocasionarle un terrible ardor insano. Como miles de hierros quemando sus entrañas pegajosas, la sangre parecía hervir en el peor de los fuegos para luego volverse helada, en una contradicción constante. Jimin lo ayudó a sentarse sobre su trasero, tratando así que respire un poco mejor. Algo que mareó por momentos al bicolor y tuvo que acudir a tomarse la cabeza entre los dedos fríos.

Tratando de recordar...

—Supongo que me bajó la presión...

Alas quemadas.

—Podríamos llamar a tu casa así te vienen a buscar. —Intentó hacer razonar al menor intercalando su mirada entre él y el pasillo que los llevaba a la dirección.

Un ángel colgado.

—Sí... Creo que sería lo mejor...

Jungkook muerto.

Cuando la imagen del pelinegro se coló vilmente en frente de sus párpados abiertos no pudo más que vociferar en su interior. Gritos desgarradores que querían romper a toda costa la garganta maltratada y seca, pero que debían ser escondidas por el contexto. Sus bicolor se llenaron de lágrimas saladas, agua maldita que intentó con todas sus fuerzas reprimir de su interior. Como juzgándose a sí mismo, pidiendo a todos los santos y entidades que alguien se apiade por esos asquerosos martirios.

De igual forma, Taehyung no tenía en cuenta un detalle bastante mayor.

¿Cómo se había librado de una alucinación tan feroz?

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHWhere stories live. Discover now