❝La nueva resistencia❞ ⌊Rookinite⌉〈EDITADA〉

52 | Guarda la calma, Infinite

«¡Oh no...! ¡No! ¡¿Ahora qué hago?! ¡Todo es culpa de Shadow! Agh... Guarda la calma, Infinite. Guarda la calma y... ¡entra en pánico!», pensó el chacal, mientras corría en círculos y agitaba los brazos sin sentido alguno.

Afuera...

—Bien hecho, comandante. Desbloqueaste un nuevo logro: «Activa las alarmas de súper seguridad».

—¡Si no tienes un mejor plan, no intervengas, gata tonta!

—¡¿Ahora qué haremos?! —gritó el erizo plateado, angustiado.

—¡Yo digo que toquemos la puerta y digamos que es una pizza! —intervino Charmy.

—¿Alguien más tiene un plan? ¿Nadie? Bien, pues... me rindo. Blaze, Espio, ¿qué tienen planeado?

—Es más complicado con las alarmas de seguridad encendidas, pero... Planeamos llamar la atención del doctor Eggman con mis llamas. Ustedes procuren hacer todo el ruido posible. Cuando el doctor salga, Espio usará su camuflaje de camaleón y entrará junto con Eggman sin que él lo note, desactivará el bloqueo, encontrará a los chicos y abrirá la puerta para escapar. Fácil.

Todos quedaron boquiabiertos ante el plan de Blaze y de Espio.

—Pues eso... —balbuceó Knuckles.

—¡Eres brillante, Blaze! —exclamó Silver, con sus pupilas como estrellas—. ¡Es un plan genial, y puede funcionar! ¡Hay que intentarlo!

—Bien, Blaze —le llamó Espio—, puedes comenzar con la primera fase del plan.

La gata purpura usó sus poderes piroquinéticos en la entrada del laboratorio, incendiando algunas cámaras y parte de la entrada al laboratorio. El doctor respondió enviando varios robots Eggpawns los cuales fueron fácilmente derrotados por Silver, Knuckles y los demás, hasta que, luego de unos minutos de intenso combate, mientras las abrasadoras llamas de Blaze seguían consumiendo parte de la entrada al laboratorio, el doctor salió de su escondite.

—¿¡Qué están haciendo, imbéciles!? ¿No ven el daño que le hacen a mi preciado laboratorio? —habló el doctor, atravesando la entrada principal, mientras que Espio, camuflado, entraba al laboratorio.

—¡Nada que te importe! —gritó el equidna.

—¡No me hagas enfadar, Knuckles! —gruñó el doctor, liberando robots más y más fuertes.

Por otro lado, Espio ya se había liberado de su camuflaje, y se desplazaba habilidosamente tratando de encontrar a los chicos, los cuales venían ya corriendo hacia su dirección.