Alexandria parece ser el Edén en medio de aquella catástrofe que tiene al mundo rodeado de oscuridad, sin embargo, parece que un huracán persigue a Daryl y a su grupo a donde quiera que vayan.
Para Skyler Walsh encontrarse con aquellos sobreviviente...
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Me removí inquieta por el espacio silencioso, donde podía apreciar casi como gritos el sonido de mis botas golpeando contra el suelo de madera lustrosa. Tragué duro, admirando el librero repleto de curiosos materiales de lectura y aguardé impaciente, angustiada por no llevar un arma en las manos.
Era triste el hecho de considerar que la única forma en que me podría sentir más calmada era solo teniendo algún objeto punzo cortante o una pistola entre los dedos, quizá en el cinturón, a pesar de que grandes murallas rodeaban el complejo y aquí olía a fresco.
Yo desentonaba y me dio algo de inquietud el seguirme moviendo inspeccionando todo. Mi suciedad y mal olor seguro se quedaría impregnado en el sofisticado y hogareño cuarto y me generaría vergüenza; seguro que volvería solo para poder limpiar, apenada por los inconvenientes.
La pequeñita mujer volvió con una sonrisilla solemne entre sus delgados labios. La camisa rosa pastel le daba un aspecto alegre y cariñoso, con el pelo ordenado y sus brillantes ojos analizándome cuidadosos en ese forzado gesto de su boca para generarme confianza.
Agradecía el intento. Podía afirmar a que veía en mí lo que uno vio años atrás en los perros callejeros, duda, algo de temor, tal vez rabia, quizá una chispita inocente de esperanza ante la idea de una buena acogida, la idea de un hogar siendo luminosa que podría atraparme como a una polilla.
—¿Te molesta si grabo nuestra entrevista, Skyler? —Preguntó, señalando a la cámara de video que apuntaba en mi dirección desde hace rato. No iba a negar que eso incrementó mis nervios apenas me dejó aquí sola, alterándome al ver el lente concentrado al pequeño sofá en el que debía tomar asiento.
—Un poco —murmuré, apenas pudiendo alzar la mirada un poco. Me oculté entre las hebras castañas y maltratadas de la melena salvaje que yo llamaba pelo y la admiré asentir comprensiva en tanto tomaba asiento en el mueble frente al mío—, ¿es demasiado necesario?
—Aquí somos transparentes, Skyler...
—Solo Sky, por favor —pedí, con recuerdos amargos invadiéndome en la cabeza.
La pelirroja no añadió nada. Pareció estudiarme con cautela, dejándome ser. Seguí balanceándome de un lugar a otro, mis orbes recorriendo cada detalle para tratar de entender cómo es que llegué a este lugar, pero sobretodo, cómo era posible que existiese.
—¿Te molesta si grabo nuestra entrevista... Sky? —Repitió.
Habían pasado ya tantos meses desde aquel tenso y extraño momento, sin embargo podía continuar recordando con facilidad el aroma a lavanda que impregnaba el acogedor cuarto al menos hasta que mi sudor y sangre seca pegada a mi piel perfumó su interior.
