Capítulo 36: Mal Acompañados

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ANTERIORMENTE EN ZONA DE AMIGOS:

—Nos tenemos que refugiar en el castillo —Sammy dijo en voz alta lo que todos pensaban.

La luz de un relámpago iluminó la habitación, reflejando la gigante cruz en las superficies. Las linternas de Polo y Maddie desaparecieron, al mismo tiempo que se escuchó el grito de Sammy. Jayden corrió hacia ellos, dejando mi lado.

—¡Jayden! —dije con el poco aliento que tenía. Estaba tan contenta de haberlo encontrado.

De pronto, se escuchó que algo se cayó detrás de nosotros. Brinqué del susto y volteé a ver a Jay. En un silencioso acuerdo nos echamos a correr.

Estaba con la espalda pegada a un lado del cofre, mi costado izquierdo recargado en la pared. Jayden estaba de frente a mí, actuando como mi escudo.

—Minish —lo dijo tan bajito que realmente me di cuenta de que habló porque sus labios rozaron muy ligeramente con los míos cuando pronunció la "sh."

Regresé mi mirada a sus hermosos ojos esmeraldas, pero estaban cerrados y sin ningún otro aviso, sentí sus labios en los míos.

—¡¿Minnie?! ¡¿Jayden?! ¡¿Dónde están?! —escuchamos a Maddie gritar. —El fantasma era un mapache —se rió.

No había peligro de muerte... Y Jayden y yo... Habíamos... ¡Puta madre!

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No estamos solos Solo mal acompañados Prisioneros de otros brazos-Mal Acompañados de Mau y Ricky-

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No estamos solos
Solo mal acompañados
Prisioneros de otros brazos
-Mal Acompañados de Mau y Ricky-


La luz brillante del sol estaba intentando colarse entre mis parpados cerrados. Solté un quejido, me di la vuelta y aplasté mi cara contra la almohada. Después me arrepentí, ya que despedía un olor a humedad espantoso. Liberé mi cara de ahí y me la tapé con una toalla. No estaba segura de cuanto tiempo llevaba dormida, pero sabía que era poco.

Ahora, era cuando me reprendía por no cerrar el dosel de la cama, pero cuando llegué a esa habitación seguía fuera de mí misma.

La cosa era que mi almohadilla estaba en la camioneta, las llaves las tenía Jay y, como era una cobarde y no quería afrontar las repercusiones de mis actos, terminé con la almohada hedionda que encontré en una cama del castillo. Gracias a Dios, traía una toalla en mi mochila, la cual recuperé después de mucho vagar por los pasillos, y la pude usar de cobija.

¡Anoche besé a Jayden!

O él me besó... detalles. El punto es que nuestros labios se tocaron.

El beso fue producto del miedo. En ese momento yo hubiera jurado que el día de hoy no iba a estar con vida, ya sea por culpa de un fantasma o de un ladrón, pero estaba segura de que eran mis últimos momentos. No quería retirarme de este mundo con arrepentimientos, así que, mi curso de acción más sensato fue besuquearme con Jayden. Sonaba como lo más lógico en ese entonces.

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