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Sabía que solo tenía que tocar la mano del hombre para copiar su singularidad, así que cuando me di cuenta de que el villano estaba cerca no dude en tomar la mano del hombre. Él sonrió con satisfacción y con mi ayuda pudo luchar contra aquel villano. Pero cuando estuvo a punto ganar escapó.

--Diablos, si tan solo estuviera en mejores condiciones iría tras él-- gruñe el hombre cayendo al suelo.

--Señor, hay mucha sangre-- suelto preocupada corriendo a él.

--Lo haz hecho bien para ser solo una niña, gracias, y lamento haberte echo pasar este infierno-- comenta tosiendo sangre.

--____ no se arrepiente, así que no diga eso señor, ____ irá rápido a buscar ayuda-- digo levantándome, pero el hombre me detiene cogiendo mi mano.

--¿____ es tu nombre? Es bonito, pega con tu imagen-- dice casi susurrando.

--Escucha ____, será mejor que te vayas, ¿Si? Ya has echo suficiente por mi, no creo que sobreviva a esta herida, así que vete antes de que alguien más venga.

--____ le devolverá su singularidad antes de irse-- digo sujetando su mano, pero el hombre ya no respiraba.

Asustada coloco mi mejilla en su pecho, sin importar que tenga sangre, y trato de escuchar su corazón, pero solo había silencio.

--¿Señor? Por favor, no preocupe a ____, señor abra los ojos, ____ debe devolverle su singularidad, no-- mi voz se quiebra y siento las lágrimas caer por mis mejillas hasta terminar en las ropas del hombre.

--No muera, por favor.

.

--¿Sucede algo pequeña ____?-- pregunta mi padre.

Ya era de noche y no le he dicho aún lo que sucedió en la tarde. Cuando llegué a casa me bañé y trate de limpiar mi ropa, pero como la sangre no salía he tenido que tirarla. Me preocupa saber que ahora tengo la singularidad de ese hombre, y que esté muerto me atormenta más.

--¿Pequeña ____?.

--¿Eh? Estoy bien papi-- contesto sonriendo de la mejor manera.

Él frunce levemente sus cejas, pero no dice nada y deja el plato de comida frente a mi. En completo silencio y lentamente termino la carne y el arroz. Cuando ya no queda nada dejo mi plato en la pileta y me dirijo a mi cuarto alegando que estoy cansada. Mientras acomodo mi cama chillo aterrada al ver mis manos llenas de sangre, así que corro al baño para lavarme, pero grito buscando la ayuda de mi padre cuando ésta no abandona mi piel.

--¡¿____ que te sucede?!-- suelta mi padre preocupado apareciendo por la puerta.

--Papi, mis manos, la sangre, no se va-- chillo llorando y sin dejar de fregar mis manos.

--Mierda ____, te estás lastimando-- gruñe cerrando la llave del agua y sosteniendo mis manos, las cuales ahora no tienen nada, solo están rojas por el frecuente fregado.

--Pero, tenía, yo las he visto llenas de sangre-- murmuro confundida y no puedo evitar llorar más.

--¿Qué sucedió?-- pregunta seriamente, como nunca lo he visto hasta ahora.

Entre llantos empiezo a contarle todo y mi padre espantado me abraza, tratando de calmar mi sufrimiento.

.

Desde ese momento ya nada era igual.

.

Le tomé miedo a mi singularidad, lo que provocó que dejará de utilizarla. Al cabo de unos años mi padre me compró unas catanas cuando se fue de viaje. Para ese momento ya tenía siete u ocho años y él había empezado a viajar fuera del país, dejándome sola incluso por meses. Entrenaba todo el día con las catanas, lastimando mi cuerpo al no saber usarlas. Cada semana que pasaba me distanciaba más de mi padre y de la gente, empezando a ser más cerrada y hablar con las palabras necesarias. El vendedor que siempre estaba en la esquina murió por un accidente, y tiempo después la anciana Kiri por culpa de unos villanos que quisieron robarle. Cuando menos me quise dar cuenta, ya no quedaba rastro de lo que antes era mi vida. Por último, dejé de visitar a mi madre y al anciano al que siempre le dejaba flores.

No es difícil amar ||Aizawa y tu||Where stories live. Discover now