LOS MATONES DEL PATIO

EPÍLOGO

EPÍLOGO

Junto con el manuscrito de su diario, el protagonista dejó unas notas aclaratorias sobre el motivo que le empujó a escribirlo y algunos lugares y personajes relevantes en él. Después de ordenarlas y corregirlas, he creído oportuno incluirlas al final del libro.

LA FINALIDAD DEL RELATO

Quién sabe qué oscuros motivos llevaron a un chico de doce años, en apariencia normal, a tomar lápiz y libreta y escribir casi doscientas páginas de un relato cuanto menos inquietante. Denunciar una triste realidad que por desgracia ocurre en mayor o menor medida en todos los colegios, vengarse de personas que le atormentaron en el pasado inmortalizando sus nombres y fechorías o igual recordar con nostalgia una época y unos hechos que pudieron bien ser ciertos o bien ser solo fruto de una imaginación desbocada. ¿Por qué el protagonista escribió su diario? ¿Es verídico lo que este narra? Aún, a día de hoy, todavía no lo sé.

POLÉMICAS VARIAS

Conviene recordar que el protagonista escribe su diario a principios de los noventa cuando era todavía un niño. Comentarios, opiniones y actitudes xenófobas, sexistas, homófobas, absurdas o terriblemente ignorantes, así como apologías diversas del gamberrismo y el matonismo juvenil, deberán ser vistas siempre bajo este prisma. El autor no ha querido maquillar ni censurar ningún contenido del relato, para no restarle autenticidad.

            Sobre el tema de la violencia contra menores, algo que me pareció injustificable y absolutamente condenable, ya sea por parte de profesores, padres u otros chicos, no pude evitar preguntarle al protagonista. Este me explicó, a su manera, que la inmensa mayoría de las agresiones eran, por decirlo así, de baja intensidad. Por parte de profesores y padres, algún cachete; y por parte de los otros chicos, golpes y coscorrones, que «dolían» en el momento, pero sin mayor trascendencia. Muy raras veces se vio algún maltrato que desembocase en sangre, hematomas o algún tipo de lesión, debido sobre todo a que los chicos eran todavía niños y no tenían gran fuerza física. Las consecuencias en el plano psicológico serían con seguridad mucho más serias. En conclusión, debo decir que todo este asunto es de una extrema gravedad y que tanto las autoridades competentes como la sociedad en su conjunto deberíamos poner todos los medios posibles para evitar que se produzca.

LUGARES DESTACADOS EN EL RELATO

El barrio: comprende el área de Embajadores y sus límites vienen a ser La Latina por el norte, Puerta de Toledo por el Sur, Lavapiés por el este y Ronda de Segovia por el oeste. Durante los ochenta, esta parte de Madrid ha sido abandonada por las autoridades municipales y se encuentra bastante deteriorada. Su población a principios de los noventa se compone sobre todo de ancianos, familias humildes y gente de etnia gitana, a los que se van uniendo cada vez más extranjeros. Resulta evidente que el barrio se encuentra en una etapa de transformación, aunque no se sabe muy bien cuál será el resultado. Los optimistas consideran que tiene un gran potencial turístico y comercial, mientras que los más pesimistas ven en él un futuro gueto.

El cole: el Colegio Público Queipo de Llano es el epicentro de la vida cotidiana para el protagonista de la historia y sus compañeros. Se trata de un edificio antiguo y tenebroso, que fue antaño hospital militar y después reconvertido en colegio público para dar servicio a la gente de la zona. El colegio consta de tres plantas, con multitud de clases, pasillos y recovecos donde esconderse, un campo de fútbol en la parte delantera y uno de voleibol en la trasera, además de dos pequeñas pistas de baloncesto cubiertas. El comedor se encuentra en un edificio contiguo y en él se acomodan los niños, en dos turnos y mesas de a seis, mientras en las cocinas les preparan una comida que muchos chicos consideran poco apetitosa. La mayoría de los alumnos son de extracción social media-baja y residentes en el barrio, y en sus clases se puede ver cada vez más niños extranjeros. En el colegio trabajan una veintena de profesores que, capitaneados por el Dire, tratan de enseñar, educar y controlar los diversos amagos de gamberrismo y matonismo escolar que en él se producen.