—Honestamente no sé cómo hay personas que pueden comer esa atrocidad habiendo tantas cosas deliciosas en este mundo

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—Honestamente no sé cómo hay personas que pueden comer esa atrocidad habiendo tantas cosas deliciosas en este mundo.

— ¿Cómo por ejemplo?

— Cualquier cosa puede ser más deliciosa que una almeja, Jimin. –comentó con cierto desagrado en su voz mientras miraba aquellas cosas extrañas que se encontraban encima de la hielera que el supermercado tenía para ellas. –Además, a ti tampoco te gustan las almejas, ¿cómo que "por ejemplo"?

— Porque quiero escuchar qué tenías para decirme.

El mayor volteó para mirar a Jungkook quién venia tras él con su canasta en mano, muy concentrado en lo que el supermercado tenía para ellos. Por puro capricho de Jimin, decidieron ir al supermercado más grande que había en la ciudad, quizás por eso el menor estaba tan concentrado en el nuevo entorno donde se encontraba y comentando sobre cualquier cosa que no solía ver en el supermercado que concurrían habitualmente... lo cual era absolutamente todo, sin tomar en cuenta que Jungkook es un radio que no se apaga.

Normalmente, Jimin le daba la libertad de escoger todo lo que él quisiera mientras estuviesen ahí y por eso le daba su propia canasta mientras él se quedaba con el carrito de compras. Todo con una sola condición y esa era que no se alejara de él por mucho tiempo... porque eso podría traerle serios problemas.

Se ha batallado mucho para que los híbridos puedan ser permitidos en lugares públicos, todavía no se ha normalizado la presencia de estos seres humanos en lugares donde los seres humanos deberían estar; por ello se creó una ley donde los híbridos pueden andar libremente... pero con una correa y preferiblemente con su dueño al lado, así más o menos como si fueran perros.

Y no está para más decir que a Jimin no le agradaba para nada la idea de tener a Jungkook amarrado con una correa al cuello, era totalmente inhumano. No podía evitar mirar con desprecio a aquellas personas que no se inmutaban a la humillación pública que sus híbridos se veían expuestos cuando lo halaban por la soga al momento de movilizarse por los lugares. Entiende perfectamente que es mejor tenerlos así que tenerlos encerrados todos los días en la casa, pero hay niveles para hacer las cosas... y llevar a un ser humano por una correa en público es probablemente el nivel más bajo que han llegado las leyes de aquel país. Al momento que se encuentre un híbrido sin correa y sin su dueño, iba a ser llevado sin chistar a la guardería estatal de híbridos y si no eran reclamados en las próximas 48 horas, pues se ponían para adopción -sin tener en cuenta que la guardería era básicamente una cárcel, pero con peores condiciones y con derecho a muy pocas cosas-.

Pero Jimin, siendo el hombre inteligente e indiferente que es, buscó la forma de hacer que Jungkook se paseara como quisiera cuándo quisiera pero de manera cuidadosa. El menor tiene la ventaja de tener orejas pequeñas, y su colita no era algo que sobresaltara tampoco ya que es literalmente una bolita blanca de algodón; Jimin no solía alardear de ello, pero se sentía orgulloso de tener un híbrido tan elegante como lo es Jungkook, ya que sus atributos son delicados, encantadores y minimalistas. Si Jungkook formara parte de esas pasarelas de híbridos donde las personas pujaran hasta el último centavo para obtenerlos, está seguro que él sería uno de esos híbridos simplemente por el aura galante que le poseía. Además, el chico era bastante apuesto; pero seguía siendo un híbrido y debía tener cuidado con él.

¿La solución? Una gorra y hoodies anchos. Ya, simplemente eso.

Para que Jungkook saliera de casa sin tener miedo de ser atrapado, solamente tenía que usar aquel estilo de ropa que escondiera sus peculiaridades y listo. Y para su suerte, ese es el estilo que más predomina en sus gustos así que no se le haría difícil adaptarse a las intensas y descaradas situaciones.

Sin embargo, una pequeña ola de pánico atravesó el cuerpo de Jimin cuando se percató que la mano de Jungkook había buscado su camino a su abdomen y comenzaba a llevar a cabo aquella maña que tenía desde que lo conoció; al hoodie subirse un poco, dio a relucir el relieve que hacia la cola de Jungkook dentro de sus pantalones deportivos que se movía de lado a lado por la calma que le producía tener su mano acariciando su vientre.

—  ¡ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ! –gritó en un susurro quitándole la mano disimuladamente del estómago y acomodando el hoodie en su parte trasera. Cualquiera que los viese, hubiera visto la típica escena de una madre regañando a su hijo en privado en un lugar con mucha gente, pero solamente eran dos jóvenes adultos haciendo las compras. El menor sin darse cuenta de lo que hacía se sobresaltó y miró al castaño con confusión, a lo que este solamente le bastó mirar a su alrededor para que el pelinegro se diera cuenta  de lo que había hecho mal.

Jiji, perdón.

Jimin encontró increíble el hecho de que Jungkook le sonrió traviesamente mientras se disculpaba, como si el simple hecho de ser descubiertos no les iba a traer un horrible problema a ambos, pero ¿qué podía hacer aparte de mirarle y no sentir más que un inexplicable cariño hacia él? No podía hacer nada, solo suspirar y vivir con ello... y no era que la idea le disgustaba tampoco.

Pasaron varios minutos y ambos seguían caminando por los pasillos del supermercado recogiendo lo que necesitaban y otras cosas extras por simple antojo. Sin embargo, el menor estaba un poco inquieto... demasiado inquieto vamos a decir. Quizás había escuchado la llamada que hubo entre Jimin y su jefe la noche anterior y ustedes no tienen idea lo mucho que le costó fingir estar dormido después de haber escuchado dicha noticia... Demonios, puede apostar que cuando por fin pudo dormir, lo hizo con una sonrisa en los labios.

Jimin es el orgullo de Jungkook, y todo lo que él logre, Jungkook siente que lo logró también.

Entonces él, feliz y emocionado de poseer un gran sentido de tomar la iniciativa ante todo lo que se proponía, decidió preparar el postre favorito de Jimin para recibirle con una gran sorpresa el día de su ascenso... Un cheesecake.

¿Tenía idea de cómo diablos hacer un cheesecake? No.

Pero ¿aprendería cómo hacer uno? Sí, sí y sí.

Y esa era la raíz de su inquietud. ¿Cómo podría decirle a Jimin que tenía que ir a comprar los ingredientes de un cheesecake? No era tan fácil cómo decir "Hey, tengo antojos de comer cheesecake, iré a comprar los ingredientes ¡No me tardo!" Porque el menor definitivamente no era muy devoto a la cocina y eso se vería extraño. Hablar mentiras no era una buena opción, Jungkook es lo más cercano a una mierda cuando se trata de hablar mentiras. Tampoco podía decirle que era para él... entonces ¿qué demonios hacía?

E independientemente de todas aquellas respuestas con alguna base lógica que la respaldara, Jungkook decidió optar por la menos funcional, irse sin que Jimin se diera cuenta para regresar lo más rápido posible.

Y así lo hizo, pero había un sólo problema; es que Jungkook no conocía este supermercado y fácilmente podía perderse... pero ya era demasiado tarde cuando se vio en medio de un caótico tráfico de personas, los ingredientes del cheesecake fuera de su vista y Jimin probablemente muy, muy lejos de él.Eso simplemente le hizo chasquear la lengua y cerrar los ojos para respirar profundamente. Jungkook no era el mismo de antes, no es ni siquiera la sombra de la persona que él era hace cinco años atrás, ya él podía valerse por sí sólo y resolver sus cosas como cualquier otro ser humano de su edad. Su pobre decisión no iba a arruinar su tarde ni la de su hyung así que con actitud, remangándose las mangas de su hoodie, llevando su cabeza en alto y su canastita en mano, emprendió camino por los pasillos encontrándose milagrosamente con el queso crema. Al menos por algo estamos comenzando.

El mayor sin percatarse de nada aún, paró en seco cuando juró ver un cuerpo a lo lejos que conocía jodidamente bien... y aunque su presencia no es poco grata, preferiría mil veces no tener que recordar aquellos sucesos que venían con dicha presencia.

—Yo lo siento Jimin, pero es que realmente necesito que te quedes con él. No puedo quedármelo y él necesita a alguien.

— ¡Pero es que yo no tengo idea de cómo se hace esto, todavía no sé cómo vivir con él! –Su mano desesperada se abrió camino en su maraña de pelos mientras observaba aquella pequeña figura que se encontraba durmiendo plácidamente en el sofá de su apartamento. El estrés y la ansiedad se apoderaba de su cuerpo a medida que los días pasaban, y el pesar de la universidad tampoco le dejaba pensar correctamente... todo esto era un maldito desastre.  –No puedo, no puedo, no puedo...

— ¡Escuchame! –Interrumpió su pequeño episodio de negación agarrándolo por el cuello de su camisa y acercándolo a su rostro, sólo así logró que se calmara. –Tú sí puedes, tú puedes y estoy seguro que puedes, no permitiré que tu actitud pesimista termine de arruinarle la vida a Jungkook, ¿Entendiste?

— Tú hablas como si fue mi puta idea aceptarlo, como si no me rogaste con tu amiguito aquel que lo cuidara por varios días en lo que terminabas de resolver un "asunto" –Hizo comillas en el aire. – ¿Le iba a decir que no a un maldito policía? Esto que estás haciendo es abuso de poder. Y quítateme de encima.

La lengua llena de veneno y fuego de Jimin hizo que el mayor le soltara casi al instante, todo lo que él había dicho era verdad y no había forma de refutarle. Era difícil admitir que él tenía la razón, pero su corazón que se encontraba colgando peligrosamente en un hilo no le dejaba ver claramente, su norte era convencerle de que se quedara con él y que le diera una vida digna... él sabía que podía dársela. Su intuición le obliga a creer que aquellas semanas que el joven híbrido pasó bajo el cuidado de Jimin fueron probablemente los únicos momentos de tranquilidad que pudo en sus catorce años de edad, nunca le había visto dormir con tanta paz.

— Jimin, tú sabes su situación, sabes por lo que ha pasado y sabes que en una maldita guardería lo tratarían como la mierda. No permitas que él vuelva a una familia mala, por favor. –A este punto le rogaba con el ese sufrimiento que su alma había acumulado durante aquellos años de trabajo donde él tuvo que ver personas como Jungkook morir. A este punto no le importaba aquellas lágrimas de dolor que bajaron por sus mejillas sin ningún aviso. A este punto no le importaba los sollozos que amenazaban salir por su garganta. A este punto no le importaba el silencio de Jimin. A este punto solo le importaba Jungkook.

—No puedo si quiera cuidarme a mi ¿cómo lo cuidaría a él?

— Estoy seguro que has hecho un buen trabajo. No le había visto nunca con ropa limpia y cómoda. –Fijó su mirada empañada en el pijama y calcetines de Iron Man que cubrían el pacífico cuerpo del niño durmiente. Sabía que Jimin se la había comprado.

—No le iba a dejar con aquella ropa que traía cuando me lo entregaste. –Bufó por lo bajito mientras dirigía la mirada a otro sitio que no fuese Jungkook. Una sonrisa amenazó por salir del rostro del mayor, estaba más que seguro que Jimin -aunque casi no se percibía- le importaba Jungkook, si no lo hiciera entonces ¿Por qué se había molestado incluso en comprarle las y aquel peluche que tenía entre sus brazos?

— ¿Por qué no aceptas que tienes el poder de cambiarle la vida a este niño y damos esta conversación por terminada?

— Porque soy un niño aún. No sé nada de cuidado básico. Todo lo que hago es por pura suposición y adivinanza, no puedo pasarme toda mi vida suponiendo y adivinando.

— Jimin, tienes 20 años... ¿Cómo que no sabes nada de cuidado básico?

— Si hubieras estado presente durante mis primeros meses viviendo en este apartamento solo, no me estuvieses sobreestimando como lo estás haciendo ahora. Yoongi, ¿Qué te asegura a ti que no soy cómo aquellas personas que lo tenían antes? –Tomó asiento en otro sofá más pequeño, había espacio para sentarse donde se encontraba el niño de pelo azabache -que en este momento se encontraba roncando- pero decidió darle su espacio... su instinto le decía a gritos que necesitaba descansar. –No me conoces.

—No te conozco, pero soy policía. –Tomó el dobladillo de su camiseta negra y limpió sus lágrimas sin inmutarse, el menor de ambos no se había dado cuenta que había llorado. – ¿Crees que no te investigué antes de entregarte a Jungkook?

— ¿Qué tanto investigaste de mí?

— Lo suficiente como para saber que ni tú ni tu familia tienen algún expediente remarcable.

— ¿Y cómo-

— ¿Puedes dejar de hacer preguntas, por favor? –Interrumpió sintiéndose estresado, estaban desviándose el punto. – Sabes para qué vine y no fue para que me cuestionaras. Te quiero dar tiempo para que lo pienses, pero eso implica quedarte con él y parece que no lo quieres cerca de ti. – Ante estas últimas palabras Jimin bajó la cabeza fijando sus ojos al piso... más o menos como si estuviera avergonzado. No solía utilizar psicología para poder convencer a las personas que hicieran lo que él quisiera, pero se vio obligado cuando vio que Park era un hueso duro de roer... y no le culpa, para nada. Sabe el pánico que debe haber dentro de él al tener que lidiar con un niño completamente dañado, mientras es un estudiante universitario de tiempo completo y sin previo conocimiento de qué tipo de responsabilidades conllevaba tener un híbrido. Pero es que no podía permitir que llevaran a Jungkook a la guardería, y sabe que Jimin ha estado cuidando del él en óptimas condiciones ¿Qué tan difícil le era abrir su corazón?

— ¿Qué te da a ti el poder de obligarme a quedarme con él? Solo quiero que me respondas eso y te doy mi respuesta.

— Jimin, no puedo obligarte a quedarte con él pero sí puedo asegurar el cambio que puede haber en tu vida cuando aprendas a ser altruista. –El menor no había dicho nada, así que prosiguió. –Mataron a su mamá en frente de él, no le gustaba dormir en otro sitio que no fuera el piso por miedo a ser golpeado, joder. Le da pánico tener ganas de dormir pero que las luces sigan encendidas, y no confía en absolutamente nadie que no fuera su mamá...  sin embargo aquí está durmiendo en el sofá de tu casa, con un pijama que tú le compraste, con todas las luces de la casa encendidas y por lo que veo su cabello está limpio. Recuerdo cuándo te llamé hace varios días y me contaste que Jungkook decidió preparar el desayuno contigo y reía regularmente. Recuerdo hablar con él y escucharle decir que era raro vivir con alguien tan "afable" cómo tú. No sabía qué diablos significaba esa palabra pero la busqué por internet y creo que ese es el mejor adjetivo que he escuchado decir a alguien sobre otra persona. –Respiró profundamente cuando terminó de hablar, sentía que aquel peso que lo había atormentado desde hace un tiempo se iba desvaneciendo en el aire... realmente pensó que decir las palabras exactas le trajo paz a su corazón lleno de calamidad. Observó que mientras él hablaba, la vista del menor estaba clavada en aquel niño que tantos problemas les estaba dando a ambos. Sin saber qué significaba esa mirada y sin saber qué podría estar moviendo el alma de Park, decidió lanzar una última pregunta con una pequeña chispa de esperanza detrás de ellas –¿Qué eso no es suficiente prueba cómo para entender que tú puedes arreglar un corazón severamente dañando? ¿No es suficiente saber que tú puedes ser la única persona que pueda salvar a Jungkook?

Que no sea sorpresa para ustedes saber que quedarse con Jungkook fue la mejor decisión de su vida. Por encima de su carrera universitaria, por encima de su lugar de trabajo, por encima del dinero, por encima de todo.

Pero hablando de Jungkook... ¿¡Dónde diablos estaba Jungk-

—Hey, Park. Cuanto tiempo.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos y recuerdos que no se percató que su cuerpo seguía moviéndose en dirección de aquella persona, encontrándose inevitablemente en frente de él. Tuvo que fingir una sonrisa lo más rápido que pudo antes de responder... Se le iba a ser difícil concentrarse en la conversación cuando no tenía ni puta idea donde anda Jungkook.

—Sí, Yoongi. Bastante tiempo. –Se acercó para darle un cálido abrazo, tenían mucho sin verse pero su conexión y confianza es lo suficientemente fuerte como para darse un abrazo después de todo. -¿Qué tal todo? ¿Todo bien? ¿Todo en orden?

—Sí, todo corre perfecto. –Respondió con una sonrisa mientras tomaba un desodorante y lo colocaba en su canasta. Aprovechó para ver detrás de Yoongi pero... nada. –Fui ascendido a jefe de departamento hace varios años y estoy viviendo mi mejor vida increíblemente. ¿Tú, qué tal?

—Todo bien, pude terminar la universidad a tiempo, conseguí un trabajo casi al instante en una buena empresa y no me puedo quejar en lo absoluto... es un buen sitio de trabajo, definitivamente.

— ¿Cierto, dónde trabajas ahora? Una vez me dijiste frustrado que no sabías si podías conseguir un trabajo decente  y querías dejar la carrera. –Rio al recordarse de aquel característico episodio por el cual Park pasó, contagiando al castaño con su risa también. Jimin estaba muy consciente de las pocas oportunidades que había para los jóvenes conseguir un trabajo decente cuando salieran de la universidad y Yoongi desafortunadamente estuvo presente en una de sus regulares sesiones de despotricar al "maldito gobierno fascista" cómo él solía llamarle.

— Constructora Hughes, mánager de proyectos. –Sonrió con orgullo mientras recordaba su primer día entrando como un simple asistente en el área de proyectos, no le tardó mucho escalar de posición. Jimin era un tigre en el área de trabajo. Notó como los ojos de Yoongi se abrieron levemente junto con su boca y alzó el pulgar en aprobación, estaba muy feliz por él. – ¿Te acuerdas de Hoseok? Él me ayudó mucho en el área laboral.

Yoongi no evitó reír y echar su cabeza para atrás en el proceso, claro que se acordaba de Hoseok. – ¿Hoseok? ¿Tú amigo el odioso?

— Él no es odioso, qué te pasa. –Sonrió mientras le daba un leve empujón por el hombro. Recordaba perfectamente lo mucho que Hoseok y Yoongi solían chocar en opiniones y uno siempre terminaba yéndose de la casa aunque después terminaran disculpándose. –Sólo que él es... un poco muy radical con sus opiniones, solamente es- ¡Hey! –Recordó de repente, interrumpiéndose así mismo. – ¿Y tú amigo el grandote?

— ¿Mi amigo el grandote?

— Sí, tu amigo el grandote. El que siempre andaba contigo... ¿Cajún? ¿Namseok? ¿Man... cómo era? —Tronaba los dedos mientras trataba de recordar. ¿Cómo podría olvidarse de su nombre? Él era muy cercano Jimin también en esos tiempos.

— ¿Namjoon dices? –Jimin asintió al escuchar su nombre. –Namjoon está bien. Me abandonó ese maldito. –Prosiguió a hablar después de ver la mirada confundida de Jimin. –Sigue trabajando como policía pero en otra ciudad, se mudó después de que se casó y tiene una niña en camino, seguimos en contacto todos los días. –Sonrió mientras recordaba el día en que Namjoon le llamó casi llorando diciéndole que va a ser papá. Lo estimaba mucho, al final del día era su mejor amigo.

— Quién lo diría... Namjoon casado y con un hijo, realmente me alegro mucho. –Comentó Jimin entre risas, recordó cuando Namjoon le tenía un miedo irracional a tener una relación seria con una mujer, era muy gracioso cuando llamaban mujeres al su celular exigiéndole algo más que sexo y él sin nada que decir más que "no estoy interesado" –¿Y a ti, ya te han hecho un amarre?

—Vivo mi vida feliz en el celibato, amigo. –Bromeó con las palabras que su mejor amigo solía decirle, el castaño entendió la referencia y rio con él.

—Yo también. –Comentó entre risas. Yoongi cuidadosamente miró detrás de Jimin y no vio a nadie tras él escondido como un niño de cinco años, como siempre pasaba la vez que se veían.

— ¿Y Jungkook, no andas con él?

Ay... Jungkook. Y vuelve el pánico.

—Sí, él vino conmigo. Pero está en el baño ahora mismo. –Rascó su nuca nerviosamente, realmente esperaba que estuviera en el baño. Pero, si no estuviese en el baño ¿Cómo se haría para buscarlo? ¿Cómo se haría par-

— ¿En el baño solo, sin correa? –Preguntó Yoongi en un susurro para que las personas alrededor de él no escucharan. Jimin no entendió la severidad del asunto hasta que Yoongi le preguntó de esa forma... quizás sí debería ser un poco más cuidadoso. Le hierve la sangre saber que nunca será lo suficientemente cuidadoso para Jungkook.

—No me gusta llevarlo con correa, es degradante y Jungkook no merece eso, él ya ha tenido suficiente. Tenemos nuestra manera de hacer que pase desapercibido y nos ha funcionado a la perfección. –Decidió responder con la verdad y la mirada del mayor todavía no se veía del todo seguro. ¿Cómo podía estar tan seguro de sí mismo?

—Yo entiendo, Jimin. Pero no es asunto de degradación o no, es asunto de ley. Si lo descubren te lo pueden quitar y puedes caer preso. Así que ten cuidado ¿sí? No creo que haya nadie que lo cuide mejor que tú, en ningún sitio lo habrá. –Le sonrió con sinceridad. Recuerda perfectamente el camino que tuvo que pasar Jimin con Jungkook para entender que él era -increíblemente- el indicado. Jimin asintió, teniendo en cuenta lo que el mayor le decía y ahora temiendo lo peor. –Me gustaría quedarme un poco más contigo y así ver que tanto ha crecido Jungkook, pero ya tengo que irme. –Le mostró el mensaje que adornaba la pantalla del celular, tenía que ir rápido a la estación de policías. Jimin pretendió mirar y pretendió entender, más ya ahora no su cabeza no estaba en otro sitio que no fuera Jungkook. Sabía todas las consecuencias que podría traerle andar con Jungkook sin correa, pero escuchar a Yoongi recordárselo le preocupó un poco más.

Dónde demonios estará metido.

Qué demonios podría estarle pasando.

— ¿Tú número es el mismo? -El castaño asintió abstraído. –Perfecto. ¡Te escribiré, Park! –Se despidió caminando rápidamente hacia las cajas registradoras express ya que solo andaba con una canasta. Jimin alzó su mano y la agitó, despidiéndose de la misma forma viendo como su figura se perdía entre el tumulto de gente.

Ahora que se quedaba solo, él sólo con su presencia y su mente brindándole malas jugadas, no sabía qué hacer. Podría llamarle por teléfono pero Jungkook decidió dejarlo en casa. No podría ir a servicio al cliente a llamar a Jungkook por los altavoces porque si aquella pequeña probabilidad de que descubrieran que él era un híbrido se daba, ambos estaban fritos. Su corazón comenzó a acelerarse y la presión de la sangre le provocaba un horrible chirrido en sus oídos privándole de pensar correctamente. Se estaba desesperando y un Jimin bajo desesperación no era el mejor Jimin. Tenía una mezcla de enojo, confusión y miedo... no sabía si se sentía así por sí mismo o por Jungkook, pero deducir eso ahora mismo no sería de mucha ayuda, estar parado en medio de un pasillo pasando tu mano por tu cabello viciosamente sin hacer nada tampoco, querer llorar como una niña mucho menos. Entonces decidió hacer lo que debió hacer desde un principio, salirlo a buscar. No le quedaba de otr-

— ¿Quién era ese, hyung?

Jimin volteó lentamente hacia la voz que preguntaba curiosamente al lado de él. Un imperturbable Jungkook que inocentemente miraba con grandes ojos la dirección de aquel chico que hablaba con Jimin hace varios segundos se posicionó casualmente al lado de Jimin con su canasta en mano, como si no se desapareció por varios minutos sin decirle nada a nadie.

— ¿Qué? –decidió voltear a mirar a Jimin cuando este no le respondía. El mayor acomodó su posición poniendo un brazo en su cintura y la otra todavía en el mango del carrito de compras, cruzando sus pies en el proceso. Jungkook conocía esa pose e instantáneamente supo que se había metido en problemas.

— ¿Cómo que "Qué"? –Le susurró en un tono amenazador mientras le regañaba. Con la mano que tenía en la cintura buscó el brazo del menor con sus dedos apretó la piel descubierta, ganando un quejido de Jungkook mientras se inclinaba dolorosamente. –Oye, que sea la última vez que te desaparezcas sin decirme nada. ¿Comprendes?

—Ah... ¡a-ah! ¡ah! d-duele Jimi- ¡ah! –Se quejaba el menor de la misma manera en que Jimin le hablaba, en susurros. Haló más a Jungkook y le habló en la oreja, de la misma manera calmada y tranquila... pero enojado como si todos los demonios se escaparan del infierno y encontraran su hogar en una persona, y esa persona ahora mismo era Park Jimin.

— Yo sé que duele. –Respondió endiablado hablando entre dientes. Apretó con más fuerza y dobló sus dedos en la piel de Jungkook con más fuerza, este último siseando y ojos cerrados del dolor. –Sabes perfectamente lo mucho que me preocupo por ti y el riesgo que supone tú andar libremente en un sitio ¿Y tú te vas sin avisarme nada, eh? –Jimin seguía regañándole por lo bajito, sin llamar la atención exitosamente como tenía planeado desde el principio. Recordó cómo su mamá le hacía lo mismo cuando él se le iba de al lado del supermercado, no había nada que un pellizcón no arreglara. –Tienes suerte que aparecieras antes de que saliera a buscarte como un loco por ahí. No vuelvas a hacer eso ¿Entendido?

—S-sí, lo entiend- ¡ah! –Otro quejido salió de sus labios cuando Jimin aplicó más fuerza y susurró nuevamente.

— ¿Sí qué?

— ¡S-sí h-hyung! –Con el último aliento que quedaba en su garganta Jungkook pudo hablar, haciendo que Jimin por fin retirara los dedos de su brazo con una mirada amenazante. Definitivamente sí parecía una mamá enojada.

— No debiste ser tan severo, eh. –Se quejó el menor mientras pasaba su mano por el área atacada y miraba a Jimin con un inconsciente puchero adornando su rostro, le era imposible a veces saber que tanta fuerza tenía Jimin cuando quería.

—Debí pellizcarte el otro brazo también. –Contraatacó Jimin. El pelinegro bajó la manga de su otro brazo rápidamente para evitar cualquier súbito ataque en su brazo derecho que estaba por ahora libre de dolor. –Es que yo entiendo cómo se te ocurre irte así, como si nada, sin avisarme, en un sitio donde no habías estado antes. Dime, explícame. –Puso ambas manos en su cintura demandando respuesta del menor que todavía pasaba su mano por su antebrazo.

—Fui al baño, solo eso. –Explicó con el ceño fruncido echándole un vistazo al área afectada que ahora se encontraba roja y palpitante ante los ojos de ambos.

—Podías decirme que ibas al baño, al menos tendría idea de donde estarías y no me dejarías aquí pensando lo peor. –Como quien no quiere la cosa y supuestamente todavía enojado, tomó el brazo de Jungkook y posó un beso encima de la roncha que su pellizcón había provocado, realmente no iba a ayudar en nada pero quería que Jungkook supiera, de una manera u otra, que eso no fue nada serio más que para regañarle.

— ¡Es que realmente me urgía ir, hyung! –Defendió su vil mentira con fulgor. Jimin no debería saber que él andaba como un correcaminos por los pasillos del supermercado consiguiendo todos los ingredientes para su cheesecake sorpresa en tiempo récord. Y tampoco le haría saber. –Si me quedaba un segundo más a tu lado me iba a hacer en los pantalones y yo creo que ya estoy lo suficientemente grande como orinarme en mis pantalones ¿verdad que sí? –Jimin giró los ojos ante la analogía del menor, sabía que de una forma u otra el pelinegro trataba de hacerle olvidar su enojo con alguna de sus ocurrencias, sin embargo seguía agitado. Jungkook pudo aparecer hoy, pero no sabe qué hubiese pasado si no hubiera aparecido.

— Vamos a pagar, ya tengo todo lo que necesito. ¿Tú tienes todo lo tuyo?

— Sí. –Alzó con una sonrisa su canasta hasta el tope. Jimin asintió caminando hacia la caja registradora que milagrosamente se encontraba vacía, pero Jungkook le detuvo cuando este iba a sacar todos los ítems del mismo.

—Deja, yo lo hago. –Lo detuvo mientras él mismo sacaba las cosas y comenzaba a ordenarlas por clase. Jimin le miró confundido. –Tú vete a sentar allí, –Señaló unos bancos que quedaban en frente de la caja donde normalmente se sentaban las personas a esperar por alguien a que termine de pagar. –Yo me encargo, sé que no es la gran cosa pero déjame compensártelo. ¿Sí?

Sin esperar su respuesta el pelinegro empujó levemente a Jimin fuera de la fila, que sin decir nada y con el ceño entrejunto se sentó en uno de los bancos mientras miraba como Jungkook sacaba los ítems del carrito y de su canasta.

Jimin no tenía la mínima idea, pero más que para disculparse, Jungkook tomó la iniciativa de ir él mismo a pagar la compra para que el mayor no cuestionara aquellos ingredientes que no eran para nada común en su dieta. Además, él era mucho mejor ordenando los ítems que el castaño, no era de su agrado encontrar una botella de soda en la funda donde están las pastas. O el pan donde está el cloro. Tenía la capacidad de organizar las cosas y está seguro que Jimin se lo agradecería algún día.

Por otro lado estaba el castaño mirando los movimientos del pelinegro, mantenía una casual conversación con la cajera, con el que estaba empacando la compra e incluso con las demás personas que venían tras él en la fila. Jungkook era un rayo de sol en todos los lados que se desarrollara y eso le llenaba de orgullo. Este Jungkook no es para nada parecido al mismo Jungkook que llegó a sus manos inesperadamente hace cinco años, un Jungkook que no hablaba, lloraba ocasionalmente, con tendencias tóxicamente sumisas, que no podía estar alrededor de más personas que no fuera Jimin... E incluso, para él acostumbrarse a Jimin fue un largo proceso. No quiere tomarse todo el crédito ya que para poder cambiar, la mayor parte del esfuerzo debe ponerla el sujeto, pero Jimin está seguro que él jugó un papel enorme en volver a construir a Kookie de la manera en que él está construido hoy en día, riéndose con extraños que no volvería a ver jamás en un supermercado, comportándose como un ser humano común y corriente, como si no hubiese estado al borde de la muerte hace años. Nadie podría adivinarlo.

Recordó perfectamente las palabras de Yoongi aquel día y de como se quedaron gravadas en su corazón, alma y espíritu. Convirtiéndolas en el motor que empuja su vida más allá y le motiva a dar lo mejor de sí cada vez que está sentado en frente de miles de papeles con cientos de proyectos bajo su mando. Porque sabía que tenía una personita en casa que una vez le dijo sin vergüenza alguna "eres mi orgullo". Sintió que cada momento que pasó, cada lágrima que derramó, cada gota de sudor que recorrió su frente, cada noche sin dormir, cada uno de los riesgos que tomó valió la pena después de aquellas palabras. Se atrevería a decir frente a cualquier persona que Jungkook fue quién lo salvó a él, y tiene tantas pruebas para respaldar aquella afirmación.

Con la tarjeta de crédito del mayor en una mano y la extensa factura en otra, el  pelinegro llamó. —Jimin, vámonos.

La voz de miel de Jungkook le sacó de su trance, mirando como su solecito le sonreía esperando por él mientras el chico que lleva el carrito de compras al auto esperaba pacientemente al lado suyo. Con un poco de letargo pero con una sonrisilla de labios sellados se posicionó al lado de ambos, colocando su brazo alrededor del cuello del menor menor mientras emprendían camino al estacionamiento.

—Ah, por cierto, deberías dejarme pagar más seguido, nos estoy haciendo un gran favor.

—¿Por qué lo dices?

—Tranquilo, me agradeces en casa.

Bun Bun |pjm·jjk|Where stories live. Discover now