Jueves.

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— Oye, hyung. ¿De casualidad sabes dónde está el-

Jueves por la mañana, más o menos las siete y media. Varios días atrás Jungkook no te hubiese creído si le hubieses dicho que estaría despierto un día temprano por la mañana, probablemente se burlaría en tu cara... sin embargo aquí está; divagando por la casa en busca de una crema humectante lo más temprano que se ha despertado en meses. Su hora de ir a la cama se vio tremendamente afectado por las pastillas que se había tomado el día anterior, por eso cayó rendido horas antes de lo que normalmente acostumbra.

Pero así se encuentra él ahora, con una toalla alrededor de su cintura y cabello parcialmente mojado –parcialmente porque recordó que no podía mojarse la cabeza cuando ya tenía medio cráneo dentro del chorro de agua– irrumpiendo la comodidad de la habitación de Jimin, solo para encontrarse con una extraña imagen.

El mayor, recostado boca arriba con la cabeza colgando fuera de la cama se encontraba hablando por teléfono, poniendo el dedo índice sobre sus labios para indicarle al pelinegro que hiciera silencio.

— Sí...sí. No quería que las cosas fueran así, pero de verdad me siento muy mal.

El menor frunció el ceño y ladeó su cabeza tratando de agudizar su oído y escuchar lo que la otra persona decía del otro lado del teléfono, a pesar de ello no pudo descifrar nada más que murmullo ininteligible. ¿Cómo así? ¿Cómo que se sentía mal?

—Lamento no estar allá hoy...Sí, tomaré muchos medicamentos y me cuidaré, gracias. Nos vemos pronto. Y disculpe los inconvenientes, nuevamente. –Colgó, enderezando su postura finalmente y tronándose el cuello por la incomodidad de la posición. Dirigió su mirada al híbrido que seguía ahí, parado en el marco de su puerta con la mano todavía en la cerradura con clara confusión en su rostro.

Con una sonrisa Jimin le dio la bienvenida, no dijo una palabra... mas se sintió cálido. Una bonita, pero rara manera de dar los buenos días. 

— ¿Estás enfermo, hyung? Esto es increíble. No puede haber dos personas dolientes en una misma casa.

— ¿Te parezco enfermo? –Rio mientras se ponía de pie y daba una vuelta en su eje. Jungkook, sin saber qué decir, meneó la cabeza de lado a lado levemente, queriendo decir que no pero al mismo tiempo no. –No quiero ir al trabajo hoy, llamé y dije que estaba enfermo.

— ¿Y por qué estabas acostado de esa forma en la cama? –señaló con el dedo índice el lado del colchón donde el medio torso de Jimin colgaba hace varios segundos atrás.

—Si quieres sonar congestionado, solo tienes que acostarte de esa forma y voilà –El menor sonrió inconscientemente ante la elección de palabras y el gesto que hizo su hyung ante tal consejo, le pareció muy lindo ver como aplaudió para darle énfasis a la palabra francesa que todo el mundo usa pero nadie sabe qué significa literalmente. –Nadie cuestionará tu estado porque sonarás horriblemente enfermo. Apréndete esa, Kook.

Con el guiñó que le dirigió el mayor hacia su persona, Jungkook pareció desfallecer. Tontamente vio como el cuerpo de su acompañante se movía de una manera encantadora por el espacio, acomodando unas prendas de ropa en la cama mientras tarareaba una melodía para sí mismo. El menor no lo entiende, no entiende como un ser humano puede poseer tanta gracia dentro de su cuerpo. No entiende como es tan afable, tan galante, tan utópico y aun así tener, lo que es probablemente para él, el corazón más noble y sincero que hay en la faz de la tierra. Sabe que Jimin está ahí para cuidarlo y darle la vida digna que años atrás nunca creyó poder tener, pero no niega que ha sentido la necesidad de velar por él también y encargarse de que nada rompa esa aura tan única y atractiva que su hyung poseía. Más que un dueño y su mejor amigo, es su alma gemela. Sí, están destinados a encajar como las piezas del rompecabezas más abstracto. Podría-

— ¿Qué pasa, Kookie? Te has quedado ahí en la puerta sin decir nada. –El castaño interrumpió sus pensamientos hablándole de repente, rompiendo el silencio que alguna vez gobernaba la habitación haciendo que Jungkook sobresaltara un poco. Estaba muy alejado admirando a Jimin como para recordarse por qué estaba ahí en primer lugar. – ¿Viniste a buscar algo?

—Ah, eh... ¡Sí!, sí. –Balbuceó nerviosamente mientras se rascaba la nuca bajo la intensa mirada del mayor, que graciosamente le observaba con los brazos cruzados percatándose del limbo donde viajaba el Jungkook. Con mejillas vergonzosamente rojas, habló como pudo. –Me acabé de duchar y estaba buscando crema humectante, ¿sabe dónde está? Me he cansado de buscarla y...

— ¿Estás seguro que has buscado bien?

— Seguro.

— ¿Seguro?

— Segurísimo.

— ¿Segurísimo?

— Segurisisísimo.

— Muy bien, veamos. –Salió por la puerta pasando por el lado de Jungkook, decidido a encontrar el bote de crema humectante que sabía que había comprado ya hace un tiempo. El pelinegro fue tras él como un perrito pero confiando en sí mismo, porque está seguro que había buscado en todos los sitios posibles. –Si lo encuentro ¿qué me das?

—Es que no lo vas a encontrar, hyung. Lo he buscado en todas partes. –habló exasperado, todavía detrás de su mayor que ahora se dirigía al fondo del pasillo donde la habitación de Jungkook se encontraba.  Jimin se detuvo en frente de la puerta con una mano en la cerradura, volteándose a mirar al chico que venía tras él que se detuvo en seco al no percatarse que ya estaban en frente de su cuarto.
— ¿Qué me darás, Jungkook?

La segunda pregunta de Jimin lo dejó en el aire, percatándose ahora que de verdad el mayor quería algo a cambio por hacerle salir de la comodidad de su habitación. Pero ¿Qué podía Jungkook darle si todo se lo daba él? El semblante de Jimin junto con su ceja alzada por no recibir ninguna respuesta alteró los nervios del menor un poco, haciéndole vomitar la palabrería más absurda para tal ocasión. Podría haber dicho "ordenaré tu cuarto" o "limpiaré tu auto", incluso podría ser "te haré el desayuno" pero no.

— Te daré un beso.

Anda la mierda.

¿Conocen el gay panic? En ese estado andaba Jungkook al darse cuenta que no puede desdecir su caótica respuesta y que en estos momentos podría o no podría estar muriendo por dentro. Deseando estar escondido en lo más recóndito del mundo o que se abriera la tierra en ese mismo instante y lo tragara hasta el mismísimo infierno donde él y satanás podrían tener una amena conversación sobre las cosas que no se deben hacer (o decir) pero que de todos modos se dicen o se hacen. Kook se proyectó mentalmente abusando de la famosa combinación ctrl+z si en el mundo real hubiese uno, o de aquel reloj que tenía Timmy Turner que con un "repito" por parte de Cosmo toda la historia se devolvía... El guante de Thanos -ya no tan de Thanos- también sería una buena opción.

—Trato hecho. –Sin más respondió el mayor, que con actitud casual y desinteresada accedió ante la propuesta torpe del pelinegro mientras al fin ya entraba a la habitación.

El menor caminó sigilosamente detrás de Jimin, asomando su mirada cada vez que él movía algo de lugar en el tocador de la habitación; su presión sanguínea se elevaba a tales niveles que solo escucha un prominente retumbo en sus oídos, rezando por que el hombre no encontrase el objeto perdido. ¿Qué demonios le hizo acceder tan... fácilmente? ¿A caso pensaba que era una broma?

Ojalá sí, pensó dentro de su estado pavoroso. 

El castaño caminó hacia el baño y Jungkook decidió quedarse en su sitio, dejando que Sherlock Holmes hiciera su trabajo, o lo que sea que estuviera haciendo. Mientras tanto, había recogido una pelota de hule que se encontraba en el piso y comenzó a lanzarla hacia arriba y atraparla, hacia arriba y atraparla, hacia arriba y atraparla... así se mantuvo varios segundos hasta que-

—Jungkook, ven acá.

Anda la mierda.

— ¿Qué es eso? –Preguntó Jimin con calma mientras tragaba tranquilamente la imagen de Jungkook entrando por la puerta de la manera más lenta posible. El menor desvió su vista a donde estaba señalando Jimin...

Esto es imposible.

— ¡Yo busqué ahí!

— Ah, ¿verdad? –Su ya entrenado sarcasmo relucía a través de su voz mientras se cruzaba de brazos. Siempre es así, siempre pasa. 

— ¡T-Te lo juro, te juro que busqué justo ahí! –Y sí. Jungkook recuerda como hace minutos atrás buscó en este mismo lugar. No, buscó tres veces en ese mismo lugar y le jode la mente ver que ahí se encontraba... como si nada. No podía entenderlo, incluso ajustó la toalla que casi se le cae de la cintura con torpeza, sus ojos no se despegaban del bote color rosado bebé que le decía "hola, idiota" en su propia cara.

—Jungkook, no traes tus lentes. ¿Qué puedes esperar?

— ¡En ese momento sí traía mis lentes!

—Vale, diremos que te creeré. –Extendió su brazo y colocó el bote -ya casi vacío- en frente suyo. Una pequeña sonrisa amenazaba por florecer en sus labios pero pudo manejarlo, ya había sonreído lo suficiente y era demasiado temprano. Odiaba el poder que tenía Jungkook de hacerlo sonreír por la mínima cosa.

— Yo... tú... Ay Dios mío, necesito un momento. –dramáticamente se apoyó del marco de la puerta con un brazo y con su otra mano apretó el puente de su nariz, queriéndose dar tiempo para acomodar sus pensamientos. Juraba... requete juraba que había buscado ahí.

El mayor simplemente le miró de arriba abajo con el ceño fruncido, Broadway le queda pequeño al aparatoso de Jungkook de eso estaba seguro. Con un bufido pasó por su lado saliendo por la puerta, dando la búsqueda por terminada y ya volviendo a su rutina mañanera.

—Cuando termines tu escena, anota las cosas que quieres comprar. Hoy iremos al supermercado.

Cuando Jungkook quería responderle, ya había salido de la habitación, dejándolo solo con el diabólico bote de crema humectante que Jimin mágicamente encontró. Lo tomó entre sus manos y con una mirada amenazadora -como si realmente un objeto inanimado podía inmutarse ante algo- le dijo:

— Tienes suerte de que ya te estés acabando, bastardo. –Giró los ojos mientras vertía el escaso líquido en sus manos para pasarlo por su cuerpo ásperamente.

Bun Bun |pjm·jjk|Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz