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Un insoportable zumbido en mis oídos se hizo presente. Mi cabeza duele como un demonio. Intento abrir mis ojos pero una brillante luz no me lo permite, intensificando el dolor de cabeza.

Un fuerte olor a medicamentos, alcohol y desinfectante llego a mi nariz, causando picazón... intente cubrir mi nariz para evitar el olor pero mis manos no se movían, al contrario... sentía algo alrededor de mis muñecas impidiendo que me moviera, lo mismo con mis tobillos.

No pude evitar entrar en pánico. Abrí mis ojos nuevamente, se fueron acostumbrando a la luz. Levante mi cabeza como pude para ver a mi alrededor.

Estoy conectada a un aparato que muestra mi pulso, ademas de tener una aguja clavada en mi brazo... la cual se conecta a un fino tubo de plástico que llega hasta una bolsa de suero. Me encuentro sola en esta habitación.

Me fijo en lo que llevo puesto... una tipica bata de hospital, una fina sabana blanca me recubre hasta debajo de mis pechos. Me fijo en las cintas que me retienen... las cuales no son cintas.

Mis tobillos y muñecas están atadas firmemente. Son gruesas correas de cuero... y deduzco que también incluye piezas de hierro y plata por la coloración plateada.

Las palmas de mis manos están raspadas y mis uñas estan mas largas que anoche... como si no me las hubiera cortado desde hace tres semanas -considerando que mis uñas crecen lento-.

Intento liberarme en vano, la puerta marrón claro se abre... la enfermera apenas me mira, consciente... sale como alma que lleva al diablo de la habitacion...

-Oiga! ENFERMERA!.- grite en vano.- Tch... malditos humanos.

Espera... que acabo de decir? Humano? Soy humana... no?.

- Deberian repugnarte los humanos.- una voz en mi cabeza resonó, es una voz llena de odio... ademas de ser algo profunda para una mujer.

-Me estoy volviendo loca.- golpee mi cabeza contra la inexistente almohada.

- No estas loca... maldita inepta.- una risa divertida.

-Claro que lo estoy... si no lo estuviera no le estaría hablando al techo.- estoy intentando buscarle la logica.

- No le busques lógica a lo que te pasa... solo acepta lo que eres.- aceptar lo que soy?.- Exacto, descendiente de los primero...

Descendiente de los primero? Que mierda? De seguro debo estar en un hospital psiquiátrico.

-Intenta no hablar conmigo... al menos parece que tuvieras cordura.- la voz desaparece.

Que no hable con ella? A que se refiere, quizas... Ah~ claro, un hombre con algo de edad me ve como bicho raro junto a un doctor. Soy una imbecil...

Me empiezo a reír de la situacion.

-Y ahora que? Me internaran en un manicomio o que?.- el hombre con traje se me acerca.

-No, Señorita Pentecost... el solo viene a desconectarla de todos estos cables.- señala al medico, el cual empieza su trabajo.- Yo vengo a vigilarte, estas a mi cargo.

-Vigilarme?.- sonrió divertida.- Acaso no ve que soy mayor de edad? Tengo mi libertad...

-No ante los ojos del gobierno estadounidense.- revisa su celular.- Nos tenemos que ir, te explicare todo en el camino.

Al darme cuenta ya me encontraba totalmente de los amarres en mis extremidades y de los cables y agujas.

-La enfermera te trajo algo de ropa, esta en la mesilla de la derecha... el baño esta a tu izquierda. Cuando termines toca la puerta.- y sin mas se retira.

Miro a la mesilla, unos vaqueros negros ceñidos al cuerpo... una camisera descubierta en la espalda de color negro y unos botines similares al de los militares.

Salgo de la incomoda camilla y entro al baño con el conjunto. También me dieron ropa interior. Me quito la bata del hospital y me veo en el espejo... no tengo nada fuera de lo normal, ademas de mi tatuaje y unos raspones en mis rodillas.

No le tomo importancia. Me pongo la ropa, es de mi talla...

Salgo del baño, la camilla en donde antes descansaba ahora esta totalmente arreglada. Toco la puerta, como me lo indico el señor... y dos hombres uniformados -como las fuerzas especiales en las películas- entran y empiezan a colocarme una... camisa de fuerza?.

-Hey! Que mierda hacen!.- replico pero me la ponen igualmente.

-No te lo tomes personal... el por la seguridad de todos en este hospital.- los dos hombres me toman por ambos brazos para que empiece a caminar.- Cuando lleguemos a nuestro destino te explicare todo con detalles. Por ahora... controla tus impulsos.

Asenti y empezamos a caminar por los pasillos del hospital. Cuatro hombres mas nos escoltaban... todos armados

Todos los médicos, enfermeros, residentes, pacientes y no pacientes observan este pequeño desfile que estamos dando.

Llegamos a la salida del hospital... la luz del sol me cegó por un momento, pero fue breve. Tres furgonetas nos esperaban... el hombre con traje, yo y los hombres que nos escoltaban... abordamos el segundo auto.

Me recuerda a las escenas de las películas de criminales, cuando transportan al malo en los autos repletos del guardias... es lo mismo en este caso, solo que yo soy la prisionera.

Me sientan en el lado derecho, el señor se sienta frente a mi y los seis guardias se sientan tres de un lado y tres del otro.

Somo en total ocho personas en la furgoneta... diez, contando al conductor y al copiloto.

Siento el auto arrancar y no tengo de donde sostenerme, intento equilibrarme con la ayuda de mis pies.

-A donde vamos?.- hice la primera de muchas preguntas.

-A las afueras de la ciudad, a una base militar del gobierno.- explica el señor.

-Quien es usted?.

-Soy el Agente Raul D'Targander... lider de operaciones de un programa especial del gobierno.

-Trabaja en el pentágono?.- este me observa serio, su silencio me da respuestas.- Entonces es cierto que el pentágono es una instalacion algo peculiar...

Me recuesto a la metálica pared del auto. El silencio permanece... una sonrisa divertida se asoma en mi rostro.

- "Incluso la rosa mas hermosa tiene veneno en sus espinas"...- me habla nuevamente la voz.- Recuerdalo siempre... nosotras somos una rosa con veneno es nuestras espinas...

Una rosa con veneno en sus espinas...








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| Mi Asesina | Saga Cuervos #1Where stories live. Discover now