Capítulo 17

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Todos miraban intrigantes en todas direcciones, argumentativos. Intentaban entrever con sus miradas si alguno estaba entendiendo lo que acababa de suceder. Buscaban una respuesta y el silencio tenso, ese que se había quedado entre ellos, no ayudaba. Helena tenía claro que, si se arriesgaba a ser la primera en hablar, sería para cambiar de tema bruscamente. Y, ese nuevo tema, debía ser menos conflictivo. Imaginaba y, a su vez, esperaba que todos los presentes creerían a pies juntillas que se refería a Carlos sobre sus palabras anteriores. Nadie podría imaginarse, a excepción de Sara y Rodrigo, que pudiera existir otra persona en el medio sobre la que Helena pudiera referirse. Aún menos sobre alguno de los presentes, su acompañante era, prácticamente, un conocido.

La tensión fue rota cuando Daniel carraspeó y, con ello, consiguió que todas las miradas acabaran posadas sobre él. Pareció orgulloso de haberlo conseguido por la sonrisa que colocó a continuación.

— Bueno, Irene, si has dejado de entrevistar a Helena, nos gustaría continuar con el juego. –Soltó con cierto tono sarcástico, haciendo ver que no parecía muy contento con aquella situación que se había creado por su culpa.– Y, de hecho, le toca a tu novio.

Rodrigo pareció despertar de su letargo cuando escuchó al chico hablar y cogió el teléfono para continuar con el yo nunca. El juego comenzó a ser tranquilo y monótono, cosa que pareció molestar a Carlos, quizá también por el hecho de que parecía más confuso a cada segundo que pasaba y tras pensarlo, se levantó de su asiento, dio las buenas noches y desapareció en dirección a su cuarto. Todos se quedaron mirándole sin saber qué decir a continuación, ni tampoco qué hacer.

Pocos segundos después, todas las miradas volvían a estar en la rubia. Ella alzó una ceja, comprendiendo que todos le indicaban que lo correcto era levantarse y hablar con él, intentar solucionar las cosas. Era lo último que deseaba, más aún, teniendo en cuenta que ella no hablaba precisamente de él. Hacía mucho tiempo que aquello había acabado para ella, pero no podía quedarse ahí o levantaría sospechas, o quizá, parecería no tener corazón con Carlos.

Terminó por levantarse, en su mente, la resignación era la orden del día para ella. Siguió los mismos pasos que Carlos había dado, dudando mucho sobre qué debía decir para que la cosa no se pusiera peor. No tenía muchas ideas, ni siquiera sabía cómo empezar el tema, ni cómo afrontarlo en cuanto empezaran a discutirlo. Terminó en la puerta del que era en ese viaje su cuarto, picando con los nudillos sobre la madera de la puerta. El silencio se produjo durante unos segundos que sonaban interminables. Al final, se escucharon unos pasos y cómo abría, finalmente, la puerta de la habitación. Ambos se quedaron mirándose, sin decir nada, durante un rato más.

— No quería que te fueras así por mi culpa. Mi intención no era que todo esto pasara.

Temía que él malinterpretara toda aquella situación, haciéndole crecer nuevas esperanzas que Helena no estaba dispuesta a llenar. No iba a volver a embarcarse en una relación que no la llenaba, donde no iban a ningún puerto, puesto que había acabado enamorándose de otro. Era solo hacerse más daño y volver al punto de partida inicial. Lamentable. Carlos la observaba, seguramente preguntándose qué hacía ella allí, dudando de sus palabras.

— No sé cómo tomarme esto, Helena. Esto es surrealista.

— Lo sé y lo siento.

— ¿Lo sientes? –Preguntó el chico, poniendo una expresión de no entender absolutamente nada de lo que estaban hablando.– ¿Qué sientes, exactamente?

Las dudas crecieron entonces en la chica, a medida que se disipaban del chico. Las tornas se cambian muy rápido, querida. Ya lo ves. Helena notó, en seguida, que algo raro estaba pasando, pero no era capaz de ver qué podía ser. Se quedó en silencio, buscando una buena respuesta, que la sacara del embrollo en el que creía haberse metido, o a que él se decidiera a seguir hablando. Sucedió lo segundo.

Bajo vigilancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora