Capítulo 10

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Amaranta.

No dijo una sola palabra desde que había atravesado la habitación, solo me miró desde su gran y acogedor asiento mientras yo nerviosa envolvía un mechón de mi cabello en mi dedo, ¿Porque me tocó un jefe tan hermosamente extraño? Algunas veces quería matarlo y otras saltarle encima, por ejemplo cuando hoy lo había visto semidesnudo y también cuando lo observé a través del espejo del auto, y otras veces más en las que descubrí que era imposible dejar de verle, es que sinceramente él era muy atractivo y quién no se le quedaba viendo sería una completa idiota, sentía que su misteriosa personalidad me atraía de una forma extraña, cada vez que estaba cerca mi cuerpo reaccionaba como un imán, pero a él yo parecía fastidiarle, parecía que todo lo que hiciera estaba mal, hacía gestos que me hacían sentir una inútil y sabía que me había ayudado... ¡lo sabía! pero eso no le daba derecho de tratarme mal cuando quisiera, no le daba derecho de portarse como un príncipe y luego volverse un amargado sapo.

Se tomó de un trago el vaso que tenia en la mano y me pidió que me sentara en la silla que estaban en frente, caminé sintiendo mis pierna titubear, me observaba de forma penetrante y yo me sentía bastante incómoda con toda esa situación, ¿Ahora qué le pasaba? ¿Qué había hecho? ¿Me despedirá?.

—Antes de que abra la boca, déjeme decirle que no la despediré— solté el aire de mis pulmones, bueno al menos respondió la pregunta que internamente me hice.

—¿Quiere hablar sobre Michelle?—pregunté con cuidado.

—Sí, quiero hablar de todo un poco— respondió vagamente.

—Estoy dispuesta a hablar señor Yassir...—al menos podría relajarme y escuchar las cosas que me diría, que estaba segura tenían que ver todas con Michelle, pues había notado que el señor Yassir quería pasar mucho más tiempo con ella.

—No me llame así.—ordenó con amargura apartando la cara hacia un lado observando un fotografía de Michelle que estaba a un costado, ¿Ahora que le pasaba?.

—Pero usted dijo...

—Ahora le ordeno que no lo haga, ¿no lo hace con Said?—preguntó atravesandome con la mirada. ¿Me reprochaba?

—Claro que lo hago, pero porque él me lo pidió... Usted fue muy contundente la primera y última vez que hablamos sobre eso, estoy segura que mañana cambiará de opinión cuando desaparezca todo rastro de alcohol de su cuerpo.—estaba cansándome de su vaivén. Un día era gentil otro un completo imbécil, nada en esta vida era perfecto, a él se le aplicaba el dicho: "calladito te ves más bonito" .

—¿Haces todo lo que él te pide?— se paró de su asiento y rodeando lentamente su escritorio se puso enfrente recostando una gran parte de su trasero en su mesa de trabajo quedando a centímetros de mi, erguí mi espalda instintivamente y mis dedos tuvieron vida propias al apretarse de los nervios.

—No entiendo a qué se refiere—su sonrisa parecía insinuante y mi voz temblorosa me traicionó cuando hablé, ¿así se sentían en los interrogatorios los sospechosos?

—Ahora no entiendes una pregunta tan fácil, pero sí las palabrerías en clave que ambos se decían en el auto.—se cruzó de brazos haciendo que sus músculos se notaran, su mirada inquisitiva me tenía cada vez más ansiosa por irme.

—No sé de qué me habla— claro que lo sabía, es solo que pensé que no le ponía cuidado, Said trataba de preguntarme sobre Stefany y yo le había respondido de una forma muy estúpida.

—¿No? Entonces como es que decias...— pareció pensar irónicamente colocando un dedo en su barbilla—¡Ah, ya recuerdo! Qué es eso de que ¿Said, la rojiza está bien y la araña no ha venido a buscarla donde la tejedora? ¿Me creen estúpido?—quise reír, pero baje la cabeza reprimiendo una carcajada, no puedo creer que sea tan tonta, ya me di cuenta que de espía no servía para nada, no me sirvió para nada ver el smoking o agentes 007.

A Través De Su Sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora