Capítulo 5

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Amaranta.

—¡Solo faltan tus pantuflas del capitán América!—grité desde mi habitación.

—Aquí están—dijo asomándose por la puerta.

Sonreí y lo jale de la mano hasta que quedó en mis piernas.

—¿Quién te ama?— le pregunté.

—Tú— sonrió, era una pregunta que normalmente le hacía.

—¿Y quién me ama?.

—Yo, mami. Hasta el infinito y más allaaaaa— escuchar esas palabras cuando llegaba del trabajo de mal humor por culpa de Carlos o cuando mis problemas a veces me sofocaban, me hacía sentir renovada y con muchas más ganas de seguir para darle un mejor futuro a mi Tommy.

Lo abracé y le empecé a dar indicaciones sobre qué hacer, sobre todo que al llegar tenía que limitarse a pasearse por ahí como si fuera su hogar, debía hacérselo entender, le dije que no podía más nunca abrazar al señor Yassir, porque él se parecía un poco al Grinch, era duro por fuera, pero detrás de toda esa coraza de seguro se escondía un hombre sensible y afectuoso, pero que le diéramos tiempo para que el Grinch que era se esfumara y abriera su corazón.

—¿Mami, la mamá de Michelle está enfelma?— preguntó mientras esperamos al arrendatario.

Lo observé y me miró curioso, yo no le había dicho nada, seguro Michelle le había dicho algo.

—Ha estado dormida por mucho tiempo, pero despertará.— le aseguré.

—¿Duelme mucho?.—suspiré, ahí se venían unas series de preguntas.

—Es complicado Tommy, ella enfermó y los doctores le dijeron que durmiera mucho para que se pusiera fuerte—no sabía que más decirle, de verdad no quería entrar en detalles que aún desconocía y que además no tenía porque saber un niño.

—Ya entendí. Soy un niño inteligente ¿veldad mami?.

—Eres un coco...— dije sonriente a su evidente entusiasmo palpando su cabeza.

—Yo no soy una fluta.

—Es una expresión que...

—¿Qué es una explesion?—me interrumpió.

El toque de la puerta me salvó, pero al entregar las llaves e irnos al niño Tommy no se le olvidó nada y siguió haciendo preguntas, en un momento fingí estar dormida y se calló. Nos faltaban solo unas cuántas cuadras para llegar y Tommy qué tenía excelente memoria para reconocer lugares me "despertó".

—Mami, Ya lecupelaste mucha fuelza, ahola vamos.

—Ya me siento mucho más fuerte cariño— dije jalando su nariz.

Esta vez al entrar la señorita de la recepción me miró con amabilidad y sentí la hipocresía floreciendo, pero en eso no me ganaba, así que estiré mi cuello y caminé haciendo que mis rizos que llegaban hasta los hombros revolotearan, pero como nada podía ser perfecto y tenía unos zapatos medio altos me torcí el pie y recomponiéndome rápidamente tomé a Tommy y lo subí al ascensor con nervios, Tommy se sentía ansioso porque miraba hacia todos lados esperando que se detuviera.

El ascensor se detuvo y dando un suspiro me animé: "Aquí vamos".

Toqué el armonioso timbre y frente a nosotros se apreció la niña rubia de esferas azules dándonos la bienvenida.

—¿Como está señorita Amaranta? siga adelante.— ella parecía una ancianita, me daba bastante miedo, no actuaba como una niña.

—Gracias—dije adentrandome al hogar— estamos muy bien princesa... ¿y tú?

A Través De Su Sonrisa Where stories live. Discover now