LVIII (58) - CAPÍTULO Papá...

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-No quiero ir allí Carla, me harás recordar.

-¿Piensas gastar dinero innecesariamente comprando ropa y zapatos?.- Dice mi amiga mientras fija la vista en la carretera.

-Esa puede ser una opción.- Contesto sonriendo.

-No seas tonta. Nada va a pasar, solo es cuestión de tomar unas cuantas prendas de ropas, perfume, interiores y esas cosas que creas necesarias.

Asiento y vuelvo la mirada a la ventana.

Todo se ve tan lindo y calmado. La vida sin preocupaciones, niños corriendo, parejas tomadas de las manos y tantas cosas.

Y pensar que en algún momento de mi vida sentía que siempre todo estaría bien, no pensaba si lo que hacía o decía podría perjudicar a alguien, inclusive a mí.

Es ahora que siento en realidad porque Carla lloraba al perder a sus tantos "Amores", solo estaba para consolarla y decirle 'No te preocupes por esos idiotas, aquí estoy yo.' Ella simplemente decía 'Gracias, pero tú no entiendes. Esto es horrible'. Y sí, es horrible, al fin sé que se siente. Ya van dos veces.

Aunque la primera vez que sentí como me abandonaban fue peor que esta, pues... Me siento peor que hace años al leer aquella carta estúpida de Matt, me siento peor porque sé que la causante de todo he sido yo y simplemente me toca aceptar mi error.

Necesito verlo, abrazarlo y decirle lo mucho que siento esto. Si no quiere seguir a mi lado lo entenderé, es cierto que Evan a aguantado mucho, pero eso implicaría empezar a mentalizarme que ya no seré feliz, tan solo con recuerdos.

Carla estaciona el auto no muy cerca pero tampoco muy lejos del edificio.

Salimos y caminamos hacia la entrada de este.

-Señorita Diliver.- Dice Henry con una gran sonrisa.- Lo siento, Susan.

Echo a reír con Carla y le doy un largo abrazo a Henry.

Solo le veo en las mañanas y en las noches, no hay día que lo vea lejos de la gran puerta haciendo feliz a los habitantes de este edificio. Es el mejor portero.

-Me alegro que esté bien.- Dice mostrando una cálida sonrisa.

-No te preocupes por mí, todo está perfecto.- Contesto tomando su mano.

Él asiente y suelta mi mano para abrir la puerta principal.

Ayer al salir llorando fue él quien me ayudo a mantener la calma. Me ayudó a respirar sin pedir ninguna explicación.

Caminamos hacia el ascensor. Marco el piso 8.

Las puertas de la caja de metal se abren en par mostrando la única puerta en este lugar.

Carla y yo salimos de el ascensor y caminamos hacia ella.

Al estar cerca notamos que está abierta.

La rubia me mira extrañada.

-¿Quién está allí?.- Pregunta Carla en un susurro.

-No lo sé, no dormí aquí.- Digo en el mismo tono.

Ambas caminamos lentamente hacia ella.

-Espera.- Dice Carla.

La miro quitar sus tacones. Yo llevo zapatillas.

-¿Qué harás con eso?.- Le pregunto aún con voz baja.

-Si hay algún ladrón debemos buscar como defendernos.- Dice tendiéndome uno de sus zapatos.

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