Capitulo 68 - Kiss me again

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–Sí, te vas con cuidado –Dijo Regina. Al ver que Miguel se daba media vuelta, lo detuvo –. Bésame de nuevo.

Miguel sonrió y volvió, para hacer caso a la petición de la chica.

– ¡Ya! Me voy, y no me hables, porque me quedo más tiempo –Dijo Miguel.

– ¡Miguel! ¡Quédate! –Pidió Regina, riéndose.

–Lo siento, tengo que ir al centro de rehabilitación –Dijo.

–Es domingo.

–Lo sé. Es aburrido ir un domingo –Dijo Miguel –. Pero si tú vas… quizás no sea aburrido.

–Vale, vamos.

Se detuvo al ver a unas personas que le parecían conocidas. Valeria estaba feliz y brincaba de emoción. En cambio, Manuel, pagaba a la cajera.

Layla se acercó y Valeria, al instante la vio. La niña corrió y abrazó a la chica. Ella sonrió.

– ¿Cómo estás? –Preguntó Layla.

–Bien –Contestó la niña –. ¡Manuel! Aquí está la princesa.

– ¿Princesa? –Preguntó Layla.

–Así te apodamos Miguel y yo –Dijo Valeria –. Yo soy la reina, tu y Manuel los príncipes.

–Hola –Dijo Manuel, mientras se acercaba. Sonrió de lado –. ¿Vas con nosotros? Vamos al departamento.

–No lo sé…

–Anda, vamos, será divertido –Insistió Valeria.

–Vale, pero SOLO a jugar –Dijo Layla.

Caminaron hacia el departamento, que quedaba cerca de la tienda de pasteles. Llegaron al departamento, Manuel tiró las llaves al sillón y Valeria se apresuró a abrir el pastel.

Lo sirvieron en pequeñas porciones, se sentaron los tres en el comedor y comenzaron a comer. A Valeria se le pasó por la cabeza aventar un poco de pastel hacia el rostro de Manuel y sin duda, lo hizo. El la miró sorprendido y tomó un poco de betún, embarrándoselo a Layla en la nariz.

–Pero, yo no fui quien te aventó pastel –Reclamó Layla. Tomó un pedazo del pequeño manjar y lo arrojó hacia Manuel –. Ahora sí.

Así comenzaron la guerra. Pedazos de pastel pasaban volando por todos lados.

Minutos después…

–Es hora de mi siesta –Dijo Valeria.

– ¡Pero, has dormido la mayoría del día! –Exclamó Manuel –. ¡Tramposa!

–Pues, de pura casualidad, me dio sueño –Dijo la niña.

–Está bien, vamos a tu habitación.

–Espero aquí –Dijo Layla, desde la cocina, ya que se limpiaba su cara.

–Vale –Dijo Manuel, para después cargar a la niña y llevarla hasta su habitación –. Dormida, ¿ok?

–Si ya no despierto, no quiero que te quejes –Dijo Valeria, Manuel rió y salió de la habitación, apagando las luces.

Justo obscurecía, Layla ya se encontraba parada en la puerta principal, cuando Manuel, entró al pequeño cuarto de la sala de estar.

–Me voy –Dijo Layla. El sonrió y de inmediato abrió la puerta –. Vendré a visitar a Valeria, cuando pueda ¿Vale?

–Sí, ven cuando quieras, yo aquí estaré… y Valeria –Dijo Manuel nervioso.

–Adiós.

–Espera, ¿Te acompaño?

–Vale.

Caminaban por la acera, quedaban unas cuantas cuadras, para llegar hacia su objetivo, cuando Manuel detuvo a Layla del brazo. Ella lo miró desconcertada.

–Siento lo de la vez pasada –Dijo el chico –. Te veo distante desde ese día.

–No, solo quiero poner un alto a esto –Dijo Layla –. Pero, no quiero cambiar nuestra relación… de amigos, entre tú y yo.

–Siento haberte besado, pero fue inevitable –Dijo Manuel –. Desde que te conocí…

–Vamos, caminemos –Dijo Layla.

–No quiero que me veas como “el malo de la historia”, solo hice lo que mi mente me decía.

–A veces no hay que hacerle caso a la mente, porque te puede estar matando.

– ¡Eres tan obscura! –Exclamó el chico.

Se detuvieron afuera de la casa de Layla y este se acercó para despedirse de la chica, dándole un beso en la mejilla. Se dio la media vuelta y Layla hiso lo mismo. Al mismo tiempo, los dos voltearon a verse, y regresaron, para después quedarse parados a solo un centímetro de distancia. « ¡No! ¿Qué estoy haciendo?» Pensó Layla. «Jahir…» El chico la besó y Layla esta vez, correspondió el beso.

– ¿Layla? –Jahir había llegado.

Ella lo miró asustada. « ¿Qué hiciste? ¡Eres una estúpida! » Pensó.

–Yo… me voy –Dijo Manuel incomodo.

–No, quien se va soy yo –Dijo Jahir, para después alejarse rápidamente. Layla caminó atrás de él.

–Perdóname –Dijo.

–Ya te dije que eres libre de hacer lo que quieras –Dijo Jahir calmado y deteniéndose antes de doblar la esquina –. No te preocupes, entiendo que lo quieras.

– ¿Qué lo quiera? –Preguntó Layla desconcertada –. Solo me deje llevar, e… hice lo que la mente me decía.

Layla miró hacia donde antes se encontraba Manuel parado, lo buscó con la mirada, pero este ya se había ido. Después, volvió a mirar a Jahir y este la miraba con los ojos cristalizados, cosa que provocó que los ojos de Layla también se pusieran así.

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