Capitulo 63 - Orfanato.

171 1 0
                                    

Caminaban por el parque, Regina le hablaba a su amiga sobre la buena relación que llevaba con su madre, ahora que había vuelto a su antigua casa. Layla no hacía más que escuchar y sonreír cuando era apropiado. Minutos después, Regina cambió drásticamente de tema.

–Dagna me habló sobre el accidente –Comentó, Layla la miró rápidamente –. Y me dijo que las últimas tres noches, has estado teniendo pesadillas.

–Bueno, las pesadillas yo no las controlo – Dijo Layla –. Pero el accidente…

Le habló sobre lo sucedido, Regina la miraba boquiabierta. Se habían sentado en una banca. El aire fresco llegaba a sus caras delicadamente. Se podía decir que el sol no influía en su frescura.

–Bueno y… ¿Qué fue de la niña? ¿Cómo está la señora? –Preguntó Regina, cuando Layla terminó su relato.

–La madre murió y escuché que la niña esta en un orfanato. –Dijo Layla, para después quedarse con la mirada perdida –. Me preocupa que la niña esté viviendo mal ahí. Dagna me habló que alguna vez estuvo en un orfanato y dijo que ahí no la trataban bien. Sé que aquí no es como en Alemania, pero puede que esté en un caso parecido.

– ¿Sabes dónde está ese orfanato?

–Sí, cerca de la preparatoria, ¿Por qué? –Preguntó Layla confundida.

–Puedes pasar por mí a la prepa, mañana por la salida y vamos a visitar a la niña –Comentó Regina.

–Vale.

Al día siguiente…

Estaban en el comedor, Layla no probó ningún bocado y se veía apurada. Cuando todos acabaron su comida, metió su plato en el refrigerador. Corriendo, subió al segundo piso, tomó un cambio de ropa y se fue a duchar. Se puso unos jeans, una blusa de manga media y sus vans, para después salir casi corriendo en dirección de la preparatoria. Buscaba a su amiga con la mirada y de vez en cuando se ponía de puntillas. «Ahí estás» Dijo cuando al fin la vio y corrió hacia ella.

– ¿Lista? –Layla asintió y caminaron hacia aquel orfanato.

La institución era grande, parecía elegante y limpia. Abrieron la puerta de entrada y caminaron por el vestíbulo. La recepcionista las observó y saludó con un amable “Buenas tardes”. Layla y Regina sonrieron y caminaron hacia ella.

– ¿En que las puedo ayudar? –Preguntó.

–Yo… yo… –Layla se había puesto nerviosa y Regina tuvo que interferir.

–Verá, Trajeron a una niña que estuvo en un accidente de coche, sus papás murieron. Mi amiga, la salvó de una muerte. Y pues… Está preocupada por ella, es todo. Queríamos verla –Dijo Regina, para después voltear a ver a Layla.

– ¿Saben su nombre? –Preguntó tecleando algo en la computadora.

–Valeria, solo sé que se llama Valeria –Contestó Layla.

–Sí, efectivamente. Pasen a la habitación número trece, seguro que ella estará ahí. –Dijo la señorita después de unos minutos. Las miró esperando a que se retiraran, pero las chicas no conocían la institución –. Ah! Sí, claro. Por el pasillo que está a su izquierda, caminan hasta el fondo y doblan hacia la derecha. El último cuarto.

Obedecieron las indicaciones y una vez paradas afuera de la habitación, Layla giró la perilla. Entraron, inspeccionaron rápidamente el lugar con la mirada, hasta que esta se detuvo en una pequeña niña, que estaba observando a los niños en el patio, por una grande ventana. Esta pequeña niña, traía un vestido blanco, y unos zapatos de charol. 

Layla cerró la puerta, y la pequeña Valeria giró su cabeza inmediatamente. Al ver a la chica, corrió y la abrazó. Valeria parecía feliz de verla. Layla respondió el abrazo gustosamente.

– ¿Cómo estás? –Preguntó.

–Bien, pero mis papás no regresan por mi –Contestó la niña con su voz angelical. Layla miró a Regina incómodamente y ella solo se encogió de hombros.

–Mira, ella es mi amiga Regina.

Minutos después, Valeria corrió hacia un baúl que se encontraba en una esquina de la habitación y comenzó a enseñarles sus nuevos juguetes. Pasaron la tarde, jugando con la niña. Cuando la puerta se abrió.

– ¡Príncipe! –Gritó Valeria y corrió hacia el chico que acababa de entrar.

–Hola, reina. –Exclamó el chico –. ¿Te has estado portando bien? –La niña asintió –. Recuerda que entre más bien que nos portemos, más rápido podremos salir de aquí los dos juntos.

– ¿De qué hablas?¨–Preguntó Layla desconcertada.

–La adoptaré.

– ¡No se te pudo pasar por la cabeza una mejor idea! –Exclamó Layla felizmente –. ¿Sabes? Estaba tan preocupada por la pequeña Valeria. 

– ¿Y eso por qué?

–Temía que aquí no le dieran el trato que ella se merece –Contestó Layla –. Y por sugerencia de mi amiga, vine a verla y comprobé que está muy bien aquí. Pero quien dice que no estará mejor contigo.

–O con mis papás, pero ellos no vienen por mi –Dijo Valeria. Manuel miró incómodamente a Layla, esta se encogió de hombros –. ¿Ustedes saben por qué?

–Realmente, sí lo sé –Dijo Manuel. Layla lo miró confundida y a la vez decepcionada –. Bueno, tus papás están en cielo, acompañados por Dios y te están cuidando desde ahí.

– ¡Qué lindo! –Exclamó la niña, sonrió y abrazó a Manuel –. ¿Pero por qué se fueron sin mí?

–Porque tú eres demasiado joven –Contestó Layla.

–Y por eso mandaron a Manuel, para que me cuidara ¿Verdad? –Los ojos de Manuel y de Layla se cristalizaron y los dos asintieron, evitando que las lágrimas salieran. Regina solo los observaba.

–Bueno, se hará tarde y no quiero andar a obscuras por las calles –Dijo Layla –. Valeria, pequeña, me tengo que ir. Prometo venir a visitarte otro día.

Salieron del orfanato y Regina acompañó a Layla a su casa. 

Positive vibe...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora