XV. Visión de la realidad.

16 0 0
                                    

XV

XV. Visión de la realidad.

Dos semanas después me encontraba parado justo al frente de la casa de Souvette, bastante nervioso, toqué varias veces y cuando ya me iba a ir la puerta se entreabrió, el cabello rubio de Souvette se vio por la rendija para que después se mostrara su rostro que parecía adormilado, bostezó con parsimonia y me hizo un ademán con la mano para que entrara, suspiré, porque me sentía bastante incómodo entrando a esa casa de nuevo, aunque era demasiado familiar.

— ¿Debías en serio tocar tantas veces? —bufo la rubia mientras me miraba desaprobatoriamente, volteé los ojos.

— ¿Qué tiene de malo?

— Fueron demasiadas veces.

— Fueron solo tres veces —contradije.

— Eso es demasiado para mí —hizo un ademán con la mano, restándole importancia—, ya deberías de saberlo.

— Hmmm —la miré un poco intrigado—, la verdad es que no, ahorita somos completos desconocidos —ella alzó las cejas, como pidiéndome una explicación a lo que acababa de decir, me encogí de hombros—. Yo no sé nada de ti, ni tú de mí, en estos años pudieron suceder muchas cosas, Souvette. No somos los mismos.

Me observó durante unos segundos, como si estuviera planificando algo desde el recoveco más secreto de su anatomía, de pronto en sus gélidos ojos se encendió algo e inmediatamente supe que había ideado un plan maestro; como ella los llamaba cuando éramos pequeños.

— Por allí tengo palomitas, marshmallows y chocolates diversos —habló tan rápidamente que creo que solo la entendí porque se trataba de su punto débil, los dulces— voy a hacer las palomitas caramelizadas, tu ve a mi cuarto y escoge algunas músicas clásicas; sabes que las amo.

— A veces... me impresionas —solté anonadado, me trataba como si nunca hubiera dejado de hablarme— no recuerdo siquiera dónde es tu habitación.

— Intento recuperar a mi mejor amigo ¿Y me sales con esto? —en su voz se encontraban mezcladas la sinceridad y la ironía, entrecerré los ojos analizándola por completo— lo que desees preguntar, lo preguntas allá arriba. La primera puerta a la derecha, quítate los zapatos antes de entrar.

No dije nada, solo asentí intentando no olvidar ninguna de sus indicaciones; si algo era cierto es que seguía igual de mandona.

Hice todo lo que me pidió y como ella no había subido, como todo curioso empecé a observar cada detalle de su habitación que había cambiado, el mosaico en su pared tenia modificaciones y era aún más grande, extrañamente aún conservaba las fotografías de nosotros en este, bañándonos juntos, en fiestas infantiles, riéndonos a carcajadas e incluso molestos.

Su mesa de noche aún tenía pegatinas que brillaban en la oscuridad, me reí, porque pensaba que eso ya no existía en la vida de la Souvette del presente.

Chakovski sonaba de fondo haciendo que mi capacidad de procesamiento fuera enlenteciéndose poco a poco, me senté en la cama adormilado, detestaba ese tipo de melodías, me sedaban demasiado.

— Aquí están las botanas y chucherías —exclamó la rubia al llegar a la habitación, me miro de forma severa— ya te estabas quedando dormido —reprochó con los ojos entrecerrados—; espabila que hay que ponernos al corriente.

Fruncí el ceño sin comprender ni un ápice de lo que decía, ella bufó, parecía exasperada, tomo un poco de palomitas acarameladas y se las llevó a la boca, haciendo con sus dientes el usual sonido de esa botana.

Desconocida sin nombre.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon