I. Lágrimas de césped y sonrisas comestibles.

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I

❝No es válido derramar tan preciadas y valiosas lágrimas de manera innecesaria, consérvalas en el recoveco más oculto de tu cuerpo y libéralas cuando llegue el momento.❞



Septiembre 15; 1996.


No quería que mi mamita se fuera, no quería que me abandonara, me dolía, necesitaba su protección, necesitaba sus caricias. Pequeñas gotitas de agua que reconocía como lagrimitas caían por mi carita; mi mami decía que era malo botarlas ya que mis ojitos se irritaban, pero no, no quería dejar de derramarlas, me sentía muy mal y eso era una buena manera de sacar todo lo feo que sentía en mi corazoncito.

Agarré en mi pequeño puñito la tela del abrigo de mi mami para retenerla y que no se alejara, le supliqué que no se fuera, no quería que me dejara en ese lugar lleno de caras desconocidas, con unas señoras mayores mirándome directamente, me asustaban, me veían como si fuera una merienda, no era lindo, el lugar en el que estaba tenía un piso verde y puntiagudo, al tocarlo mi manita me pico y se puso rojita, mi mami me dijo como se llamaba pero solo recordaba que empezaba por c la palabra completa no llegaba a mi cabeza; mis ojos aún estaban nublados por las lágrimas.

-Mami, mami, por favor -balbuceé, sentándome en ese suelo raro, sus pullitas punzaron mis pompis y sentía que mil animalitos me comían.

-Mi pequeño -mi mami me veía enternecida y con algo en los ojos que no reconocí, la palabra empezaba por r remordimiento, quizá esa era la palabra- Mami tiene que ir al trabajo y tú te tienes que quedar aquí, en el kínder, vamos cariño, es tu primer día.

-Pero... -tartamudeé sollozando, no entendí ni una palabra de lo que me dijo- Mami, yo quiero volver a verte, no me dejes solito.

-Bebé -se colocó de cuclillas tras la cerca que nos separaba, quería que esa cosa de madera desapareciera, necesitaba que mi mami me abrazara, sentir la calefacción de sus brazos y poder llenarme de la seguridad que su pecho me brindaba- te buscaré en la tarde, me volverás a ver, no tengas miedo. -se inclinó y me dio un beso en mi cabecita, luego se fue, dejándome pegado en la cerca abrazado a uno de los maderos que la conformaban, aun sollozaba.

-Hey, pequeñín -me llamó con una voz rara y desconocida una de esas señoras que me causaban escalofríos en mi cuerpecito, se acercó a mí con los brazos extendidos a lado y lado, me quería agarrar; negué con mi cabeza repetidas veces de forma frenética y salí corriendo de allí, sin ver hacia donde iba, esa señora no me iba a agarrar.

¿Y si era una bruja? De esas de las que le dan dulces a los niños para que se dejen hacer lo que ellas quieran y después comerlos y devorarlos.

Yo no quería que me comieran, no, eso seguro debería de ser muy feo y doloroso, quería a mi mami, la quería a mi lado.

Mis piecitos sin pedir permiso se enredaron y me hicieron caer, eso causó que empujara a una niña que estaba en mi camino, me sentí mal, mi mami me decía que a una niña no debía tratársele feo; me levanté rápido y le estiré mi brazo para ayudarla a levantarse, recibí un manotón de su parte, estaba enojada conmigo.

-Suéltame -gruñó la niña, mi corazoncito se apachurró entero y mis ojos se aguaron.

-Lo lamento, lo lamento -susurré y con esos susurros me gané su mirada- yo no quería, es que... es que... -tartamudeé, ella se me acercó con su ceño fruncido, sus mejillas eran muy llenas, como las de una ardillita comiendo, sonrojadas, se veían hermosas, su pelo rubio me gustaba mucho, parecía el oro ese que había en los tesoros de los piratas, sus ojos poseían largas pestañitas, me veía con curiosidad y por un momento pensé que me estaba enfermando.

-Tranquilo -me dijo, mirándome con sus ojitos, eran del color repugnante del cielo, ese color espantoso que cambiaba de tonalidad; no me gustaba ese color, siempre que lo veía me daba una punzada en mi barriguita, aun así sus ojos solo lograron reconfortarme y aliviarme, eran azul, azul clarito y por primera vez todo mi cuerpo recibió el color con buenas ganas- no pasa nada -sonrió sin mostrar los dientes, haciendo que sus mejillitas subieran y que sus ojos se achinaran un poco- te raspaste, ¿Te ayudo? -su voz era aguda y tímida, aunque mi voz no quería salir, no podía hacer que saliera de mi garganta, parecía mimo; asentí y la vi correr hasta una de las brujas y pedirle algo, yo solo me quedé sentado, acariciando ese suelo raro al que ya mis pompis se habían acostumbrado- Okay -me miró y parpadeó, cogió una bandita y me la colocó en mi rodilla, luego dio un pequeño beso en el lugar- mi mami dice que con un besito todo se soluciona -me dijo encogiéndose de hombros, mi rodilla parecía estar llena de hormiguitas que mordían y mordían sin parar.

- ¿Por qué tu no lloras por tu mami? -pregunté en silencio, sin que se me escuchara nadita. Ella me sonrió con todos sus dientes menos los delanteros y se metió las uñas a la boca, para mordisquearlas.

-Porque no quiero -espetó aun con las manos en la boca- llorar es feo y no te ves bonito haciéndolo, así que no lo hagas.

Le hice caso, aunque solo tenerla al lado me calmaba.

Su manito regordeta tomó la mía y la apretó, me hizo levantarme y correr a su lado, hasta que llegamos a una pequeña cajita, la abrió y tenía comida dentro.

- ¿Quiedes? -preguntó

-No, no es quiedes es ¿Quieres? Con r -la corregí.

-Quie-es Qui quie-res ¿Quieerres? -sus ojitos miraron los míos y tome con mis manitas parte del sándwich que se encontraba en la cajita.

-Sí. Yo tampoco sé palabras, pero las que yo sé te las enseñaré -dije asintiendo dándole una mordida al pan, estaba muy rico.

-Está bien -aceptó con la boca llena de pan, unas migajas se quedaron en sus mejillas haciendo que se viera más linda.

Era muy bonita, me gustaba su sonrisa, y sus mejillas, sentí un calor profundo en mis mejillas y las sentí más pesadas, sí que estaba enfermo.

Ahora la tendría al lado siempre, no me separaría de ella, me sentía bien a su lado, era calma, calma en mi corazoncito; tomé su manita, pendiente de si le molestaba o no, no pareció molestarle, suspiré y miré el sándwich que compartía con ella, le di una mordida y luego se lo di a ella para que mordiera.

Comimos así, tomados de la mano, sin separarnos.



Notita amorosa de Dae.

¿Se dan cuenta? Yo les dije, que esto empezaba desde la prehistoria y creo que ustedes no me creyeron

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¿Se dan cuenta? Yo les dije, que esto empezaba desde la prehistoria y creo que ustedes no me creyeron. O.o

¡Y aquí tenemos el encuentro de nuestros protagonistas, desde pequeños!

Y sí, les va a tocar aguantar sus cambios hormonales, lo sé, hasta me estoy replanteando en si escribo esos cambios o no de la pubertad... PERO ¿Qué sería de los grandes sucesos sin la pubertad?


Sin más que decir, hasta luego pequeñines.

Desconocida sin nombre.Where stories live. Discover now