6. Espacio Sideral

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Capítulo 6

Espacio Sideral

La última canción de la noche terminó, algunos espectadores aplaudieron por tan buena voz, otros simplemente siguieron con lo suyo, ahogándose en alcohol. El músico agradeció y se fue del escenario.

Un genio desde la barra, con un par de preparados encima, aplaudía como foca retrasada y lanzaba silbidos como camionero, haciendo reír al barman que le atendía.

Hiro adoptó la costumbre de visitar el bar en donde Miguel trabajaba para poder distraerse de la pesada jornada laboral. Nada tenía que ver el hecho de que le gustaba visitar a Miguel. Según él, le gustaba mucho el ambiente de ese local y Miguel solo era un plus. Tampoco significaba la gran cosa que esa noche sus ojos se entraban perfectamente delineados y sus labios tenían un sutil brillo. Ni le tomaba importancia hacerle el favor al moreno de llevarlo hasta su Campus acabado su turno.

Pfff, nada de eso significaba algo.

—​Entonces, ¿Miguel ya aflojó?—preguntó Harry, el amigable barman, a la vez que le preparaba otra bebida.

—Noup—contesta Hiro reventando la "p", con cierta decepción en su voz—. Miguel es todo un caballero que no ha vuelto a comportarse como la primera vez que lo conocí—Tomó el trago que le dieron con brusquedad—. Lo jodido es que me encanta y me emputa que sea así.

Dio un trago largo a su bebida saboreando el alcohol pasar por su garganta.

El barman simplemente ahogó un carcajada, era un caso tan típico el suyo. Ha tenido a ese chico en la barra en el último mes y cacho y siempre lo ha visto desvivirse por su compañero, le causaba tanta gracia.

—O sea, no puedo acostarme con él porque valoro su amistad pero igual el muy hijo de puta no deja de ser tan lindo y sexy—continuó despotricando el nipón.

La verdad le causaba tanto conflicto su amistad con Miguel, no lo veía como un simple amigo porque las ganas de devorarse estaban presentes en ambos, pero tampoco quería que esa pequeña amistad se convirtiera en un "si te vi no te conozco" si terminaban en la misma cama. Se moría de ganas de algo más y a la vez se derretía con el simple hecho de estar junto a él.

Era molesto, adorable y extraño el sentimiento que palpitaba cada vez que veía a Miguel. Era cómodo hablar con él, era divertido estar con él y era tan gratificante escucharlo cantar. Nunca tuvo un amigo que no mencionara circuitos o esas madres, y ahora que estaba el moreno en su vida parecía que sus emociones alocadas querían estropearlo.

—Joder, puto Miguel...—Le dio un último trago a su bebida, era el quinto preparado que se tomaba y poco a poco sentía el efecto del alcohol correr por su cuerpo. Se apoyó en la barra para dirigirse al cantinero—: ¿Tú qué opinas, Harry?

Harry se estaba carcajeando internamente por el chico pues este hablaba con torpeza al igual que sus movimientos. No podrían imaginarse lo mucho que amaba su trabajo; escuchar a pobres diablos quejarse sobre la vida era fascinante, sentía que su puesto le brindaba la sabiduría necesaria para ayudar a esas almas ebrias y pendejas—. Opino que debes de dejar de beber o si no Miguel me va a matar.

—Mira lo mucho que me importa—dijo extendiendo su vaso—. Anda, sírveme otro.

—Luego Miguel tendrá que sacarte a rastras—mencionó soltando una risa ahogada. Notó una persona conocida acercarse a ellos—. Y hablando del rey de Roma...—mencionó el cantinero apuntando a Miguel.

Hiro casi se ponía a babear al notar lo exquisito que le quedaba el uniforme de trabajo a su AMIGO; negro como su alma y ajustado como su cordura. Debía de admitir que era todo un papucho, su cara parecía tallada por los mismos ángeles.

Chiquitita || Higuel (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora