Chiquitita || Higuel (EN EDICIÓN)

1. México lindo y querido

Capítulo 1.
México lindo y querido

La clase de historia de la música del profesor Garza era lo más aburrido que se podía imaginar una persona; su voz era baja y lenta que no puedes evitar quedarte dormido, nunca se levanta de su escritorio y si al profesor se le ocurría por primera vez despegar su mirada de su libro se daría cuenta de que más de la mitad del salón estaba durmiendo o perdiendo el tiempo en otras cosas.

Es por eso que Miguel no se sentía culpable de usar su celular. No lo mal entiendan, a Miguel le encanta la música pero ver la cara de hueva del maestro logra hacerlo dormitar. Al menos él tenía la decencia de usar su celular escondido entre su pupitre y su mochila. Se dio cuenta que la clase había terminado cuando su compañero sentado a su derecha despertó y salió del salón.

Menos mal, por un momento pensó que estaba muerto.

Mientras se preparaba para su siguiente clase le llegó un correo de su tutor asignado solicitando su presencia en su oficina. Meh, podía faltar a la siguiente clase.

No tardó en llegar ni en escuchar un "pase" desde el interior al tocar la puerta.

—Miguel, me alegra verte—comentó su profesor al verlo pasar, señaló la silla enfrente de su escritorio y espero a que su alumno se sentara—. Mañana es el día y espero que tengas todo preparado.

—Lo tengo, profesor Peniche—respondió de forma cálida, tomando un par de clics para —. Todos mis documentos están listos, sólo me falta empacar algunas cosas.

—Es bueno escucharlo, solo te llamé para confirmar todo. Y para desearte éxito, esta beca de intercambio es de las mejores, muy pocos alumnos de tercer semestre logran pasar.

La beca de intercambio a la Universidad de San Fransokyo de área cuatro es una de las mejores que ofrece la INBA. Se necesita de un promedio mínimo de 8.5, no adecuar materias —Miguel le agradece a sus compañeros por ayudarlo a pasar Cálculo— y tener al menos dominado el inglés un 50% para poder entrar al registro.

Miguel se interesó en esa beca desde que fue mencionada en sus cursos de inducción a la carrera, le apasionó la idea de poder conocer más al mundo, salirse de guacal, no era imposible conseguir esa beca pero si se necesitaba de esfuerzo.

Fueron muchos los momentos en los que dejaba de interesarse por la beca debido al estrés de estudiar y trabajar a la vez. Se inscribió al programa sólo para probar si era seleccionado y grande fue su sorpresa cuando le informaron que necesitaba iniciar con su trámite de traslado.

Ni siquiera tuvo un momento para meditarlo bien con su almohada, Marco fue quien empezó a ayudarlo con su pasaporte y visa, en su inscripción y en organizar sus papeles. Rivera ni notó lo rápido que pasaron los meses, en un abrir y cerrar de ojos la fecha de su vuelo ya no era tan lejana.

—Muchas gracias, profesor—agradeció con calma, luciendo su sonrisa.

—Tienes que tener siempre en cuenta que debes de mantener tu promedio. Se nota que tienes talento pero este mundo es muy competitivo, existen miles de voces bonitas allá fuera.

Miguel lo sabía de sobra.

La reunión duró un poco más hasta que su profesor dio por terminado los temas, dejó que se retirara no sin antes desearle éxito.

Miguel no quiso entrar a las demás clases, sólo había ido al Conservatorio simplemente porque estaba aburrido en su pequeño departamento. Ya no tenía ningún pendiente y todos son buenos compañeros estaban en clase.

Revisó su celular; las clases de Marco se acababan hasta dentro de una hora, tiempo suficiente para poder tomar el metro y alcanzarlo.

Antes de irse, mientras recorría las instalaciones del campus, recordó su primer día como universitario, lleno de nerviosismo y exaltación. El peso de su amada guitarra era su único soporte que le hacía ver que todo no era un sueño, de verdad era un estudiante.