Capítulo 9 "No puedes matar a un mentiroso".

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Desperté.

Estaba recostado en la cama izquierda. Tenía mi ropa puesta, pero esta estaba sucia, cubierta de fluidos ajenos, llena de rasgaduras de navaja y quemaduras de cigarrillos.

Hace unos días Bert me había golpeado en la mejilla, me la había roto, la herida ya había cerrado o algo perecido, pero ésta estaba muy hinchada y morada. Mi respiración era pesada y de vez en cuando aparecía una espantosa tos. Aquí abajo hacia un frío que se metía hasta los huesos y a veces no sabía si era sólo yo o los efectos de la abstinencia destruyéndome.

Bert llegó como siempre, imponiendo autoridad entre sus amigos. Llegaron los tres, estaban agitados y parecían ir uniformados, todos de negro, ¿Qué acaso ya sería mi funeral? Al llegar dijeron algo que no alcancé a oír y se fueron todos menos Bert, quién se quedó parado a un costado de la cama donde me encontraba, mientras terminaba de fumar su cigarrillo.

- Sabes Way... - Dijo sacando lentamente el humo por la boca. - Frank es un idiota. Supongo que siempre lo supiste, te gustan los idiotas y las perras.

- ¿Por qué lo dices? - Pregunté en un susurro molesto, era tan raro hablar después de tanto tiempo en el que sólo gritos salían de mis labios.

- Porque los chicos y yo nos encargamos de él. - Dijo dando otra profunda calada a su cigarrillo, estaba nervioso.

- Lo mataste. - Dije sentándome en la cama.

- ¡Oh! No te he dicho... - Dijo cambiando su expresión totalmente. - Te traigo una sorpresa, está hecha de madera, mide dos metros por uno y será la mejor amiga de tus putas fobias y pesadillas.

- ¡Bert! ¿Qué le hiciste a Frank? - Pregunté hincándome sobre la cama, frente a él.

- ¡Está muerto! - Dijo empujándome.

Caí y me golpee la cabeza contra la pared, tuve vértigo por un momento y fue ahí donde entendí que estaba solo, que nadie vendría, Frank estaba muerto y pronto yo lo estaría. Sentí tanta furia e impotencia que con todas mis fuerzas me hinqué de nuevo y descargué mi puño derecho en su horrible rostro.

- ¡Hijo de perra! - Lo oí maldecir, este cayó al piso por el golpe, estaba desorientado.

Aproveché el tiempo para ponerme de pie y maldita sea, sentí un gran calambre en todo mi cuerpo, llevaba tanto tiempo sin un motivo para levantarme de esa maldita cama que ya no sabía que debía sentir.

- ¡Ah! - Salió un quejido desgarrador de mis labios. Intenté que eso no me detuviera, así me con todo mi dolor me puse de pie y me sostuve del buró que estaba frente a mí. Tomé impulso hacia la puerta y la forcé, esta no cedía de nuevo. Tenía puesto el seguro, necesitaba la llave. - ¡Bert! - Recordé. Y en ese instante el mencionado me agarró por los hombros y me arrojó hacia el escritorio.

Me estampé fuertemente contra este, el aire se escapó de mis pulmones y sentí un hueso tronar, creo que había sido uno de mis brazos, pero no me pude concentrar en cual porque Bert ya venía de regreso.

- ¡No lo hagas más difícil, maldita perra! - Paseé mis manos por el escritorio intentado encontrar algo que sirviera, pero sólo sentía hojas y lápices. ¡Tijeras! Fue lo que encontré.

Empuñé las tijeras e intenté clavarlas en su cuello, pero este fue más rápido y ágil. Re dirigió mi movimiento y las clavo debajo de mi cuello, en la clavícula izquierda. Tragué el quejido sólo para soportarle la mirada lo más fuertemente posible.

- Con que muy fuerte, ¿No? - Dijo clavando más profundo las tijeras. Me quejé un poco y le seguí manteniendo la mirada a lo que este solamente bufó.

Presagio |Frerard•Gerbert| (FanFic)Where stories live. Discover now