26 | Club nocturno.

160K 9.4K 4.1K
                                    

Capítulo 26 : “Club nocturno.”

Naima Stone.

En mis planes nunca estuvo el hecho de trabajar en un club nocturno. Muchas veces había visitado estos lugares, eran sensuales, luminosos e incluso elegantes, pero jamás me imaginé trabajando en uno de ellos. Elliot me guiaba con dificultad entre las personas que se encontraban bebiendo, bailando o haciendo cualquier otra cosa. La mano del chico agarraba la mía con firmeza, pero no sentí ningún tipo de afecto o de sentimiento, más que una rara sensación.

Segundos después, el moreno me condujo a una especie de camerino para cambiarme de ropa. Estaba nerviosa.

—Bien, ahí está tu uniforme —señaló una camisa blanca de vestir junto a una pajarita negra—. Bienvenida a tu primer día y —me dedicó una sonrisa—, te esperaré fuera para enseñarte algunos cócteles.

—Perfecto —dije y en un instante, se fue de mi campo de visión dejándome mi privacidad.

¿Qué hago yo aquí y cómo conseguí este trabajo? Yo iba a explicarlo. Hace unos días, concretamente cuando me encontré a Elliot en las ferias de Mississippi, me hizo una increíble e irresistible propuesta que no podía rechazar. Lo que yo no sabia, era que el trabajo que me proponía era ni más ni menos que en una de las propiedades de Nacor, más específicamente, en su discoteca.

—No exigen experiencia, pagan bien y cualquier persona será indicada para el puesto —me informó Elliot.

—No puedo —dije, pues no quería trabajar en un lugar donde el rubio pudiera verme a menudo.

—Vamos, él jamás se pasa por allí —insistió—. Y si no encuentro a una persona pronto, me echarán.

¿Iba a creerle? ¿Nacor no se pasaría nunca por el club? No lo sabia, pero iba a confiar en el muchacho que acababa de conocer hace menos de una semana y el cuál me ofrecía trabajo con sueldo fijo y más que tentador. Lo que sí supe horas después, es que había sido un gran error creer en su palabra, porque aquello me buscó grandes problemas. Pero me estoy adelantando.

—Está bien —accedí a su petición.

—Genial —sonrió y miró a mis espaldas—. Por cierto, ¿cómo es que conoces a mi jefe?

—Gran pregunta, larga historia —le respondí.

Una vez terminé de ponerme mi sensual uniforme de camarera de bar y estuve lista y preparada mentalmente, volví de nuevo al ruido de la discoteca. La música, los gritos y los pedidos de los clientes me dejó aturdida por un momento, pero no dejé que eso me afectase. Cuando me posicioné al lado del moreno para que me enseñara algunos cócteles, éste estaba atendiendo a una chica que le estaba muy obviamente tirando los tejos.

Rodando los ojos, me quedé quieta, a la espera de una orden porque literalmente no sabia que hacer. Al parecer, Elliot sería mi instructor y tenía que esperar por él. Un chico pelirrojo a mi izquierda me miraba alzando una ceja, como preguntándose a sí mismo si era camarera o una simple estatua.

—¿Trabajas aquí? —preguntó.

—¿Si? —sonó más a una cuestión.

El chico frunció el ceño y se apresuró en hablar.

—¿Podrías ponerme un Mai Tai?

—¿Disculpa? —dije de inmediato.

El chico hizo una mueca de irritación y cuando creí que me mandaría a la mierda por mi poca experiencia, Elliot vino a mi rescate.

La decisión de Nacor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora