13 | Cuidar a Naima.

178K 10.1K 3.8K
                                    

Capítulo 13 : “Cuidar a Naima.”

Nacor Hardin.

Como siempre, me había quedado esperando a que Naima entrara por completo en su casa y que la puerta se cerrara por completo para poderme largar. Sin embargo ella no había podido entrar y en parte agradecía haberme mantenido parado allí, pues sino no me hubiese enterado de nada. Lo cierto es que aquello se había vuelto como una manía, como una costumbre. Y es que me gustaba sentir satisfacción cuando ella estaba a salvo.

—¿De qué tienes que salvarme? —la pelirroja cuestionó—. ¿Es que acaso Jacob es un asesino en serie?

Quise agarrarme el pelo con frustración, pero no hice ningún movimiento.

—Es algo peor —dije rodando los ojos.

—¿Qué hay peor que eso? —frunció el ceño.

—Puede meterte en problemas, Kaden está en la mierda por su culpa y si puedo evitárselo a más personas, lo haré.

—¿Se supone que me lo estás evitando?

—Lo estoy haciendo —afirmé—, pero tú no ayudas a que lo haga.

—Sólo digo que tampoco sé a lo que te dedicas tú —repitió.

—Me dedico a existir, ¿con eso es suficiente? —la miré.

Hizo una mueca,—Obviamente no.

—Por supuesto, quieres tener respuesta para todo y a veces eso no puede ser.

—¿Tan difícil es para ti responderme a una sola pregunta? —casi gritó.

—Si es sobre mí, sí.

—Tampoco lo has hecho sobre Jacob.

Esta vez, sí me agarré el pelo con frustración. Naima tenía un ligero don perfecto para irritarme cada vez que hablaba, era como ese amigo borracho al que tienes que cargar después de una fiesta, o como esa persona que te cae mal y sólo quiere enterarse de tu vida privada para tener un nuevo cotilleo que contar. Pero muy a mi pesar, aunque la pelirroja se esforzase en molestarme, no podía caerme mal por mucho que quisiera.

—Está bien, te contaré todo lo que sé sobre Jacob —dije rendido.

—¿Pero? —preguntó y es que sabía que tenía una condición.

—Pero vendrás conmigo donde podrás estar a salvo.

—¿Quién me garantiza que estaré a salvo contigo?

Solté una risa,—Sólo piensa en las veces que te he traído sana y salva de vuelta a casa.

Se quedó en silencio y observé como aguantó con todas sus ganas dedicarme una sonrisa gentil, sabía que tenía razón y que no se podía negar a venir conmigo. Además de que iba a recibir información privilegiada sobre su vecino y eso para ella era una motivación. Sin decir más, Naima caminó de vuelta a mi todo terreno y entonces lo volví a sentir.

Satisfacción.

—Siento provocarte tantas molestias —dijo acomodándose en el asiento.

—Tranquila, aunque lo lamentes seguirás provocándome muchas más —respondí empezando a conducir.

—Me gusta tu coche —comentó de repente.

La miré un segundo,—No me extraña, el tuyo es del mismo tamaño que una uva.

—¡No es tan pequeño! —exclamó.

—Sí lo es—contradije.

—¿Quieres comprobarlo? Te dejaré conducirlo algún día.

La decisión de Nacor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora