02 | ¿Quién es Naima?

220K 12K 6.9K
                                    

Capítulo 2 : “¿Quién es Naima?”

Nacor Hardin.

Fruncí el ceño sin entender el por qué de unas zapatillas de hombre tiradas en el suelo, me agaché para cogerlas en mis manos y las visualice por lo que se sintieron años. Eran horribles y además no eran especialmente pequeñas, por lo tanto estaba seguro de que la chica que tenía a pocos metros de mi, le quedaban bastante grandes.

—¿Por qué tienes unas zapatillas de hombre tan grandes?—pregunte sin mirarla.

Se veían nuevas y casi sin ningún rasguño, salvo por una pequeña mancha en una de ellas. Sabía que no era de mi incumbencia preguntar aquello, pero me sonaba tan extraño que una chica como ella vistiera con ese calzado, que no me pude resistir.

Aunque todo el mundo tenía el derecho de vestir como se le diera la gana.

—¿No vas a responder?—volví a preguntar mientras ésta vez la miraba.

Sus ojos estaban cerrados y bufé desganado.

Además de haber destrozado parte de mi local y de haber armado un escándalo gritando, la chica tenía el descaro de quedarse dormida en el suelo.

Me acerqué a ella con las zapatillas en las manos. Cuando estuve lo suficientemente cerca, me di cuenta de lo pequeños que eran sus pies, eso me hizo hacerme más preguntas respecto al tema de su calzado, pero lo dejé estar por el momento. Subí la mirada desde sus tobillos hasta sus hombros, tenía un vestido amarillo decorando su pequeño y minúsculo cuerpo, no la había visto de pie, pero no se la veía muy alta.

Su pelo pelirrojo estaba desparramado por el suelo y parte de su cara. Me puse de cuclillas frente a ella y aparté algunos mechones sin ningún cuidado, ya que no me dejaba ver absolutamente nada de su rostro, cuando me di cuenta de que parte de la punta de mis dedos estaban manchados de sangre, me alarmé.

Mierda.

Tenía una herida profunda en su labio y éste no dejaba de sangrar.

En aquél momento me sentí un poco mal, quizás había sido muy duro con ella y sin apenas ayudarla, por no decir nada. Dando por hecho que no estaba dormida sino desmayada, le di la vuelta a su cuerpo con algo más de delicadeza esta vez y la dejé de medio lado, ya que si la ponía boca arriba podía ahogarse con su propia sangre.

Corrí hasta un cajón de uno de los vestidores del local y agarré varias cosas para desinfectar y curar la herida.

Hacía mucho tiempo que no le curaba una herida a alguien, por lo que estaba un poco nervioso. Aunque lo había hecho tantas veces en el pasado, que sabía exactamente lo que hacer. Cuando llegué hasta ella, de repente vi algo vibrando en su pecho. Abrí los ojos algo sorprendido mientras veía como el pecho de la chica vibraba a causa de lo que parecía ser un móvil.

Intentando y sí, digo intentando porque obviamente soy un hombre y mis ojos miran sin apenas quererlo...

Intentando no mirar mucho y no tocar nada, levanté un poco la mirada y pude ver con algo de dificultad de quién se trataba la llamada.

“Llamada entrante: Edward.”

Fruncí el ceño, ¿debía contestar?

Quizás se trataba de su novio, aunque si fuera así... ¿no le pondría otro apodo? Como “Mi amor” o “Mi niño” o alguna cursilada así. Aunque pensándolo mejor, si sólo había puesto su nombre es porque quizás se trataba de su hermano o un primo lejano. Mis manos sin quererlo se acercaron a su pecho para sacar el móvil de allí, pero este dejó de sonar y las aparté enseguida.

La decisión de Nacor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora