19. Motín

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Una masa viscosa se restregó contra su cara.

Jim enterró la cabeza bajo la almohada, intentando ignorar el hecho de que el tipo de la hamaca de arriba hacía más ruido que el motor de babor.
Morf volvió a frotarse contra él.
Su compañero volvió a roncar en su cara.

"Hasta aquí", gruñó para sí mismo, mientras intentaba bajarse de la hamaca.
Puede que aún estuviera muy dormido, o que en algún momento las telas se enrrollaran en sus piernas. El caso es que acabó con la cara en el suelo, buscando a tientas una de sus botas mientras Morf intentaba chuparle la oreja.

Cuando finalmente se puso en pie, se desperezó, y comenzó a calzarse la primera bota. Mucho no consiguió mantener el equilibrio, y acabó golpeándose contra el marco de la puerta.

Estaba refunfuñando mientras se sobaba el hombro cuando, mirando hacia el pasillo, comenzaron a llegar a su cabeza retazos de la noche anterior.

Silver. Sonrió de forma inconsciente. No recordaba la última vez que alguien había hablado así de él. Debía de haber sido hace mucho tiempo. Si es que alguien lo había llegado a hacer.
Como si de verdad fuera útil.
Creía que incluso llegó a llorar mientras le escuchaba, pero le importaba más bien poco.
Al bajar por las escaleras, se había sentido como otra persona. Una completamente diferente. Y no en el mal sentido.

Y luego Tatia...
Se le subió toda la sangre a las orejas.
Oh por Dios, que había hecho.
¿La había besado?¡¿En que momento le había parecido una buena idea?!

Se pasó ambas manos por el pelo, paseando por la habitación con una sola bota puesta.
¡La había besado!. Es que hay que ser estúpido.
Seguro que la había asustado.
Toda la amistad a la mierda.
Bueno, aunque pensándolo bien, no se había apartado.
Claro que no se había apartado, ni siquiera la había dejado margen para reaccionar. Solo la había besado y se había metido en su cuarto a dormir.
¡A dormir!¿Como mierdas había sido capaz de dormir?
En el mejor de los casos, cuando volviese a ver a Tatia, esta le pegaría con algo. En el peor puede que ni le volviese a hablar.
No le había respondido.
Pero tampoco se había apartado...

Pero es que a quien se le ocurre. Ella estaba ahí, dándole su apoyo, portándose como una verdadera amiga, y el va y la BESA.
Pero ella no se había apartado.

Seguía rojo como un tomate, pero sintió una risa floja le subirle por la garganta hasta los labios. Intentó acallarla tapándose la boca con la mano. Debía parecer un niño de ocho años. Desde luego, se sentía como tal. Mira que hay que ser subnormal.
Pero es que no se había apartado.

Fue a ponerse la otra bota, tan ensimismado en sus pensamientos que tardó un rato en darse cuenta de que lo que sujetaba no era calzado, sino a Morf.
Este soltó una carcajada, escapándose entre sus dedos y escabulléndose con su verdadera bota por el pasillo

-¡Ehh!- se quejó Jim, persiguiéndole y llamándole por su nombre. Iba a despertar a toda la tripulación.

Corrió tras él hasta cubierta, donde lo siguió por toda esta. Era demasiado temprano para esta mierda.

A Morf aquello le debía estar divirtiendo de lo lindo, ya que no perdía oportunidad de reirse en su cara cada vez que lo esquivaba.

Fue justo encima de las cocinas donde Jim lo pilló desprevenido y le robó la bota de vuelta, para luego intentar golpear a Morf con ella.
Este se metió hacia el comedor a esconderse, y Jim lo persiguió hasta caer ambos dentro un tonel.
Estaba Jim castigando al bicho con cosquillas cuando oyó unas voces fuera del barril.
Se asomó a una de las rendijas de este para ver de quién se trataba. Las voces le resultaba familiares.

El Planeta del TesoroWhere stories live. Discover now