12. Sol

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Tatia se despertó con energías renovadas a la mañana siguiente.
Corrió hasta el comedor para coger algo para desayunar y comérselo a la carrera, y en menos de cinco minutos ya estaba en cubierta con el resto de marineros de Arnold.

- Bien sabandijas- gritó este- tenemos un nuevo integrante, pero a vosotros eso os da igual. Vuestro trabajo sigue siendo el mismo, empezad ya con él, gandules.

Tatia intentó no sonreír ante los insultos del insecto. Le recordaba muchísimo a la forma de mandar de Zits, puede que un poco más comunicativa.

-Tú, el nuevo - bufó dirigiéndose a Tatia- te lo diré una vez y solo una vez. Todos los días a esta hora subirás aquí e izarás las velas junto a tus compañeros. En lo que haya luz en el cielo os asegurareis de el buen funcionamiento de estas. No os quiero ver descansar en lo que haya un rayo de luz directo que pueda hacer funcionar este navío. Me pasaré por aquí en varias ocasiones. Como vea un solo cable enmarañado, un nudo mal hecho o una esquina de la vela poco estirada, te quedarás toda la noche repitiendo esa tarea hasta que se te grabe en esa imberbe cabeza hueca el cómo hacerlo bien.¿Me has entendido?

Tatia asintió con ímpetu, algo acongojada.
Corrió junto a sus nuevos compañeros, que ni siquiera se habían dignado a esperarla, y a los quince minutos ya se encontraba haciendo equilibramos en un mástil, con una soga en una mano y una argolla en la otra.

A partir de ahí el día se desarrolló con calma.
Conoció a sus compañeros (todos ellos bastante raros y algunos ligeramente desagradables), y decidió quedarse junto al menos desagradable de todos.
Este se había unido hacía menos de dos años a la tripulación, y aunque Tatia nunca había hablado con el, juraría que dormían en el mismo catre.
El ser, cuyo nombre era incapaz de pronunciar a pesar de habérselo dicho varias veces, era una especie de humanoide azul oscuro, que medía la mitad que Tatia, tanto de ancho como de largo.
A Tatia le pareció bastante normal a pesar de ello, pero poco después descubrió que Big (nombre con el que había apodado a su compañero, en parte porque su especie no entendía la ironía) tenía tres ojos, sol que uno de ellos, el central, estaba surcado por una cicatriz y era incapaz de abrirlo.

No se molestaban mutuamente. Simplemente Tatia ocupaba un puesto cercano a Big y le imitaba en todo lo que hacía. De vez en cuando le hacía una pregunta. De vez en cuando conversaban.

Todo hubiese ido bien si no se le hubiera soltado uno de los cabos justo al final del turno.

- Buena suerte mosquita- sonrió con sorna mientras comenzaba a descender junto al resto de sus compañeros, que ya estaban huyendo de cubierta.

- ¡¿Quien ha sido el inútil que ha hecho eso?!- la voz de Arnold resonó tan fuerte que hasta Silver se asomó a cubierta para ver qué pasaba.

Tatia levantó con cautela la mano, y tras aclararse la voz dijo:
-¿Yo?

-¡¿Es una pregunta o una afirmación?!-le gritó Arnold, airado- Bueno, me da igual. Te quedarás repitiéndolo toda la noche hasta que seas capaz de hacerlo bien.

Tatia escuchó la carcajada de Big de fondo, mientras malhumorada, comenzaba a rehacer el nudo.

- Creo que con arreglar tu desastre no aprenderás suficiente. Reharás todos los nudos.

Y de esta forma dejaron a Tatia sola en los mástiles, atando cabo tras cabo hasta bien entrada la noche.

Estaba ya arreglando los de la parte superior del mástil cuando le dió por mirar hacia abajo, y vio el barco extendiéndose bajo sus pies.

Se quedó fascinada con lo pequeño que parecía todo desde ahí arriba.
Los barriles y sogas eran del tamaño de su dedo pulgar, y el timón casi parecía de juguete.
Una luz tenue se encendió al otro lado del barco. Tatia achinó los ojos para ver mejor.
Era una puesta entreabierta, al lado del camarote del capitán, y Tatia juraría que había alguien dentro.

El Planeta del TesoroOù les histoires vivent. Découvrez maintenant