9. Unas partidas

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Esa noche fue algo más animada. Durante la cena, entre el griterío habitual y el sonido de cacharros chocando  se escuchó a alguien comentar algo sobre las lunas de Garth. Os podríais preguntar ¿por qué esto es relevante? Pues desgraciadamente, porque en estas lunas se encuentran los mayores emplazamientos de ocio "poco legítimos" existentes en varias galaxias a la redonda. No había ser que se considerara pirata que no hubiera hecho negocios allí. Hasta Tatia había comprado más de una vez información para Silver en uno de esos antros.

El caso es que, en menos de un segundo, ya había una docena de peleas aisladas por "quién le debía a quién" o "qué había robado" en el atestado comedor. Una de los participantes, el de la pelea más cercana a Tatia, lazó a su contrincante hacia ellos, haciendo que todos acabaran en el suelo y con un ser parecido a un pez encima. Silver observaba la escena con resignación, y no fue hasta que uno de los tripulantes comenzó a partir platos sobre otro que decidió tomar parte.

- Esta bien, esta bien. Orden caballeros- dijo Silver, pero al ver que nadie hacía caso soltó un suspiro de resignación, para luego ponerse en pie y dar un fuerte puñetazo en la mesa- ¡He dicho orden!- bramó, a lo que todos callaron al instante.

Tatia dejó escapar una risita por lo bajo, y Silver la fulminó con la mirada.

-Como os iba diciendo, queridos compadres- prosiguió con malicia- Solo hay una forma de solucionar este dilema. ¡Una partida señores! Así que mover esos traseros frígidos y que alguien me traiga una baraja. ¡Esta noche toca juego!

Los vitores estallaron por toda la habitación, y tras un caótico instante de sillas y mesas lanzadas de aquí para allá, todos se encontraban sentados y con las cartas repartidas. A Tatia siempre le hacia mucha gracia. Les era imposible colocar el camarote pero son capaces de montarse la sala de casino en un minuto.

Y así comenzó la noche. A la media hora, los distintos grupos de juego que se habían montado se redujeron a una sola mesa de apuestas, donde varios tripulantes echaban cartas mientras los demás les aclamaban.
Llegó un punto en el que todos los jugadores debían dinero a Zits, por lo que la partida perdió cierto interés para Tatia, quien decidió ir a por algo de comer a la cocina de Silver.

Tras coger las últimas sobras de lo que parecía haber sido un pollo en otra vida, Tatia se dispuso a volver a la mesa, pero divisó una silueta en el otro extremo del comedor, y decidió acercarse.

-¿Como es que no estás fregando?

-¿ Como es que no estás encerrada en la caldera?- repuso Jim molesto, mientras aceptaba el trozo de pollo que ella le ofrecía.

Se quedaron allí sentados en silencio (bueno, todo el silencio que se podía tener en aquel comedor), mientras Tatia pensaba en que más decir. Sentía la necesidad de hablar con el.

- ¿Es Zits ese de los ruidos raros?- preguntó Jim con el cuello estirado para intentar ver por encima de la marea de cuerpos que rodeaban la mesa. A Tatia le sorprendió que conociera el nombre de su compañero, pero no dijo nada al respecto.

- Actualmente tiene endeudados hasta el cuello a más de la mitad de la tripulación. Yo también estaría eufórica de estar en su lugar.

-Me compadezco de ti por tener que trabajar para él- dijo con sorna.

- Yo me compadezco de él por tener que trabajar conmigo- respondió Tatia mientras se dejaba caer en el banco de al lado.

Jim soltó una pequeña risa parecida a un resoplido y se cruzó de brazos.

-¿Sales si quiera a ver el sol de vez en cuando?- inquirió, mirándola con una ceja alzada.

-En los descansos, cuando no estoy en los baños metiendo las manos en agua fría- bufó mientras se miraba los dedos llenos de magulladuras y pequeños cortes. Vio como Jim les echaba un disimulado vistazo por encima de su hombro.- Un trabajo encantador.

- Sí, es horrible. Sinceramente, hasta prefiero el mío. Y eso que he llegado a recoger la muda de piel de uno de tus compañeros.

- Me parto.

- No, enserio-hizo una mueca de asco que casi hizo reír a Tatia y sacudió la cabeza- ¿Por qué trabajas ahí? Podrías haber pedido hacer lo que hago yo.

-Podría, pero estás tú- repuso Tatia.

- ¿Y por que si quiera trabajas?- insistió Jim.

Tatia lo miró como si fuera retrasado.
-¿Porque tengo que comer? A ver, no siempre, solo para no morirme.

-Hablo en serio- bufó Jim- ¿Qué hace alguien como tú trabajando con esta gente?

- Hacer amigos, supongo. Espera, ¿como que alguien como...?

-Te he visto leer- le cortó Jim en seco. Tatia sintió como el aire salía de golpe de la habitación- El libro, el del profesor. Te vi cogerlo el otro día. Se que lo lees a escondidas.

Se quedaron en silencio. A Tatia le palpitaban los oídos. Jim la miraba fijamente sin que ella se atreviese a devolverle la mirada.
El grito de júbilo de Zits los sacó de su burbuja. Ambos miraron a la mesa.

-¡Niña, ayúdame con las monedas, que no puedo con todas!- se regodeó Zits, que soltó una sonora carcajada.- ¡Con esto me puedo pagar unas vacaciones!¿He oído revancha?¡Mañana la tendrás Mckinzer! ¡Niña!

Tatia se levantó dispuesta a acercarse a la mesa, pero paró en seco y volvió a agacharse junto a Jim.

- ¿Lo sabe alguien?

- ¿Por?¿Acaso importa?- repuso Jim de mala gana mirando hacia el centro del comedor. Frunció el ceño y agachó la cabeza.- No, nadie.

Tatia suspiró aliviada. Puso su mano sobre el brazo de Jim. Este clavo sus ojos en ella.
- Por favor, que siga así- le susurró mirándole fijamente.

Y dicho esto salió por la puerta mientras Zits le pasaba varias bolsas con dinero, joyas y una pierna ortopédica. Desde luego que aquí se tomaban en serio lo de apostar.

Jim permaneció sentado en el rincón. Cuando Silver llamó su atención horas después, aún seguía frotándose inconscientemente el brazo.

El Planeta del TesoroTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang