Capítulo 12 (Final)

11 0 0
                                    

Al día siguiente, para fortuna de la detective Kessler, las autoridades logran arrestar a Judie Hart, con quien si pueden formular un caso de manera mucho más fuerte. Tienen las llamadas a la residencia Daniels, un motivo. Y lo más importante: pruebas contra ella. La mujer de cincuenta años, según su documento de identidad, se sienta frente a ellos con actitud altiva. No es nada comparada con la mujer que habían visto en el hospital, la mujer inutilizada por el golpe que recibió sino que se le ve inflada por el ego de que se salió con la suya. Casi.

—Señora Hart. Me alegra que nos veamos nuevamente —empieza Hewes haciendo burla de la mujer en esposas.

—Ojalá pudiera decir lo mismo.

—Bueno, creo que llego la hora de confesar la verdad.

—La verdad ya se sabe. Marissa Lyons es una mujer de moral ligera, digna de desprecio y desgracias. Solo porque una mujer tiene y, o pierde a un bebé no la hacen ninguna santa.

—¿Usted ayudó a Annabelle Daniels a robar al bebé? —pregunta Naomi para evitar la perorata.

—Le dije a esa niña tonta que fuera más cuidadosa, pero no me hizo caso. Ella fue quien lo hizo. Y también lo deshizo todo —admite finalmente.

—No se preocupe. Para lo que usted hizo también hay un crimen llamado conspiración si lo que dice es cierto —completa Naomi.

—En este punto de las cosas, ya no me importa. Marissa tiene a su bebé. Yo sólo soy la pobre anciana acusada porque la policía no logró encontrar a nadie más a quien culpar.

—Usted drogó a Marissa Lyons —explica Hewes determinado a sacar toda la verdad—. Eso no la hace del todo inocente. Tenemos a la señora Banks que va a testificar en su contra.

—Yo que ayudé a esa pobre mujer colapsada, miren como me paga. Y eso que tampoco pagaba muy bien para ser honesta —expresa de forma insatisfecha.

—Vamos al grano. No hay forma de escapar esto, señora Hart. Díganos la verdad y la ayudaremos —recomienda Naomi un poco impaciente.

—¿Qué puedo decir? Annabelle quería venganza para su familia. Yo solamente le di la información que necesitaba. ¿Cuántos asesinatos se han cometido porque la gente encuentra fórmulas para veneno en internet, y nadie los acusa de conspiración? —se justifica.

—¿Cómo conoció usted a Annabelle? —pregunta Hewes ansioso por saber la verdad.

—Tendría que comenzar el día que vi a Marissa Lyons con Troy Daniels. Ese fue el día que todo comenzó —la mujer regresa al pasado, no uno placentero, pero tampoco uno que la insatisface. Simplemente es un pasado del que se aprovechó—. El señor Bishop me pidió que fuera a dejarle las llaves a la señora a la universidad ya que él tendría una reunión importante hasta la noche, o sea, seguir viéndose a escondidas con Alicia Lynn.

Creo que eso ustedes ya lo sabían. Honestamente lo que haga el señor Bishop nunca me importó porque me trataba bien. Era malo con su esposa, y a sus espaldas, pero era bueno conmigo, y al final eso es lo que importaba. Pero Marissa, por Dios, era mala conmigo y con todas las personas a su alrededor.

Así que cuando la descubrí fornicando con su alumno en su oficina, usando la misma llave que el señor Bishop me había dado, Marissa no escatimó recursos para destruirme. Me echó de su casa acusándome de ser una vieja decrépita con todo el mundo. Envenenó a todos en mi contra al ser la presidenta del comité comunitario, y sabía que solamente una persona me recibiría: su peor enemiga. Así que empecé a trabajar con la señora Banks, pero luego me enteré que Marissa estaba embarazada, y no iba a desaprovechar esa oportunidad para vengarme.

Una Madre OdiosaМесто, где живут истории. Откройте их для себя