☯ CAPÍTULO 1

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MÓVIL NUEVO

ALMA. Domingo. 23:42 p.m.

— ¿Y se puede saber que hace mi hermanita yendo de fiesta?— Adriana me miró alzando una ceja y con una sonrisa pícara.

Sí, la verdad es que era un tanto extraño. Digamos que la hermana fiestera no era yo, si no ella. Pero lo que yo hiciera o dejara de hacer tampoco es que fuera mucho de su incumbencia, así que me mostré neutra ante su pregunta y vacilé un poco.

— ¿Ahora no puedo salir o qué? — me giré con indiferencia y volví a posar la vista en la ventana.

No podía decirle el por qué de lo que estaba haciendo. Pero se trataba de mi hermana, no lo iba a dejar pasar tan fácilmente. ¡Por Dios! ¿Tan difícil era creer que yo quisiera ir a una fiesta?

Adriana me miró por un segundo y chasqueó la lengua dejando ver una sonrisa de incredulidad.

— Vamos Alma... Aquí hay algo que se me escapa.

Sabía que no lo iba a dejar pasar tan fácilmente. Si quería que dejara de preguntar, tendría que utilizar sus propios métodos.

— Sólo quiero divertirme como tú — la miré sonriendo a la vez que achiné los ojos muy falsamente.

Adriana paró el motor y sin hacerme ninguna otra pregunta salió del coche reprimiendo una sonrisa. Al menos aquello bastó para que dejara de atosigarme.

Miré mis manos posadas en mi regazo y mi vista pasó a mis pantalones. Bueno, pues quizás sí que entendía que Adri no se creyera del todo que iba a la fiesta a bailar. Digo, puede parecer un poco raro ver a alguien en una fiesta vestida con una sudadera y unos vaqueros. Suspiré y me desabroché el cinturón. Ahora sólo podía pensar en el plan que tracé con mi mejor amigo el día anterior.

Junto con Adriana caminé hasta la puerta de Berta, su amiga y la anfitriona de la fiesta. Miré a mi hermana, que iba vestida con un simple vestido corto de color blanco. Caminábamos por el camino de piedras que llevaba al casoplón de Berta, y por como Adri se abrazaba a si misma, sabía que estaba pasando un poco de frío. Já. Iba guapa, sÍ, pero yo calentita. Antes de picar al timbre, mi hermana me pasó su brazo por mis hombros y me susurró al oído un «Diviértete» seguido de un guiño.

Le respondí con una leve sonrisa, en el momento en que alguien abrió la puerta y la perdí de vista. Aquel era su terreno y, a diferencia de mi, sabía moverse. Seguramente estaría con Berta tomando los famosos mejunjes que se preparaban, así que yo aproveché para llevar a cabo mi plan. No tenía tiempo que perder.

Ignorando el hecho de que las masificaciones de gente me agobiaban de sobremanera y allí dentro empezaba a hacer bastante calor, caminé entre la peña abriéndome paso hasta llegar al jardín. Que aunque ahí también había gente, no era tanta. Además la música no se escuchaba tan alto. Una vez tranquila y con mi espacio personal de pie en el borde de la piscina, llamé a Cristian, la persona con la que planeé venir aquí. Pensé que aquella era la mejor opción, ya que sintiéndolo mucho, no tenía ni el tiempo ni las ganas de buscarlo en aquella fiesta.

Cuando escuché ruido en la otra línea, hablé.

— ¿Vienes o ya estás aquí? — el señalado se quedó en silencio unos segundos haciendo que yo me desesperara un poco más de lo que estaba, hasta que su voz sonó.

— ¿Dónde?

Me quedé callada con el móvil pegado a la oreja. Los gritos de la gente dificultaban un poco el poder oírle, pero escuché bien claro lo que acababa de preguntarme. Si me estaba tomando el pelo, no tenía ni pizca de gracia. Con el brazo libre, me abrazé a mi misma agarrando mi antebrazo contrario con la mano.

FREE SOUL ©Where stories live. Discover now