Capítulo 8

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Botezaba. Estaba tan cansado. E iba tarde, estúpida pelea sobre mascotas. Luz roja. Café. Mierda, es tan brillante. ¿Lentes de sol? ¿Dónde están? Probablemente en el auto de Jimin, mierda. Ah da igual. Namjoon probablemente está en su oficina matándose por el trabajo de nuevo. Seokjin. Por fin, está verde.

Espero que Jimin no se moleste de que olvidé hacer más café antes de irme.

¿Qué... esta haciendo este cabron?

Mierda, mierda, mierda–


Jungkook saltó al despertarse, respirando violentamente y su pecho palpitaba mientras se apoyaba en sus codos. Su visión se aclaró lentamente pero sus oídos sonaban con el particular chillido de llantas patinando en la acera, claxons de autos y ese crujido de metal seguido de un fuerte dolor justo en sus costillas.

—Oh mierda.— Jungkook miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba sangrando atraves de una venda, una herida que sabía que había sido parchada cuidadosamente la noche pasada. Debió haberse movido mucho entre sueños. Cuando se quitó la sábana se dió cuenta que tenía sudor corriendo por su cuello y sus manos estaban pegajosas. —Mierda.—

Rápidamente pasó una mano por su cabello, su boca estaba seca.

Obviamente, recordé el accidente por medio de una jodida pesadilla.

Gracias a Dios que demande a ese cabron.

Jungkook gruñó mientras caminaba al baño, su cojera no era tan evidente como había sido ayer. A la vez que tomaba el kit de primeros auxilios de debajo del lavabo pudo escuchar a Jimin en la cocina y el sonido de los granos de café siendo molidos.

Café.

Casi pudo sentir el sabor del Americano en su lengua, justo antes de que el semáforo cambiara de color y ese aburrido carro gris se aproximara pese a la luz roja. Pudo sentir las gotas que escurrían del vaso en su mano, el suave plástico. Pudo oler la gasolina y algo carbonizado y quemado. Pudo oler sangre.

Jungkook sintió náuseas y antes de que comprendiera lo que estaba pasando con su cuerpo, se agachó a un lado del inodoro –apenas alcanzandolo– y devolvió todo el contenido de su estómago.

Se atragantó y cerró sus ojos mientras exhalaba, tratando de bloquear el sabor ácido y esa sensación que quemaba su garganta.

—Oh, Jungkook, ¿estás bien?

Unas manos frías estaban inmediatamente en su espalda y sonando en círculos reconfortantes. Cuando estuvo seguro de que había terminado, Jimin lo levantó gentilmente y lo recargo del lavabo antes de jalar la cadena. Dejo la habitación y regreso segundos después con una toallita húmeda que udo para limpiar la boca de Jungkook, sus cejas indicando preocupación y sus ojos lo registraban.

—Aquí, quieres lavar tu boca?— Jimin quiso ayudar pero Jungkook decidió que eran suficientes mimos.

—Estoy bien.— Quito las manos de Jimin y se levantó, abriendo la llave. No estaba acostumbrado tener a Jimin rondando alrededor suyo, y odiaba como se debería de ver, tan débil y vulnerable y sabia que no era el preciso momento para estar pensando en su orgullo. No quería parecer débil frente a Jimin, nunca.

Jimin dejó el baño de nuevo para dejar la toallita en la ropa sucia y lavar sus manos.

Jungkook suspiró y tomó el kit de primeros auxilios, dirigiéndose de regreso a la habitación, sintiéndose algo lamentable por él mismo.

Ese estupido chico borracho podía arruinar su vida todo lo que quisiera, pero que no se metiera con las de otras personas.

—¿Necesitas ayuda?— Jimin pregunto mientras entraba en ma habitación, mirando la venda manchada de rojo y la mueca en el rostro de Jungkook.

Falling for you again || KookMinWhere stories live. Discover now